Ocio

Series

«Instinto»: normalizando el autismo

Óscar Casas encarna a José, un joven con Trastorno del Espectro del Autismo en una de las mayores apuestas de Movistar+ para 2019.

De izda. a dcha., Óscar Casas (José), Lola Dueñas (Laura) y Mario Casas (Marco), protagonistas de «Instinto»
De izda. a dcha., Óscar Casas (José), Lola Dueñas (Laura) y Mario Casas (Marco), protagonistas de «Instinto»larazon

Óscar Casas encarna a José, un joven con Trastorno del Espectro del Autismo en una de las mayores apuestas de Movistar+ para 2019.

Desde «Mater amatísima» (1980) y «Rain Man» (1988), los personajes con TEA, es decir, que presentan un Trastorno del Espectro Autista, han sido una constante en el mundo audiovisual. Su presencia en la pequeña pantalla ha ido en aumento durante los últimos años, tanto en el género de comedia, con relevante presencia en series de éxito internacional como «The Big Bang Theory», «Community»,«Atípico» o «Parenthood», como en el drama («Doctor Who» y «The Bridge»), e incluso en el «thriller» policíaco («CSI: Las Vegas», «Sherlock» y «Bones»).

Pese a que en la producción propia nacional son menos frecuentes, varias series han representado en sus tramas el trastorno: «Pulseras rojas», donde Toni (Marc Balaguer) encarna al chico listo pero inmaduro debido al síndrome de Asperger, el mismo que presenta Lola Martín (Ruth Núñez) en «Frágiles». Óscar Casas es el último en sumarse gracias a «Instinto», una de las grandes apuestas de ficción de Movistar+ para el año que viene. Para el joven intérprete es «el mejor personaje» que ha encarnado hasta la fecha y asegura que el trayecto para crearlo, que incluyó varias visitas a un centro especializado para conocer y jugar con los chicos y charlar con los expertos y psicólogos, «fue maravilloso». «Cuando oyes la palabra autismo piensas en ciertos tópicos, pero el TEA es muy amplio e incluye un enorme espectro», señala Casas, para el que es primordial «cumplir las expectativas» para «que los padres de chavales con este desorden vean que lo estamos abordando como se debe».

Labor de asesoramiento

Sin embargo, no esconde la complejidad de la tarea, que ha provocado en algunos momentos «una enorme inseguridad» porque la línea entre el exceso y el defecto en el abordaje fue muy fina. «José es frescura, naturalidad y felicidad, solo hay que entender sus crisis», apunta Casas. Por otra parte, esta labor de asesoramiento ha incluido al equipo de guión de la productora, Bambú Producciones, una práctica que, según José Antonio Peral, director técnico de la Confederación Española Asperger, es cada vez más habitual. «Es algo que agradecemos porque el beneficio es mutuo. Ellos (las productoras) presentan algo que se adecúa mejor a la realidad, y, desde luego, nosotros estamos encantados de hacer ese esfuerzo de orientación porque nos permite dar una divulgación que no podríamos realizar por nuestra cuenta», indica el experto.

Porque no siempre se ajustan a la verdad ya que «parten de estereotipos o generalizaciones que no siempre corresponden a la realidad», aunque entienden que se incentiven ciertos rasgos, sobre todo en la comedia, «porque no están diseñados para la divulgación científica». «Nunca darás con ningún prototipo de personaje que lógicamente dé cabida a todo ese conjunto tan heterogéneo porque si hay un trastorno en el que vas a encontrar variabilidad es precisamente en el del espectro del autismo», subraya.

No obstante, sí echan en falta un enfoque más amplio que se represente «a través de las familias», que son el verdadero apoyo y soporte de los afectados y de las asociaciones repartidas por todo el territorio. Pese a no contar con un registro oficial, según estimaciones de la Estrategia Española de los Trastornos del Espectro Autista de 2015, existen 450.000 personas que presentan TEA y alrededor del 18-24% son síndrome de Asperger.

Entre las muchas cuentas pendientes, la puesta en marcha de una proposición no de ley, presentada en el Congreso en 2014, para poner en marcha un plan de acción; mayores esfuerzos en investigación y una mejor evaluación en niñas y en individuos a partir de 40 y 50 años que no tienen conciencia de tener el desorden.