Opinión

Un avance que es un retroceso

La economía española crece, pero al mismo tiempo, y desde 2008, cada vez se aleja más de la media de la renta real de los países de la Unión Europea y de la OCDE. En definitiva, somos algo más pobres

Pedro Sanchez y Yolanda Diaz
Pedro Sanchez y Yolanda Diaz Alberto R. RoldánLa Razón

Henri-Frederic Amiel (1821-1881) fue un filósofo y escritor suizo que basculó toda su vida entre el pesimismo y el idealismo, famoso por un «Diario Íntimo», compilado en doce volúmenes y que abarca de 1839 hasta su fallecimiento. Es allí donde apunta que «mil cosas avanzan; novecientas noventa y nueve retroceden; eso es el progreso». Todo empezó porque estaba atormentado «por la eterna desproporción entre la vida soñada y la real», algo que influyó mucho en León Tolstoi (1828-1910), como siempre reconoció el autor de «Guerra y paz» y «Ana Karenina». Pedro Sánchez y su Gobierno presumen de que la economía española es la que más crece entre las grandes de la zona euro, por delante de las de Alemania, Francia o Italia. Es cierto, pero también «somos, por témino medio, más pobres que en 2018», cuando el inqulino de la Moncloa ganó la moción de censura, como explica con todo tipo de detalles Juan Francisco Martín Seco, secretario general de Hacienda en época de Felipe González, en su libro recién aparecido «Tierra Quemada». La crítica de Martín Seco, además, procede de donde más le duele al Gobierno actual, ya que es uno de los cerebros económicos de Izquierda Socialista, el grupo que encabeza Guillermo del Valle, jacobino por encima de todo, que se presentará en sociedad en las elecciones europeas de la próxima primavera y en las que podría obtener representación.

El Gobierno tampoco ha prestado atención –ha procurado que pase inadvertido– al informe de la OCDE (Oganización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) todavía caliente, que explica que los ingresos de las familias españolas están todavía por debajo de los registrados antes de la Gran Recesión de 2008. Solo dos países, entre los 34 que integran la organización, lo han hecho peor que España y son Grecia e Italia, por este orden. El PIB español, que alcanzó la media europea en los primeros años del siglo XXI y en 2004 la superó, ha avanzado, pero proporcionalmente ha retrocedido hasta el 86% o el 83% de esa media, según distintas mediciones. Son datos tan fríos como objetivos que tampoco auguran nada positivo.

El mismo informe, en el que todavía no ha reparado la oposición de Núñez Feijóo, distraída con el éxito gallego, dibuja un escenario triste para la economía española. Prevé que hasta 2060, un total de 11 países superarán a España en el ránking de PIB per cápita medido en paridad de poder de compra. La lista es ilustrativa, porque esos países son Portugal, Polonia, Lituania, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Turquía y Grecia. Rumania estará más o menos como España y Bulgaria se acercará mucho. Estonia y Eslovenia ya estarían por delante. Es decir, la convergencia con la media europea no solo no avanza, sino que retrocede y en el horizonte no se otea nada que permita ser optimista para invertir la tendencia, que no deja de ser un «sorpasso» hacia atrás.

Los datos son tozudos y demuestran que, por ejemplo, en los últimos 17 años, el PIB ha crecido menos que el número de habitantes, lo que significa una caída de la productividad. Hay números que asustan, a los que nadie parece dar importancia en el Gobierno, ya sea María Jesús Montero o la «vice Yolanda Díaz, ahora en horas bajas tras los pésimos resultados de Sumar en Galicia, y en la oposición los ven de refilón porque eso no es lo suyo. En España, la renta per capita –a pesar de las subidas del PIB– ha retrocedido 2,4 puntos, mientras que la polaca ha subido ¡65,9!, la alemana 13,4 y la francesa 9,7. El que a Italia y a Grecia les haya ido peor no puede ser un consuelo. No hay nada que impida que España recupere posiciones y renta per capita en relación con los países del entorno, pero todos los expertos coinciden en la necesidad urgente de un plan estructurado de reformas que permitan potenciar sectores estratégicos de futuro. España, por otra parte, y quizá por primera vez en la historia moderna, dispondría de fuentes energéticas propias y casi inagotables, como el sol y el viento, que no tienen en la misma proporción muchos otros países y que deberían ser aprovechados para impulsar la industria, por delante de la especialización en servicios –turísticos en buena parte– del último medio siglo.

Hector Flores, presidente de la consultora Deloitte, escribía hace unos días en Expansión sobre la posibilidad de «duplicar nuestro potencial de crecimiento», pero todo eso requiere medidas que el Gobierno no parece dispuesto a tomar, y más preocupado en mantener el poder y contentar a Carles Puigdemont. Sí, es cierto que la economía española fue la que más creció en 2023, pero avanzar en novecientas noventa y nueve cosas y retroceder en mil, no es progreso, sino lo contrario, como diría también Amiel.

Apuestas sobre si bajará antes tipos el BCE o la Reserva Federal

El Banco Central Europeo (BCE), que preside Christine Lagarde, y la Reserva Federal (FED), que encabeza Jerome Powell, mantienen la incógnita entre los mercados, los analistas y también los políticos sobre cuál de los dos empezará antes a bajar los tipos de interés que, ahora mismo, son algo superiores en los Estados Unidos. Las apuestas de los gurús y operadores del mercado se inclinan por el BCE, sobre todo por los buenos datos de la economía USA y los renqueantes de la zona euro.

Previsiones de pocas sorpresas económicas, al menos por ahora

Los americanos han inventado índices para todo y casi todos ellos se negocian. Uno de los grandes bancos USA, Citigroup, elabora el llamado «Índice de Sorpresas Económicas» que, por supuesto, tiene sus seguidores y marca alguna tendencia. Ahora está alrededor de 40, algo que en la práctica -según su comportamiento histórico- significa que la economía americana tiene un crecimiento aceptable, pero tampoco para tirar cohetes, es decir, parecido a las previsones de la Reserva Federal.