Vacaciones

Lo que esconde Egipto más allá de sus pirámides

La amenaza terrorista del yihadismo, con algunos atentados en las últimas semanas, han provocado una disminución del turismo europeo, la gran fuente de ingresos de las arcas egipcias; todo lo contrario que el alemán

La mejor época para viajar al país de las pirámides es de noviembre a febrero
La mejor época para viajar al país de las pirámides es de noviembre a febrerolarazon

La amenaza terrorista del yihadismo, con algunos atentados en las últimas semanas, han provocado una disminución del turismo europeo, la gran fuente de ingresos de las arcas egipcias; todo lo contrario que el alemán

Egipto es un mosaico de contrastes. Desde el «lujo asiático» más impresionante hasta el caos de sus ciudades degradadas y sucias. Sin embargo, este contraste es un valor añadido en un país refugio del tesoro más importante de la humanidad camuflado en las arenas del desierto sobre un sol abrasador y temperaturas que este año han llegado a los 49 grados en Abu Simbel o los 48 grados en el Valle de los Artesanos.

La mejor época para viajar al país de las pirámides y gozar de un crucero por el Nilo desde Luxor a Assuan, de las playas del Mar Rojo, o visitar El Cairo o Alejandría es, sin lugar a dudas, el periodo de noviembre a febrero. En esa época las temperaturas se sitúan entre los 15 y los 25 grados y hacen más llevaderas las visitas a los templos de Abu Simbel, Philae, Kom Ombo, Edfú, la extinta ciudad de Menfis, la pirámide roja o la mastaba de Saqqara, o las tumbas del Valle de los Reyes, de los Nobles o de los Artesanos. Eso sí, en esta época se tendrá que renunciar a un baño en las aguas del Nilo frente a la isla elefantina en plena zona Núbia, porque las aguas frías del gran río en plena canícula serán prohibitivas en esa época del año.

El turismo ha sido golpeado por la crisis política que atraviesa el país. De los 420 cruceros que trabajan en el Nilo, sólo un centenar están trabajando este verano. La amenaza terrorista del yihadismo, con algunos atentados en las últimas semanas, han provocado una disminución del turismo europeo, la gran fuente de ingresos de las arcas egipcias. Lo que parece no disminuir es el turismo alemán que viaja a este país concentrándose en El Alamain, el lugar emblemático de la Segunda Guerra Mundial en el que están enterrados miles de militares que sirvieron con el Mariscal Rommel.

La situación de tensión se puede comprobar en cada esquina, a la entrada de los templos, en el Museo Egipcio de El Cairo, y por las calles de todas las ciudades. Unidades militares están apostadas a la entrada de cualquier monumento, en cualquier esquina de las urbes, junto a unidades policiales y seguridad privada. Incluso en los cruceros se vigila atentamente quién entra y quién sale del barco, porque la seguridad es la gran obsesión de las autoridades, más después del fallecimiento en pleno juicio del líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi. Y no se sorprendan, en el aeropuerto de El Cairo pueden llegar a pasar hasta cuatro controles, y si es fumador un consejo: no lleve encendedores porque le serán requisados por unos militares con cara de pocos amigos.

Khan Al-Kalili, el gran zoco de El Cairo, sigue siendo una gran concentración humana en medio de miles y miles de tiendas que ofrecen al turista de todo. Eso sí, siempre regateando porque el egipcio puede llegar a pedir el triple, sino más, del precio que tienen sus productos, excepto en Jordi, la tienda que tiene fama de ser la más barata de todo El Cairo en la que se pueden comprar todo tipo de baratijas. Aquí la seguridad sube un punto en el nivel, y los guías de las empresas turísticas no dudan en dar «una ayuda» a algún policía para que acompañe a su grupo de turistas por las estrechas callejuelas del mercado.

El turista tiene que estar siempre al «loro» no por la seguridad, sino por la presión de los vendedores que los asaltan, literalmente, en cualquier lugar. «Un euro» y «no agobiar» lo repiten incesantemente la legión de vendedores de cualquier cosilla que ponen a los niños en primer lugar para ablandar los corazones. Si caes en la trampa de dar ese euro, tu paseo puede convertirse en una odisea de la que el turista trata de zafarse siquiera para respirar. Pararse delante de una tienda es otro de los errores comunes. Si lo haces, quedas rodeado y tu recorrido queda reducido a una loca carrera para llegar a un lugar seguro.

A pesar de todo, Egipto es un país de leyenda, de contrastes, y espectacular. Merece la pena visitarlo. El próximo año todavía más porque se abrirá el nuevo Museo de El Cairo a la sombra de las pirámides de Keops, Kefren y Micerinos y bajo la atenta mirada de la esfinge de Giza. Toda una experiencia.

Crucero por el Nilo, una experiencia única

Este río es el mayor de África y transcurre por diez países, pero los cruceros egipcios por el Nilo se centran en la zona sur del país, donde el viajero puede admirar templos únicos en el mundo que fueron santuarios religiosos en su época, lugares a los que el pueblo egipcio no acudía a rezar sino que constituía la residencia del dios. De entre todos los que se pueden disfrutar, destacan el Templo de Karnak y santuario de Amón, en origen, el dios local de la ciudad de Tebas, pero con el tiempo se convirtió en el dios del panteón egipcio, asociado al dios solar Re. El Templo de Luxor a tan sólo 3 km del anterior, es uno de los lugares más antiguos de culto del mundo. De hecho, se han realizado prácticas religiosas en este lugar durante más de 3500 años.