Montevideo

Cabo Polonio, un refugio bohemio en Uruguay

Cabo Polonio, un refugio bohemio en Uruguay
Cabo Polonio, un refugio bohemio en Uruguaylarazon

Un pueblo de pescadores con apenas cien vecinos, escondido entre dunas de arena, a donde los coches no pueden llegar. Así es Cabo Polonio.

Sin luz, sin gas y sin agua corriente. La conexión wifi a internet ni está, ni se la espera. Intentar llegar en coche, simplemente es misión imposible, ni siquiera con un potente vehículo 4x4. La única forma de acceder a Cabo Polonio es recorrer a pie, desde el balneario de Valizas, ocho duros kilómetros sembrados de dunas y vegetación, a caballo o en un camión comunitario, tipo militar, con una cubierta con asientos para 24 pasajeros, los únicos vehículos autorizados por la dirección del Parque Nacional, establecido como tal desde 2009.

No hablamos del fin del mundo, aunque a priori pueda parecerlo; Cabo Polonio está situado a dos pasos de Brasil y a 260 kilómetros de Montevideo, al noroeste de Uruguay, y, sin duda alguna, es uno de los últimos reductos para hippies setenteros, mochileros y artistas bohemios que quedan en América Latina. Su nombre, que nadie se asuste, nada tiene que ver con el metaloide radiactivo; simplemente le fue dado en honor a Joseph Polloni, marinero hispano y capitán de un barco que naufragó en estas turbulentas aguas en enero del año 1753.

El cabo no era un lugar atractivo para asentamientos humanos, pero sí era, y sigue siendo, una de las mayores reservas de lobos marinos del mundo. Ahora estos mamíferos están protegidos, pero a mediados del siglo pasado fueron fuente de lucro gracias a la venta de su aceite para productos cosméticos. Con los años, el negocio fue muriendo; algunas familias se quedaron reconvertidas en pescadores o artesanos. Algunos, los más avispados, vieron el filón del turismo y abrieron los primeros hostales. Ahora, la construcción está prohibida, aunque, de la noche a la mañana, puede aparecer una nueva construcción clandestina.

Llegados a este punto, muchos se preguntarán cuál puede ser el atractivo turístico de Cabo Polonio. La respuesta es fácil y evidente: el Tiempo, en mayúsculas, pues aquí se ha tomado un respiro, no corre frenético al ritmo de internet. Mitad balneario, mitad comuna, Polonio pasa del paso del tiempo y no admite órdenes. Todo está dispuesto para conectarse con la naturaleza, sin contaminación visual ni ruidos externos. Las noches son, simplemente, mágicas; uno de los mejores lugares para contemplar las estrellas.

A pesar de que Cabo Polonio fuera tachado de lugar maldito para la navegación (cuentan que las brújulas se volvían locas), aquí no hubo faro hasta 1881. Pedro Grupillo, el primer farero, tenía la ardua tarea de subir, cada tres horas, los 132 escalones de la torre para alimentar la llama que, a modo de haz luminoso, advertía a los barcos de los peligros de la costa. «12 segundos de oscuridad» (justo el lapso de tiempo entre destello y destello) es una canción compuesta por Jorge Drexler, homenaje a Cabo Polonio, y en su letra nos dice: «Un faro quieto no sería guía, mientras no deje de girar. No es la luz lo que importa de verdad, son los 12 segundos de oscuridad». La canción se puede escuchar en el Centro de Interpretación del Parque, instalado en la terminal de camiones de Valizas. Desde 1976, el faro forma parte de la lista de Monumentos Históricos Nacionales de Uruguay.

Punta Ballena, una lengua de tierra que se adentra cientos de metros en un mar siempre azul y ondulado, fue el enclave elegido por Carlos Páez Vilaró (escultor, pintor, compositor, muralista, ceramista, escritor, cineasta... Todo un Da Vinci uruguayo) para levantar Casapueblo, partiendo de la estructura original de su residencia veraniega. Durante 36 años, sin plano alguno, fue completando lo que él llamaba su «escultura habitable». Hoy, es una pequeña ciudadela que incluye un hotel, un museo, un taller de arte y un café literario con rincones en honor a Benedetti, Borges, Picasso o Ernesto Sábato. Una construcción mágica, única, que no se sabe bien lo que es, pero invita a conocerla. Según el propio artista, su obra es un tributo al hombre de campo que se sirve del adobe para levantar su propia casa. La omnipresencia del mar, sus paredes de un blanco inmaculado, la ausencia total de líneas rectas (con Gaudí como evidente inspiración) hacen que resulte inevitable recordar las sinuosas construcciones que siembran las costas mediterráneas. No en vano se la califica como la «Grecia uruguaya». Cada tarde, desde 1994, al llegar el ocaso, en Casapueblo se realiza la Ceremonia del Sol, un rito que ningún visitante debería perderse. Con aires de misa ecuménica, en medio del silencio respetuoso de todos los presentes, surge la voz grabada de Páez Vilaró en un poema dedicado al astro rey, describiendo todas sus bondades y citando cada rincón del planeta donde vio su caída. La ceremonia se ve adornada con la presencia de golondrinas y gaviotas que acuden, inevitablemente, cada atardecer hasta que el sol se oculta en el horizonte, momento justo en el que finaliza el poema.

Aquellos viajeros que lo deseen, pueden alojarse en uno de los 72 apartamentos del complejo, todos con magníficas vistas al mar o a la piscina. También tiene un gimnasio y un restaurante especializado en cocina internacional donde se puede probar el típico «chivito», el bocadillo típico uruguayo, con carne de lomo vacuno, queso, huevo, bacon y cebolla. El mejor sabor de boca para un viaje diferente.

Cómo llegar: Desde España, las compañías Iberia (www.iberia. com) y Air Europa (www.aireuropa.com) tienen varios vuelos semanales directos desde Madrid a Montevideo. Una vez en la zona, la única forma de acceder a Cabo Polonio es recorrer a pie ocho kilómetros o subirse en uno de los vehículos autorizados para entrar en el Parque Nacional.

Dónde alojarse: Hotel Casapueblo (www.clubhotelcasapueblo.com), en Punta del Este, es el alojamiento perfecto para disfrutar de la zona. Cuenta con 72 apartamentos, totalmente equipados, todos con terrazas y vistas al mar desde donde contemplar las maravillosas puestas de sol.

Más información: en la página web de la Oficina de Turismo de Uruguay: www.uruguaynatural.com.