Asia
Hong Kong, la ciudad de los niveles
Los rascacielos de esta ciudad, separados por una muralla de agua de mar, la convierten en imponente, poderosa y bulliciosa
Los rascacielos de esta ciudad, separados por una muralla de agua de mar, la convierten en imponente, poderosa y bulliciosa
Nunca un «skyline» tuvo tanta importancia como en Hong Kong. Los rascacielos de esta ciudad, separados por una muralla de agua de mar, la convierten en imponente, poderosa y muy bulliciosa. Descubrir Hong Kong por primera vez supone una avalancha de contrastes que se ve reflejada en todos los niveles que tiene la ciudad. El de los túneles subterráneos de las estaciones de metro, siempre con aire acondicionado; el de las pasarelas techadas que conectan lugares, centros comerciales y calles sin tener que pisar por ellas, resguardándote del calor y de la lluvia; y, por supuesto, el de las alturas... desde las azoteas de los grandes edificios y hoteles hasta las magníficas vistas desde lugares como el Pico Victoria.
Otra forma de ir descubriendo la ciudad es a través de su oferta gastronómica, siempre con palillos y té. La hora del almuerzo es ideal para probar los dim sum, que «llegarán a tocar tu corazón» como reza su significado. Los hay de todos los tipos y rellenos. Son unos pequeños bocados elaborados a base de una pasta fina, habitualmente hecha de harina de arroz o trigo, horneados y que se sirven en pequeñas cajas de bambú. Uno de los mejores locales para probarlos es Dragon-i (zona Central), precioso, destacan el rojo de las sedas pintadas de sus lámparas, las mesas redondas... donde guapos y guapas de la ciudad quedan para tomar el dim sum buffet al mediodía. No hay que perderse los de pez mantequilla, pepino y salsa picante; los de cerdo caramelizado y los de gambas con algas. Por la noche presumen de dar las mejores fiestas con Dj’s invitados para la ocasión. Si busca algo menos sofisticado, en la zona de Wan Chai se encuentra DimDimSum, un pequeño restaurante especializado en esta maravillosa «tapa» china a precios populares que acumula premios y artículos en sus paredes. Además, rollitos de primavera y noodles de varios tipos para elegir. No verá muchos turistas, lo que da la sensación de saborear la ciudad desde dentro.
En Hong Kong se cruzan las culturas y las cocinas y si lo que busca es una experiencia gastronómica de altura no se puede perder alguna de estas direcciones imprescindibles. Una de ellas se encuentra en la orilla de Kowloon, en el restaurante Aqua, con una de las mejores vistas de la ciudad. Dos cartas conviven en Aqua, una de inspiración italiana y otra japonesa. Lo mejor es combinar ambas, por ejemplo, con una degustación de sushi y unos tagliolinis con carabineros, jengibre y tomillo; o la patata trufada con huevo poché, crujiente de parmesano y trufa negra... Pero no podrá quitar la vista de la cristalera con los edificios y juegos de luces sobre la bahía de Hong Kong. Impresionante (todo, también el precio, que no baja de 100€ por persona, aunque merece la pena). Otra opción más económica, pero no menos impactante, es la de tomar un vino blanco y unas mini-burgers en la azotea del Parklane Hotel, muy concurrida por occidentales, mientras disfruta de los colores de la puesta de sol.
Ferry entre orillas
Y como no puede ser de otra forma, en Hong Kong hay que subirse a un barco al menos una vez. La opción más económica, antigua y auténtica es, por supuesto, la de utilizar el ferry que conecta ambas orillas y que utilizan a diario miles de personas. Otra, más glamurosa, es visitar diferentes lugares del puerto o de la isla con el barco «Aqua Luna», un icono que conserva el sabor de las antiguas embarcaciones chinas de comercio que surcaban estas aguas.
Y en Hong Kong entra el gusanillo de las compras. Las grandes firmas de lujo internacionales multiplican sus escaparates en cada manzana: Cartier, Dior, Chanel, Armani (que tiene un edificio entero con restaurante y floristería incluidos)... La mayoría de los productos, salvo el tabaco y el alcohol, están libres de impuestos, por eso hay muchos turistas, la mayoría chinos, que vienen a estas tiendas a comprar el «último modelo». Si ésa no es su intención, también puede ir a regatear al mercadillo nocturno de Temple Street (en Kowloon) o al de Stanley, en el sur de la isla, al que podrá llegar en barco, y disfrutar de un escenario completamente diferente, sin grandes edificios, con preciosas playas, naturaleza y «virgin» mojitos, con mucho hielo.
Imprescindible Mandarín
El Hotel Mandarin de Hong Kong abrió sus puertas en el año 1963 convirtiéndose en el primero de una larga cadena que agrupa ya 46 hoteles en todo el mundo, en los que el lujo y la excelencia en el servicio son su bandera. El Hotel Mandarin de Hong Kong presume de unas impresionantes vistas a la Bahía Victoria. Aquí una de las visitas obligadas se encuentra en el piso 25, en el restaurante cantonés Man Wah, decorado con sedas, maderas trabajadas con escenas tradicionales chinas, lámparas doradas que emulan las famosas jaulas de pájaros... De su cocina salen platos clásicos de la cocina cantonesa como el pato laqueado e interpretaciones maravillosas de sus recetas más tradicionales como la jugosa langosta frita con huevo y mousse de vieira. Una impresionante carta de vinos se pone a disposición del comensal de la mano de Anty Fung, sumiller del Man Wah, que se encarga de que todo sea perfecto.
- Cómo llegar: KLM y Air France vuelan desde España a Hong Kong, con escala en Ámsterdam o París.
- Dónde dormir: todas las grandes cadenas tienen hoteles que dan a la bahía. Si se va una vez a Hong Kong merece la pena tener vistas. El hotel Renaissance tiene buenas ofertas.
- Qué hacer: un paseo en barco es imprescindible
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