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El lujo asiático del Hotel Mandarin Oriental de Barcelona
En una de las calles más bonitas, populosas y céntricas de Barcelona se halla un hotel de máximo lujo y belleza, que cuenta con un sinfín de servicios absolutamente inmejorables
Lo primero que puede llamar la atención al visitante que oye hablar del hotel Mandarin barcelonés es justamente su nombre. ¿Una referencia a la lengua china en pleno Paseo de Gracia, a unos pasos de las gaudinianas Casa Batlló y La Pedrera, cerca de la Plaza Cataluña y las Ramblas, en la calle más comercial y exclusiva de la ciudad? Para entender el origen de tal nombre hay que viajar al Hong Kong de 1963, cuando se fundó el hotel Mandarin con el objetivo de ofrecer un servicio de alta categoría. Fue poco más de una década más tarde, con la adquisición del Oriental de Bangkok, cuando se unieron los dos nombres y vio la luz la empresa Mandarin Oriental.
Hoy, esta compañía de hoteles de súper lujo tiene casi cincuenta establecimientos, contando también sus residencias y sitios en desarrollo, en casi treinta países, entre Asia, América, Europa, Oriente Medio y Norte de África. La palabra, ciertamente, «lujo» se queda corta, insuficiente, injusta. Hay que darle una pátina de latín, para sofisticarla aún más, «luxus», y servirnos del diccionario de la Real Academia de la Lengua: «Abundancia en el adorno o en comodidades y objetos suntuosos», para saber a qué nos estamos refiriendo. En tal diccionario, se presenta una serie de sinónimos de la palabra: suntuosidad, fasto, riqueza, boato, grandiosidad, ostentación, opulencia, fastuosidad, pompa, profusión, abundancia, aparato, rumbo. Pero, una vez se atraviesa la fachada del hotel, a uno le entran ganas de escribir a la docta casa de la lengua española y sugerir que se añada a la definición de «lujo» un ejemplo insuperable de tal cosa y añadir lo siguiente: «Dícese de lo que es el Hotel Mandarin Oriental de Barcelona».
Más si cabe cuando, también en la entrada de dicho término, se menciona la popular expresión «lujo asiático», que significa, claro está, «lujo extremado». Lo verdaderamente extraño, del todo incomprensible para el ciudadano de a pie, es que este hotel tenga una catalogación sólo de cinco estrellas. Y es que hay fantásticos hoteles de esta graduación en Barcelona, por supuesto, de belleza y confort extraordinarios, de calidad descomunal, pero lo del Mandarin Oriental es otra cosa. Está ubicado en un edificio construido en 1955 y que albergó la sede del Banco Hispano Americano (en uno de los bares del hotel se han conservado las cajas fuertes de modo genial como parte del diseño del espacio) y se accede a él por una rampa colgante, a modo de puente levadizo, como si el huésped ascendiera por una alfombra glamurosa, con motivos florales, hacia un lugar donde la distinción se extiende al último rincón.
Habitaciones como apartamentos privados
Desde el exquisito recibimiento nada más entrar, en un vestíbulo precioso, el visitante percibe cómo el diseño de los espacios interiores ha sido pensado con rotunda eficacia; parte de ese trabajo corresponde a la reputada Patricia Urquiola, cuyo trabajo es un regalo para la vista. Tal cosa se hace ostensible en cada centímetro del edificio; todo es belleza majestuosa en las áreas compartidas, y así también en el abanico de increíbles habitaciones que tiene en su haber el Mandarin Oriental; por poner un ejemplo, las suites Boulevard, con vistas al Paseo de Gracia, que disponen todo lo soñado en este tipo de circunstancias: un amplio dormitorio y una espaciosa sala de estar con balcón o terraza, en algunos casos con una mesa de comedor para hasta cuatro personas, además de un baño acristalado con bañera y ducha.
Asimismo, todas las suites disfrutan de un servicio personalizado para el huésped, con lo que una estancia con todo lo imaginable cabe en este hotel, de ahí que su lema, que cumplen a rajatabla, sea «deleitar y satisfacer completamente a nuestros huéspedes». Dichas suites, pero también el resto de cuartos, gozan de vistas a dicho Passeig o a un tranquilo jardín, y más se parecen a un apartamento privado que a una habitación de hotel, e incluso algunas disponen de una espaciosa terraza. Se puede recurrir a un servicio de mayordomo y a la opción de conectarse a una habitación contigua.
Resulta imposible resumir las maravillas del Mandarin Oriental en unas pocas líneas, pero no podemos dejar de destacar aquí todo un santuario de serenidad que el hotel proporciona gracias a su spa. Este cuenta con terapias personalizadas, instalaciones de vanguardia y expertos terapeutas, y realmente es un lugar en que la relajación máxima se hace inevitable. Se ofrece al interesado tratamientos magníficos, desde masajes calmantes hasta revitalizantes tratamientos faciales, por medio de una serie de programas especializados para personas de todas las edades y capacidades; en todo ello se incluyen clases de alta eficacia y tratamientos de mejora del movimiento, que están diseñados para contribuir a la movilidad, la estabilidad, la preparación para el movimiento, el rendimiento máximo y la recuperación. Sin embargo, si uno no opta por esta oferta de salud y relax, siempre tendrá a su disposición en el spa una impresionante piscina cubierta de 12 metros de largo.
Restaurante Blanc con Epicuro a la mesa
En el mencionado patio interior, decorado de una forma sublime, por parte de la paisajista Bet Figueras, se encuentra el restaurante Blanc, que muestra un mobiliario de lo más original, con tonos blancos y formas redondeadas hasta cayendo del techo. Abierto durante todo el día, pues este espacio también sirve para las horas del desayuno, que es verdaderamente exquisito, Blanc se centra en la cocina local y los ingredientes naturales y dispone de varias opciones, incluida la de un menú.
El listado de platos apetecibles no tiene fin, ya sean los entrantes, las carnes, los pescados o los postres: ssam de pollo yakiniku con ensalada de papaya y encurtidos, ajoblanco de almendra tostada con sardina ahumada y tartar de tomates con salsa de sésamo; corvina en salsa verde de dashi, endivia, patatas baby y espárragos verdes, arroz meloso estilo «calçotada»: romesco de miso, calçots, panceta de cerdo y katsoubushi,solomillo al horno con café de París y parmentier, matcha cheesecake con sorbete de yuzu y crujiente de sésamo, sopa caliente de chocolate con sorbete de plátano y cremoso de cacahuete…
Por otro lado, los domingos se prepara allí el mejor brunch de Barcelona, sin la menor duda, con tres tipos de buffet, uno «frío en la mesa del chef», un segundo «caliente en el paso de cocina» y otro «buffet de nuestra mesa dulce epicurian», con propuestas formidables para pasar un fin de semana suculento; así, el comensal hallará una selección de quesos afinados nacionales, mermelada y frutos secos, una selección de marisco y marinados, con ostras, langostinos y navajas, más bacalao, risotto de setas y verduras, canelones de pollo asado, o brownie de chocolate al corte, macarons, tartaletas de frutos rojos y lemon pie, profiteroles... Siguiendo el nombre del tercer buffet, hasta Epicuro, el filósofo griego de los siglos IV-III a.C. que abanderó una forma de tomarse la vida basada en el bienestar del cuerpo y la mente para evitar el dolor, disponiendo de lo mínimo para subsistir, no podría resistirse al lujo asiático del Mandarin Oriental, encontrando en él el paroxismo de la serenidad, la felicidad del placer.