Japón
La moda de viajar a Japón se convierte en un lujo cada vez más inalcanzable
Ante el récord de turistas que inunda Japón, la ciudad de Kioto ha decidido tomar cartas en el asunto: a partir de 2026, alojarse en sus hoteles de lujo podría costar hasta 56 euros más por noche
Pernoctar en un hotel de lujo en Kioto tendrá un sobrecoste de hasta 56 euros a partir de 2026. La antigua capital imperial de Japón ha decidido dar un golpe sobre la mesa con un nuevo impuesto hotelero que gravará con hasta 10.000 yenes las estancias más exclusivas. La medida, lejos de ser simbólica, envía un claro mensaje al sector y busca poner coto a una situación que muchos consideran ya insostenible en una de las joyas culturales del planeta.
De hecho, esta drástica decisión responde a una necesidad acuciante: gestionar la avalancha de visitantes que amenaza el equilibrio de la ciudad. El país nipón batió todos sus récords en 2024 al recibir 36,9 millones de viajeros internacionales, una cifra que ha puesto a prueba tanto las infraestructuras como la vida cotidiana en sus urbes más emblemáticas, con Kioto a la cabeza del desafío. El objetivo ya no es atraer, sino gestionar el flujo turístico.
En este sentido, la iniciativa de las autoridades locales no persigue un fin meramente recaudatorio. El gravamen, que actualiza una tasa ya vigente desde 2018, tiene como principal misión proteger su frágil patrimonio. Los fondos obtenidos se destinarán íntegramente a conservar el valioso legado cultural de la ciudad, que sufre un desgaste notable por la presión constante del turismo masivo.
Un impuesto progresivo para regular sin expulsar
Así pues, el nuevo impuesto ha sido diseñado para ser proporcional al coste del alojamiento. Lejos de aplicarse únicamente al lujo, la estructura contempla un sistema de tramos que afectará a cada tipo de viajero. Las tarifas partirán de los 200 yenes (aproximadamente 1,14 euros) para los alojamientos más modestos y podrán alcanzar los 4.000 yenes (cerca de 23 euros) en los de categoría media-alta.
Con esta estrategia, se busca una recaudación más justa y distribuida entre los diferentes perfiles de visitante que llegan a la ciudad. La progresividad de la tasa garantiza que la presión fiscal no recaiga de forma desproporcionada sobre un único segmento, permitiendo que Kioto siga siendo un destino accesible pero comprometido con su propia conservación a largo plazo.
En definitiva, las autoridades de Kioto aspiran a encontrar un equilibrio más sostenible. La meta final es asegurar que la ciudad pueda seguir acogiendo a viajeros de todo el mundo sin que ello suponga un coste irreversible para su identidad, su patrimonio y la calidad de vida de sus habitantes, garantizando su esplendor para las futuras generaciones.