Don Juan Carlos
Una herencia para las nuevas generaciones
Ha prestado grandes servicios a España y ha contribuido al buen entendimiento entre los españoles y por la concordia.
Ha prestado grandes servicios a España y ha contribuido al buen entendimiento entre los españoles y por la concordia.
Para varias generaciones de españoles, nacidas en el franquismo, la muerte del general Franco se esperaba con grandes expectativas de cambio, unidas a temores por la continuidad del Régimen que había mantenido a España en un aislamiento político y diplomático que nos tuvo durante varias décadas al margen del proceso de integración europea y de las instituciones comunitarias. Los españoles, entonces, empezamos a salir a Europa y veíamos diferencias que envidiábamos y, al mismo tiempo, nos acomplejaban. España se desarrollaba económicamente pero era un país marginal, atrasado y sin papel en el proceso europeo en marcha. Seguíamos teniendo una España en el exilio. Las heridas y cicatrices de la Guerra Civil seguían abiertas. Éramos europeos y estábamos fuera de Europa.
El Príncipe Don Juan Carlos accedió a la Jefatura del Estado, como sucesor de Franco, a título de Rey; pocos podían esperar que, desde sus primeros meses de Reinado, tuvieran lugar los cambios, por el propiciados, para lograr como objetivo fundamental de su reinado ser Rey de todos los españoles.
El Conde de Barcelona, padre de Don Juan Carlos, hacía tiempo que se había convertido en uno de los opositores del general Franco, llevando a cabo desde Estoril una acción política activa, en contacto con algunos de los sectores políticos del exilio, para la restauración de la Monarquía bajo los principios y valores de una democracia occidental, lo que le valió ser una hostilidad abierta por Franco y marginado como su sucesor.
Tiempo habrá para estudiar en el futuro cómo el Rey Juan Carlos habiéndose educado en la España franquista y jurado los Principios del Movimiento Nacional, transitando de la Ley a la Ley, respetando la legalidad entonces vigente, se propone el cambio de Régimen y la restauración de una Monarquía democrática. A este respecto, no podemos olvidar que el entonces Príncipe de Asturias tenía a su familia en el exilio y que su padre, heredero de Alfonso XIII, siempre mantuvo una singular influencia política en él.
El escepticismo de muchos sobre la sinceridad de los propósitos manifestados por el nuevo Rey era generalizado llegando incluso al desprecio personal. Sin embargo, apoyado por sectores aperturistas del Régimen y también con la complicidad de sectores de la oposición democrática, el Rey Juan Carlos se implica, de manera personalísima, en la modificación de las Leyes fundamentales y, mediante la Ley de Reforma política, abre el proceso que lleva a la aprobación de la Constitución de 1978 que restaura las libertades democráticas en España; rechazando ser un mero continuador del franquismo.
Don Juan Carlos cede todos sus poderes, heredados del anterior Jefe de Estado y, con el apoyo generoso y lúcido de personalidades como Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suárez, el Partido Socialista, el Partido Comunista tras su legalización y, los partidos nacionalistas catalán y vasco aprueba y apoya, en muy corto plazo de tiempo, medidas audaces que transforman a España de una Dictadura en una Democracia.
Durante casi 39 años, el Rey Juan Carlos ha sido nuestro Jefe de Estado, con grandes niveles de popularidad, habiendo prestado a lo largo de estos años grandes servicios a España y a los españoles. Sin duda alguna, si tuviese que destacar lo más significativo de su reinado, sería su permanente dedicación a contribuir al buen entendimiento entre españoles y sus diversos territorios, y a que la reconciliación y la concordia de los dos bandos de la guerra Civil sentaran las bases de la convivencia política en nuestro país; en lo esencial: que los españoles se reconocieran como conciudadanos de un mismo país y cerraran diferencias ideológicas y sectarias que tantas desgracias trajeron a España.
Los españoles con su mayoritario apoyo a las reformas no buscaron una vuelta atrás sino incorporar España a Europa y, el Rey Juan Carlos interpretó con fidelidad este sentimiento generalizado buscando con gran dedicación y oficio que los cambios fueran aceptados y entendidos fuera de España y que nuestro país recuperara, como Nación, el prestigio perdido Tras su reinado, España era otro país, mucho mejor, casi irreconocible respecto a aquel de la llegada al trono de Don Juan Carlos.
España le siguió y apoyó, en momentos muy difíciles y reconoció su lúcida y valerosa actuación cuando la Democracia fue seriamente amenazada. Y queda como asignatura pendiente que las nuevas generaciones de españoles, que han recibido de otras generaciones un país más próspero, mejor preparado, más solidario y abierto reconozcan su legado político como una buena herencia, con algunas sombras, como en toda obra humana pero con muchas, muchas luces y enseñanzas.
El Rey Juan Carlos ha reinado y no gobernado; así lo quiso y ejercicio sus funciones, respetando la Constitución en plenitud, como Rey, sin renunciar a las facultades de arbitraje y moderación que la Constitución le otorgaba. Supo reinar con una actitud siempre dialogante y abierta a los cambios que su entorno le exigía y prestó gran ayuda y respaldo a los gobernantes que fueron sucediéndose en sus muchos años de reinado.
Su Reinado dio a nuestro país estabilidad y prosperidad y gran prestigio en el mundo. No podemos olvidar hasta que punto España bajo su liderazgo inspiró cambios revolucionarias que en varios países de la Europa del Este modificaron sus regímenes autoritarios en democracias plenas. Hasta tal grado su liderazgo fue reconocido cuando le fue concedido el prestigioso Premio Carlomagno.
No soy imparcial, pero no soy persona que se ha prestado a la adulación y al halago y mucho menos con nuestro Rey Juan Carlos. No lo hubiera permitido a personas a quienes les dio la confianza que él me dio. No es el momento de repasar lo mucho que nuestro Rey Juan Carlos ha hecho por España. Pero, al menos, sí deseo celebrarlo con ocasión de su Aniversario, el de los ochenta años y, por otra parte, dejar constancia de que en el Rey Juan Carlos hemos tenido un gran actor político, probablemente irrepetible como Rey constitucional y, junto a él, la Reina Sofía, que le ha acompañado de manera ejemplar en todo su largo reinado.
No fue una sorpresa su abdicación, aunque lo fuera en el momento en la que se produjo. Fue una decisión personalísima pensada largo tiempo antes. No fue una sorpresa al menos para quienes hemos estado cerca de él como Rey. Don Juan Carlos aceptó y asumió su reinado como un deber histórico, como un destino debido, a pesar de los sacrificios que como niño y joven tuvo que aceptar para asumirlo. Y, también tuvo muy claro que su legado fundamental sería transmitir el trono a su hijo y sucesor, el Príncipe Don Felipe y, de esta manera pasar del juancarlismo a la institucionalización de una Monarquía democrática en España.
Por Fernando Almansa/ *Vizconde del Castillo de Almansa Ex Jefe de la Casa de SM el Rey Juan Carlos l
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