Opinión
El optimismo incierto del Gobernador
El gobernador del Banco de España, con una constancia propia de Churchill, insiste otra vez en la necesidad y ya urgencia de poner en marcha planes para empezar a reducir la deuda y el déficit públicos
Winston Churchill (1874-1965) tenía claro el valor y el poder de la constancia y lo demostró durante toda su vida. Además, lo explicó sin matices: «Si tienes que resaltar un asunto importante, no seas sutil, ni ingenioso. Utiliza un martillo pilón. Golpea sobre el punto una vez. A continuación, vuelve a golpear en el mismo sitio. Luego, golpea por tercera vez, con un tremendo mazazo». Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España y miembro del Consejo del Banco Central Europeo (BCE), que preside Christine Lagarde, es probable que conozca la cita del histórico premier británico que, por cierto, fue quien intervino bastante en los detalles de la organización de la anterior coronación de un monarca inglés, la de Isabel II, en junio de 1953, hace 70 años.
El gobernador, incluso, es posible que comparta esa reflexión del hombre que paró a Hitler. Sin embargo, sin dejar de ser constante, Hernández de Cos opta por la suavidad y una cierta sutileza dentro de la contundencia. El Banco de España acaba de presentar su Informe Anual, quizá la mejor y más detallada radiografía independiente de la economía española, siempre acompañado de un diagnóstico más que relevante, que a veces suele incomodar al Gobierno de turno. El informe va precedido de una presentación extensa y minuciosa –más de 20 páginas– del gobernador, que quizá no sea para el gran público, pero que es de obligada lectura para cualquiera que esté interesado en la economía española. El Banco de España y el gobernador advierten de los más que probables efectos adversos de la Ley de Vivienda y de los problemas que pueden surgir con la financiación de las pensiones a partir de 2025, es decir, no a la vuelta de la esquina, sino ya mismo. Es, sin duda, lo más popular del Informe Anual, aunque sin restarle relevancia –que la tiene, y mucha–, quizá no sea lo más importante.
Hernández de Cos, en su presentación, adopta una postura que podría calificarse de «optimismo incierto». Constata que la economía española ha demostrado mayor resiliencia de la esperada y es probable que el PIB supere el 2%, en promedio anual, en 2024 y 2025. También certifica el crecimiento del empleo, «favorecido por la moderación salarial», y destaca el repunte de los servicios, que «ha sido el motor del crecimiento». Completa su visión optimista hacia el futuro por la «disminución prevista de las presiones inflacionistas, la desaparición de las disrupciones en las cadenas productivas globales y el despliegue de los fondos» europeos Next Generation. Esa visión positiva del futuro inminente de la economía española, que debería satisfacer al Gobierno de Pedro Sánchez, se inserta en un escenario de «una incertidumbre muy elevada», en la que la guerra de Putin es la principal fuente de riesgo para Europa, a lo que habría que unir algunas incertidumbres internas españolas.
El gobernador, en la línea churchilliana, vuelve a insistir, por enésima vez, en otros asuntos que, esos sí, quizá incomoden al Gobierno y especialmente a la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, como responsable directa de una política económica consagrada a atender los intereses y deseos del inquilino de la Moncloa. Hernández de Cos insiste una y otra vez, como un martillo pilón, casi desde su nombramiento en junio de 2018, en la necesidad de que España «afronte los retos estructurales pendientes», responsables de «la ausencia de convergencia española a los niveles de renta per cápita del área euro en las últimas décadas». Ahí está la verdadera esencia de su mensaje, que suele caer en el olvido, aunque eso no desanima al gobernador para volver a insistir en lo mismo.
Los problemas son evidentes y conocidos, baja productividad, reducida tasa de empleo, deuda pública muy elevada –ha subido 80 puntos en el PIB desde el inicio de la crisis financiera– y un déficit público estructural. Las observaciones sobre la vivienda y las pensiones son importantes –y ahora populares– pero lo fundamental son deficiencias que señala Hernández de Cos, quien, además, esboza algo así como una hoja de ruta orientativa, para este Gobierno y para el siguiente, sea del mismo signo político o diferente. Una vez más, no inventa nada. Recuerda que habrá que retirar las medidas de apoyo público a empresas y familias por el repunte de la inflación, cree que hay iniciar la reducción del déficit, con menos gasto público o mayores ingresos o una combinación de ambos. Entiende como imprescindible controlar y reducir la deuda pública y una revisión integral del sistema tributario, con más imposición al consumo. Nada nuevo bajo el sol, pero cada vez más urgente, lo que explica una constancia como la de Churchill.
El Banco Central Europeo anima a mejorar la diversidad en las cúpulas bancarias
Frank Elderson, del Comité Ejecutivo del BCE, y Elisabeth McCaul, del Consejo de Supervisión, animan a las entidades de crédito a mejorar la diversidad de sus consejos en un blog publicado en la página web de la institución que preside Ursula von der Leyen. Elderson y McCaul han detectado que de los 361 nombramientos de consejeros delegados en 2021 y 2022 en las entidades significativas supervisadas por el BCE, más de 300 eran hombres, algo que creen que debería ser más parejo.
El Mac Guffin de las cuentas de resultados de las empresas
El Ebitda es un indicador contable que refleja los beneficios antes de intereses, impuestos, depreciación y amortizaciones de una empresa. En los últimos años se ha popularizado y muchos analistas es en lo primero que se fijan. Sin embargo, Alfredo Echevarría, director de análisis de Lighthouse, cree que podría ser como un Mac Guffin, en su origen un recurso cinematográfico, asocia-do a Hitchcock, que lo definía como algo irrelevante para la trama pero que permite que el argumento avance.
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