Opinión

La confianza como valor económico

Agustín Carstens recibe el premio Rey de España, el Nobel económico hispanohablante, y recuerda que la confianza es «ingrediente fundamental» del éxito de las políticas públicas

Lagarde y Carstens, únicos candidatos en la carrera para dirigir el FMI
Agustín Carstens es el director gerente del Banco Internacional de Pagoslarazon

Warren Buffett, también conocido como el «Oráculo de Omaha» (Nebraska, Estados Unidos), es a sus 93 años un inversor legendario, con medio siglo de éxitos casi ininterrumpidos y creador de un imperio financiero desde su compañía Berkshire Hataway. Siempre ha defendido el valor de la confianza y lo efímera que puede ser: «Se necesitan veinte años para construir una confianza –ha repetido a menudo– y apenas cinco minutos para arruinarla». Es una regla que también puede aplicarse –y se aplica– a la economía, la política y los políticos.

El mexicano Agustín Carstens es el director gerente del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), con sede en Basilea (Suiza) y considerado como el «Banco de los Bancos Centrales», cuyo objetivo último es garantizar la estabilidad financiera global. Carsten, el primer máximo dirigente del organismo procedente de un país emergente, sucedió en el BIS al español Jaime Caruana, ahora consejero del BBVA, que anteriormente fue gobernador del Banco de España.

La semana pasada, en Madrid, Agustín Carstens recibió el Premio de Economía Rey de España, instituido y patrocinado por la Fundación José Celma Prieto, que concede el Banco de España, que ahora gobierna Pablo Hernández de Cos, que está considerado algo así como el Nobel de Economía para economistas hispanohablantes. El rey Felipe VI entregó el galardón al premiado, en un acto solemne en el que también estaban la vicepresidenta Nadia Calviño y el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, antiguo funcionario del Banco de España.

Carsten, en su discurso –académico, pero más que académico– de aceptación del premio hizo un canto al valor de la confianza como «ingrediente fundamental para asegurar el éxito de las políticas públicas». El economista mexicano definió la confianza en las políticas públicas «como la expectativa de que las autoridades actuarán de manera predecible en la persecución de objetivos predefinidos y que además serán exitosas en su cometido». Calviño y Escrivá, ministros del Gobierno, con frecuencia impredecible y contradictorio, de Pedro Sánchez, ni tan siquiera pestañearon; incluso habría quien podría decir que asintieron, aunque fuera de forma casi imperceptible. El jefe del BIS insistió en la importancia de la confianza, como podría hacerlo el mismo Warren Buffett. «Si el público la tiene –dijo– en el actuar de las autoridades, incorporará dichas acciones en la determinación de su propio comportamiento. Como resultado, aumenta la probabilidad de que las autoridades consigan sus objetivos». También añadió que «la confianza aumenta la legitimidad de las políticas. Y con ella el público estará más dispuesto a aceptar acciones que impliquen costos en el corto plazo a cambio de beneficios en el largo. En pocas palabras, la confianza es vital para la efectividad de las políticas».

Agustín Carsten, desde la atalaya del BIS, recordó conceptos tan tradicionales que para algunos podrían resultar casi revolucionarios. Sin embargo, sus ideas y sugerencias tienen raíces ortodoxas, incluida la concepción de la naturaleza del dinero. «La convención social del dinero –explicó–, como hoy lo conocemos, se sustenta en la confianza que le dispensa el público. Y, siendo el dinero el embrión de todo el sistema financiero, la estabilidad de este último depende por tanto de la confianza». Al fin y al cabo, «el dinero fiduciario no tiene valor intrínseco»(...) «y solo tiene valor hoy si el público tiene la confianza de que otros van a honrar ese valor, hoy y en el futuro». Así de sencillo, como complicado de aceptar para quienes, por ejemplo, ponen el gasto y, de rebote, el endeudamiento como pieza angular de sus políticas públicas.

La economía española ha capeado la crisis de la pandemia, a pesar de que todavía no ha recuperado el PIB de 2019, gracias a la confianza que generaba, sobre todo derivada del apoyo incondicional del Banco Central Europeo (BCE), que preside Christine Lagarde, que compraba, con los ojos cerrados, la deuda que fuera necesaria emitida por el Tesoro Español. Ha sido una red de seguridad extraordinaria que ahora empieza a ser retirada y, por lo tanto, los países del euro –España incluida– deberán demostrar que generan la confianza necesaria para financiarse y para atraer inversiones. Eso significa, como ya reclama la Comisión Europea que preside Ursula von der Leyen, el principio de la vuelta a una cierta ortodoxia, que incluye límites de déficit y calendarios de reducción de deuda. Puede ser complicado y más o menos doloroso, como ha recordado Carstens, pero sobre todo requiere de esa confianza de la que hablaba Buffett.

El calendario de BCE prevé tipos al alza o sostenidos durante por lo menos dos años

El Banco Central Europeo (BCE) está inmerso en una campaña de explicación a los ciudadanos de qué decisiones toma y sus razones. Los miembros del BCE se reparten la tarea de transmitir los planes de la institución, que la semana que viene volverá a subir los tipos de interés. El último, por ahora, ha sido François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia, que ha explicado que la inflación no volverá al entorno del 2% hasta 2025 y que los tipos de interés seguirán al alza.

Nuevo Observatorio para analizar la evolución económica trimestralmente

Pedro Schwart, Francisco Cabrillo, Jaime García-Legaz, Gregorio Izquierdo y José María Rotellar, prestigiosos economistas liberales, integran el nuevo Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria, de reciente creación. Analizará, en sus reuniones trimestrales, la evolución de la economía, podrá emitir recomendaciones y publicará un breve informe sobre sus conclusiones. Al frente, como director, está José María Rotellar.