Contaminación ambiental
«Tortuga a bordo», un proyecto para la supervivencia de la especie
Inician su travesía en aguas del Caribe y llegan al Golfo de Cádiz en pos de alimento.
Inician su travesía en aguas del Caribe y llegan al Golfo de Cádiz en pos de alimento. Son tortugas marinas, bobas casi un 95 % y también tortugas laud, que han superado en su viaje amenazas como el consumo de plásticos o galletas de chapapote, golpes de hélices o el más importante, la pesca accidental.
Así nace "Tortuga a bordo", un proyecto participativo, dirigido por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y financiado por la Fundación Biodiversidad y el Fondo Europeo de Pesca.
En el mismo colaboran las consejerías de Pesca y Medio Ambiente de Andalucía y de Murcia, las cofradías de pesca y los cinco centros de Recuperación de Fauna Marina de las dos comunidades.
Su objetivo es potenciar un protocolo ya existente en toda España por el que los pescadores, cuando ven una tortuga herida atrapada en sus redes o enganchada accidentalmente a un anzuelo, la izan al barco y llaman al 112. La realidad es que, debido a los inconvenientes prácticos, las trabas administrativas y el escaso reconocimiento a su labor se rescatan muy pocos ejemplares.
"Ellos notaban que traían la tortuga, la dejaban en puerto, y (los pescadores) ya no eran parte de nada. Sólo seguían siendo los malos, los que matan las tortugas, cuando en realidad son fundamentales para proteger la especie", ha asegurado en declaraciones a Efe el investigador y coordinador del proyecto, Adolfo Marco.
"Vamos a conectar el centro de biodiversidad con el pescador, de forma que le informamos de todo el proceso y en el momento en el que se libere lo vamos a invitar", ha añadido Marco, para quien también es fundamental el documento del Ministerio de Medio Ambiente que han entregado ya a más de cien barcos y que los identifica como colaboradores de la iniciativa.
"Tenían miedo de que la Guardia Civil les pudiera parar en el mar o al llegar a puerto y les pidieran el permiso para llevar un animal que está en peligro de extinción, amenazado y que requiere una autorización para transportarlo", añade.
Además de suministrar al personal de los barcos pesqueros un protocolo de actuación, los científicos también demandan ahora que les lleven a puerto todos los ejemplares, para que sean expertos los que decidan si la tortuga tiene o no problemas.
Se están instalando también de forma progresiva en todas las lonjas pesqueras andaluzas tanques de agua marina en los que depositar la tortuga hasta que el personal del centro de recuperación pueda recogerla.
"En el centro tenemos varias piscinas de diferentes tamaños, donde las tortugas se recuperan en un tiempo variable según las lesiones que tengan, que pueden ser, las más graves, desde la amputación de una aleta hasta la fractura del caparazón", explica la veterinaria del Centro de Gestión del Medio Marino Andaluz (CEGMA) de Algeciras, Carolina Fernández.
Algunos ejemplares, los más dañados, no volverán nunca a su hábitat natural, pero podrán sobrevivir en acuarios y sirven para el estudio científico de la especie.
Precisamente, en los últimos años, varias de estas tortugas se han acercado a playas del Mediterráneo español a desovar, un fenómeno inédito en las costas españolas, que hace pensar a los científicos que el cambio climático está cambiando su comportamiento.
Sólo en el verano pasado hubo seis intentos de anidación, uno de ellos en Almería, y otro, en una playa de Alicante, donde la tortuga llegó a depositar sus huevos y donde nacieron más de 100 ejemplares.
Quince de ellas crecen ahora en el Cegma de Algeciras alimentadas por una "papilla flotante"elaborada a base de cefalópodos y pescado. Cuando crezcan serán liberadas en Valencia y con ellas se abrirá la puerta a un fenómeno singular en las costas españolas, ya que se espera que, cuando sean adultas, vuelvan a desovar a las playas en las que nacieron.
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