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La gran ruta suiza

Con sus más de 1.600 kilómetros y con una duración estimada de entre diez y quince días, esta ruta propone al viajero recorrer las cuatro zonas lingüísticas del país, atravesar cinco puertos alpinos, once patrimonio mundiales de la Unesco, 22 lagos y algunas de las ciudades más emblemáticas el país

La gran ruta suiza
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Esta ruta propone al viajero recorrer las cuatro zonas lingüísticas del país, atravesar cinco puertos alpinos, once patrimonio mundiales de la Unesco, 22 lagos y algunas de las ciudades más emblemáticas del país

Al despertar supimos que teníamos que hacerlo, no podíamos esperar más, era ahora el momento que tanto ansiábamos. Suiza nos estaba esperando.

Equipados con una buena cámara de fotos, una maleta y un coche de alquiler, la Gran Ruta Suiza iba a ser nuestra aventura durante las próximas semanas. Esta ruta discurre por las zonas más bonitas de este coqueto país a través de 1.600 kilómetros, con una duración de entre diez y quince días, aunque se puede elegir hacerla entera o, si no hay tanto tiempo, por tramos. Lo mejor de todo es que uno mismo es el que diseña este gran viaje.

La Gran Ruta Suiza recorre las cuatro zonas lingüísticas del país, a saber, alemán, francés, italiano y romanche; atraviesa cinco puertos alpinos, nos permite contemplar once patrimonios mundiales de la Unesco, veintidós lagos y, por supuesto, también se puede disfrutar de las ciudades más espectaculares e históricas de Suiza.

Comenzamos volando a Zúrich. Un vuelo directo y rápido que nos coloca en menos de tres horas en la ciudad más grande de Suiza. Aprovechamos un par de días de estancia en Zúrich para recorrer sus animados barrios, la calle Bahnnohofstrasse, famosa por sus tiendas de alto nivel, sus edificios históricos como la catedral Grossmunster, en la que subimos a su torre para obtener una panorámica de 360º de toda la ciudad, que se adorna con los altos picos de los Alpes de fondo. Por último, nos damos una vuelta por el lago de Zúrich, subidos a bordo de un barco de vapor.

Sinuosas carreteras

Llega el momento de continuar nuestra aventura, ya sea en coche o en moto, pues para los amantes de las Harley Davison también es una experiencia única poder rodar con calma por sus sinuosas carreteras, contemplando la naturaleza en estado puro. Nosotros nos ponemos en marcha y nos dirigimos hacia el sur. Llegamos a Lucerna, que nos recibe con el puente de madera cubierto más antiguo del mundo, pues data del año 1332. El siguiente alto en el camino es la visita a Berna, la capital, considerada por méritos propios como una de las ciudades medievales más bonitas de Europa, ya que está ubicada dentro del meandro que forma el río Aare.

En Interlaken, situada entre dos lagos, como indica su nombre, hacemos una parada para descubrir las atracciones de este lugar, que se encuentra en el corazón de Suiza.

Lo primero que hacemos es contemplarla desde las alturas. Aquí en Suiza, las vistas aéreas desde las altas montañas son de fácil acceso gracias a sus numerosos funiculares, así que nos dirigimos hacia la montaña Harder Kulm, donde encontramos un restaurante y un mirador en la cima a 1.322 metros de altitud, desde donde nos extasiamos al contemplar, porque así el tiempo nos lo permite, las montañas Eiger, Mönch y Jungfrau, así como de los lagos Thun y Brienz, que abrazan la ciudad.

La estación más alta

Después de madrugar un poquito, calzarnos las botas y ponernos el abrigo, partimos hacia el Jungfraujoch, conocido como «Top of Europe», la estación de tren más alta de Europa, pues está, ni más ni menos, a 3.454 metros sobre el nivel del mar.

Posiblemente este circo de montañas que rondan los 4.000 metros de altitud son para los amantes de la escalada, el alpinismo y el senderismo, uno de los mejores lugares de toda Europa para practicar estos deportes al aire libre. Para poder apreciar y disfrutar de esta maravilla de la naturaleza, a un industrial suizo llamado Adolf Guyer, se le ocurrió en el año 1893, dinamitar para abrir un túnel, a través del Eiger y el Mönch y en él, construir un ferrocarril de cremallera hasta el Jungfrau. En el año 1894 el Parlamento Suizo le otorgó la concesión y fueron necesarios 16 años de construcción para finalizar el trayecto.

El viaje en tren por valles, cascadas y prados infinitos, rumbo hacia los hielos perpetuos, pasando por alguna estación intermedia en el interior de las montañas, son, sin duda, una experiencia única que nunca olvidaremos.

Seguimos por la Gran Ruta Suiza con dirección a la región de Friburgo, con obligada parada en Gruyere, pequeña ciudad medieval que seduce por su arquitectura pintoresca, su castillo fortificado y sus riquísimos postres de merengue y nata junto con el famoso queso de tradición ancestral, que lleva su nombre y es conocido mundialmente, ya que además es la base indispensable para hacer la célebre «fondue» de queso.

Continuamos hacia Friburgo, aparcamos el coche y nos compramos la City Card Friburgo, una tarjeta válida para uno o dos días, y con ella visitamos la ciudad sin gastar mucho, pues sus trece museos, los barrios antiguos, golf urbano y muchas más actividades se pueden recorrer en transporte público sin restricciones.

Con sus 200 fachadas góticas del siglo XV, el casco antiguo de Friburgo es uno de los conjuntos de arquitectura medieval mejor conservados de Suiza. Desde casi todos los puntos de la ciudad divisamos la alta torre de la catedral de San Nicolás, a la que se puede subir por sus más de 300 escalones, para tener una visión espectacular de la urbe y los puentes sobre el río Sarine, que conectan el pasado con el futuro de esta gran ciudad.

Como curiosidad, para unir la ciudad baja con la alta, existe un funicular único, que funciona impulsado por aguas residuales, y data del año 1899.

Friburgo es la frontera lingüística de dos idiomas, el alemán y el francés, y con ello nos despedimos del viaje con ganas de preparar el siguiente y seguir recorriendo la Gran Ruta Suiza, al decirnos con una gran sonrisa: «Hasta pronto». «Auf Wiedersehen», «Au revoir» o «Arrivederci».

- Cómo ir: Vuelos directos desde Madrid y Barcelona a Zúrich con la aerolínea Swiss (www.swiss.com/spain).

- Cómo moverse:

Lo más cómodo es hacer la ruta por carretera. La señalización de la Gran Ruta Suiza se está realizando actualmente y estará siempre visible en los cruces de las carreteras. Si se elige el tren, lo más aconsejable es comprar el: «Swiss Pass», que permite viajar combinando ilimitadamente la red de trenes, barcos y autobuses durante varios días a elegir, con un 50 por ciento de descuento en la mayoría de los trayectos. Más información de la ruta en: www.mywayrutasencoche.com

- Dónde dormir: Interhome es una cadena de alquiler de apartamentos, casas rurales, hoteles, chalets, etc. El teléfono en España es 902 302 306 www.interhome.es.

- Guías: Suiza, de la editorial Lonely-Planet, y Suiza, Edit. Michelín.

- Más información: Oficina Suiza de Turismo. C/ Diputación, 289 – 08009 Barcelona. Teléfono: 93 4961368.

HR.GIGER (ALIEN)

Para los amantes de la película «Alíen» de R. Scott, existe un museo en Gruyere, dedicado al creador del monstruo alienígena, en el que también hay alguna obra de Dalí. Justo enfrente del museo se encuentra un peculiar bar decorado con figuras inspiradas en las escenas del film.

QUESO GRUYERE

En la ciudad de Gruyere se elabora el auténtico queso que lleva su nombre. Nos sorprende ver que no tiene agujeros, como sucede con la variedad francesa, sino que su textura lisa y uniforme se consigue con una curación de entre 5 y 12 meses. Ofrece su característico sabor salado y algo picante.

MATTERHORN, EL ICONO

Este pico cuenta con 4.478 m. de altura sobre el nivel del mar y es un icono de los Alpes por su figura piramidal. El 14 de julio de 1865 el británico Edward Whymper consiguió alcanzar la cima del Matterhorn. La alegría se convirtió en tragedia para la expedición cuando cuatro de los alpinistas se despeñaron. Es recomendable visitar en Zermatt el museo del Matterhorn, que este año celebra el 150 aniversario de esa primera ascensión al mítico pico andino.

EL JUNGFRAUBAHN

El Jungfraubahn es un tren de cremallera que va desde Kleine Scheidegg hasta el Jungfraujoch. Hace su recorrido por dentro de los montes Eiger y Mönch y está considerado una obra maestra de la tecnología. En los 8 kilómetros de trayecto supera una diferencia de altura de casi 1.400 metros.