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Reír por no llorar

Disponible en Movistar+, la nueva colaboración entre Michel Gondry y Jim Carrey transita de modo indiscreto entre la comedia y el drama

Jim Carrey se quita la máscara en una novela autobiográfica
Jim Carrey se quita la máscara en una novela autobiográficalarazon

Disponible en Movistar+, la nueva colaboración entre Michel Gondry y Jim Carrey transita de modo indiscreto entre la comedia y el drama.

Sí, «Kidding» está protagonizada por un cómico legendario, Jim Carrey; y sí, cada uno de sus episodios dura media hora, pero que eso no lleve a nadie a engaño: no es una comedia. ¿O quizá sí, después de todo? En realidad, el gran problema de esta serie decididamente extraña es que, mientras emprende un viaje profundamente melancólico a la psique de un hombre roto, permanece atrapada en un lugar indeterminado entre la comedia y el drama, incapaz de orientarse hacia ninguno de esos dos territorios.

Su protagonista es Jeff Pickles (Carrey), adorado presentador de un célebre programa de televisión para niños lleno de canciones y muñecos y algo parecido a un emisario de un tiempo pasado, más amable; alguien ingenuo, incapacitado para el cinismo y siempre dispuesto a ver lo mejor en el prójimo. Pero Jeff todavía se recupera de una devastadora tragedia –su hijo Phil murió un año antes en un accidente automovilístico–, y ni su esposa Jill (Judy Greer), de la que está separado, ni su otro hijo (Cole Allen) quieren saber nada de él. Cuando nosotros lo conocemos, su ya de por sí frágil estado mental empieza a resquebrajarse bajo la presión, lo que lo llevará a comportarse de maneras no especialmente propias de un modelo de conducta para los niños.

Sobre el papel, gran parte de la gracia de «Kidding» proviene del marcado contraste entre la inocencia de Jeff y la crueldad del mundo que lo rodea. Pero, en la práctica, contemplar cómo la luminosa cosmovisión del personaje es sistemáticamente rechazada por un entorno feroz e insensible no resulta especialmente divertido. La ficción televisiva actual está saturada de comedias que flirtean insistentemente con el drama, pero pocas de ellas son tan sombrías como «Kidding». Lo suyo no es tanto humor negro como simple negrura.

Atrevimiento visual

La serie posee la intrepidez visual habitual en Michel Gondry, que ya trabajó con Jim Carrey en «Olvídate de mi» (2004) y aquí sin duda lo pasó en grande diseñando tanto los muñecos del señor Pickles –que incluyen una baguete parlante y una nutria espacia– como los títulos de crédito, hechos con papel. Es una pena que no haya sido capaz de modelar tan hábilmente al ser de carne y hueso que ocupa el centro de la serie. A menudo no queda claro si espera que empaticemos con Jeff o, por el contrario, nos riamos de él. En algunas escenas el personaje es como un niño que habita en el cuerpo de un adulto, y en otras explota con furia violenta. Además, sus intentos de reavivar la relación con su esposa transcurren sobre una línea muy fina trazada entre el romance y el acoso. Y en realidad resulta difícil imaginar un tiempo en el que Jeff no resultara amenazante. Al menos a lo largo de los primeros cuatro episodios no hay rastro del viejo señor Pickles, el que al parecer encandiló a todo un país. Todo cuanto vemos es un hombre extraño y obviamente perturbado, rodeado de muñecos algo inquietantes, y que canta directamente a la cámara.