Roma

Recorrer Roma en unas horas

Pocas ciudades del mundo poseen una mezcla de magnificencia y simplicidad como Roma

Basílica de San Pedro / Foto: Maica Rivera
Basílica de San Pedro / Foto: Maica Riveralarazon

Pocas ciudades del mundo poseen una mezcla de magnificencia y simplicidad como Roma.

Pocas ciudades del mundo poseen una mezcla de magnificencia y simplicidad como Roma. Visitarla supone una inolvidable experiencia cultural, pero sobre todo –por lo que la urbe influyó en la historia de la humanidad–, el despertar de sentimientos que crean vínculos con ella.

En el transcurso de sus tres milenios de existencia, se constituyó como la primera gran metrópolis del mundo. Como testigo de ello, en sus calles se encuentra la mayor concentración de bienes históricos y arquitectónicos de la Tierra. Roma es una exposición de arte al aire libre donde se fusionan diferentes épocas que perviven por encima de las reglas del tiempo, siendo llamada, por ese motivo, Ciudad Eterna.

Roma en Vespa

Hay muchas maneras de conocer Roma, una larga estancia, unos breves días, e incluso unas escasas horas. Una larga escala entre vuelos en uno de sus dos aeropuertos es una oportunidad, o mejor dicho, una tentación, de salir a contemplar su belleza. Tan fácil como coger uno de los trenes que llevan al centro, y si se quiere hacer algo divertido a la vez que romántico, lo ideal es recorrerla en Vespa como lo hicieron Audrey Hepburn y Gregory Peck durante la película Vacaciones en Roma.

Moverse con libertad entre sus calles, sentir el traqueteo que provocan los adoquines del asfalto y estacionar a escasos pasos de los principales monumentos. La Vespa forma parte de la cultura popular italiana, y el conducirla por las vías romanas convierte cada segundo en una vivencia que no tiene precio. Sentir “perderse” en una ciudad en la que cada edificio, mil veces visto en fotografías e incontables veces imaginado en sueños, nos indica donde estamos.

El Coliseo, la Fontana di Trevi, el entrañable barrio del Trastevere o la inmensa Plaza de San Pedro... En ese “perdernos” circulando, pasaremos varias veces por la Piazza Venezia, pues en ella se cruzan cinco de las vías romanas más importantes y parece que de un monumento a otro la emblemática plaza, presidida por el majestuosos Vittoriano de mármol blanco, es faro que señaliza que no hemos salido del corazón urbano.

El Coliseo

La primera parada para percibir la grandeza de Roma suele ser el Coliseo, por lo que de él predijo un historiador en el siglo VIII: “Mientras siga en pie el Coliseo, seguirá en pie Roma. Cuando caiga el Coliseo, caerá Roma. Cuando caiga Roma, caerá el mundo”. Son palabras que reflejan la importancia que tuvo. Entre sus piedras esconde incontables secretos. Su entramado de túneles subterráneos, rampas y ascensores continúan sorprendiendo por la complejidad arquitectónica. Terremotos y siglos de abandono han destruido gran parte de su estructura, pero no han conseguido despojarlo de su majestuosidad. Fue declarado una de las siete maravillas del mundo moderno.

El Trastevere

Unas calles que aconsejo recorrer caminando, en un breve descanso del intenso tráfico, es el Barrio del Trastevere. A pesar de su gran afluencia turística ha mantenido un aire de pueblo por sus estrechas callejuelas, plazas anchas y coloridas, sombras de edificios renacentistas que crean una atmósfera íntima, restaurantes, comercios tradicionales, tiendas de artesanía... Cada paso en él es descubrir un nuevo detalle de la razón por la que Roma es única: es musa que inspira.

La Fontana di Trevi

Continuamos en Vespa para acercarnos nuevamente al centro de la capital italiana. No se puede dejar de ver la mayor fuente del Barroco en Roma: la Fontana di Trevi. Una de sus características es el contraste de sus enormes dimensiones y la estrechez de la plaza que la alberga, tan escondida entre callecitas que al topar con ella abruma su escultórica soberbia, su imagen es un canto al poder del agua y de la vida. Si a su extraordinaria belleza y a su espectacular diseño, sumamos la magia de las historias que la rodean, no es de extrañar que al verla, despierte la necesidad de saber que se regresará a Roma. Es por ello que a su estanque se lanza una moneda, por si la leyenda es cierta.

Para despedir este rápido circuito en Vespa, un imperdible por todo lo que simboliza, es la Plaza de San Pedro. El espacio es una elipse rodeada por una columnata que contiene 140 estatuas de santos católicos. En ella, la Basílica de San Pedro, la iglesia más grande del mundo, representa siglos de fe católica. Y su alta cúpula, que domina los tejados de Roma, abruma por su importancia artística, Miguel Ángel, aun muriendo antes de finalizarla, la convirtió en una sublime obra.

Así es Roma. Imposible describirla en un solo texto. Imposible conocerla en unas horas, ni en unos días, ni tan siquiera en una larga estancia. Por eso, es un destino de viaje, que por más que se visite, se sueña con volver a ella.

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