Arquitectura
Roma, ver la ciudad con otros ojos
Algunos puntos elevados y escondidos de la capital italiana permiten obtener una perspectiva diferente de la localidad.
Algunos puntos elevados y escondidos de la capital italiana permiten obtener una perspectiva diferente de la localidad.
Cuando se llega por primera vez a Roma, inevitablemente comienza una especie de carrera veloz para visitar todos esos lugares, tantas veces pintados, fotografiados o vistos en películas y documentales. Pero aun limitándose a lo más básico, siempre quedarán muchas cosas para otra ocasión, pues la «Città Eterna» es inabarcable. Roma se disfruta a pie de calle, observando sus monumentos y sus habitantes; sin embargo, hay algunos puntos elevados que nos permiten obtener un ángulo singular de la ciudad.
Tarea imprescindible de cualquier turista en la capital italiana es la visita al Vaticano, la Santa Sede del Papa. Desde la espectacular plaza de San Pedro podrá sentir el misticismo de uno de los lugares más sagrados de la cristiandad. Una vez en la Basílica de San Pedro, además de admirar las grandes obras de arte que ahí se exponen, como «La Piedad» de Miguel Ángel, podrá acercarse hasta la tumba de San Pedro, el primer Pontífice. Aunque, desde luego, el plato fuerte es la Capilla Sixtina, con los sensacionales frescos de Miguel Ángel que decoran su techo, entre los que destaca «La creación de Adán», y el inimitable «Juicio Final», todo un hito de la Historia del Arte.
La cúpula de esta Basílica es un imponente mirador, aunque hay que tener mucho ánimo para subir los más de 500 escalones hasta la parte alta de la cúpula, pero el esfuerzo se ve recompensado con las vistas más espectaculares de la ciudad. Especialmente interesantes son las vistas sobre el propio Vaticano, en concreto sobre la plaza y los jardines.
Cerca de este punto y sobre el barrio del Trastevere –el más bohemio y tranquilo de Roma–, se encuentra el mirador de El Gianicolo, quizá el más conocido aunque no por eso el más accesible. A pesar de contar con 82 metros de altura máxima, la amplia terraza del monumento a Giuseppe Garibaldi ofrece una espectacular vista del centro de la ciudad, entre la que se distingue Il Vittoriano (el monumento nacional a Victor Manuel II), la cúpula del Panteón y decenas de iglesias. Desde aquí, cada mañana a las 12 se dispara una salva que sirve a los habitantes de los barrios colindantes para ajustar sus relojes.
El Monte Capitolino y el monumento Vittoriano son dos monumentos diferentes, aunque su cercanía nos permite combinar estos estupendos panoramas de la ciudad. Desde Plaza Venecia subimos primero al Monte Capitolino, desde donde podrá observar una impresionante perspectiva del Foro romano y del Coliseo. Junto a él, se encuentra el enorme edificio de mármol blanco de Vittorio Emanuele II. Se llega a lo más alto, verá otra bonita estampa de la Via de los Foros imperiales.
El Castillo de Sant’Angelo es otro de los monumentos más conocidos de la ciudad y forma una característica estampa junto al río Tiber y sus puentes. Este edificio lleno de historia –puesto que sirvió como prisión, fortaleza, museo y residencia papal– se encuentra entre el Vaticano y el casco histórico de Roma y muy cerca de la Plaza Navona. Desde la terraza superior se puede disfrutar, más durante el día de unas magníficas vistas de la ciudad, que incluyen los campanarios de las iglesias del centro y la basílica de San Pedro del Vaticano.
Concurrido mirador
Subiendo las famosas escaleras de la Plaza de España, nombre dado por la ubicación de la embajada española ante la Santa Sede en dicha plaza desde el siglo XVII, tropezamos –tras sortear a decenas de turistas que se sientan a descansar, charlar o tomarse un helado– con un concurrido pero imprescindible mirador, el de la iglesia Trinità dei Monti, que se divide en varias terrazas desde las que podemos observar la ciudad de Roma desde un punto de vista diferente. Si miramos hacia abajo, visualizamos en el centro de la plaza la Fontana della Barcaccia (Fuente de la barcaza), una escultura de Bernini que según cuentan representa a un barco hundido que llegó hasta la plaza durante el desbordamiento del Tíber en 1598.
Plaza del pueblo
Muy cerca de este mirador, se encuentra la colina Pincio, donde se localizan varios jardines y villas como Villa Giulia y Villa Borghese. Si no va con prisa, al atardecer es uno de los lugares más románticos de Roma y además es de los menos conocido por lo que no tendrá que compartir el momento con decenas de turistas.
Pero las vistas son aún más maravillosas cuando nos vamos acercando por la calle Balvedere a la Piazza del Popolo (Plaza del Pueblo). Aquí tropezamos con un obelisco egipcio de 24 metros dedicado a Ramsés II –conocido como Obelisco Flaminio– y dos iglesias, Santa María dei Miracoli (Santa María de los Milagros) y Santa María in Montesanto, aparentemente gemelas pero que ocultan algunas diferencias. Gran parte de los turistas que se acercan hasta la Piazza del Popolo lo hacen para visitar la Iglesia de Santa María del Popolo, en la que se pueden ver dos magníficas obras de Caravaggio además de interesantes obras renacentistas.
Espía por la mirilla
Uno de los secretos mejor guardados de Roma tiene como único indicador una pequeña cola de curiosos en medio de la tranquila Plaza de los Caballeros de Malta, que esperan a mirar por la cerradura de la puerta del Palacio del Aventino, que alberga la embajada del Priorato de Malta, una orden religiosa católica conocida también como la Orden de Malta. Cuando llegue su turno acérquese al portón y espíe por el ojo de la cerradura de los Caballeros de Malta: seguro que lo que verá le sorprenderá. Poco se distingue de este misterioso palacio, pero al fondo aparece, en un encuadre casi divino entre cipreses, la cúpula de la Basílica de San Pedro. ¡Italia, Malta y el Vaticano desde un mismo punto en uno de los lugares más curiosos de Roma!
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