Viajes
El santuario de artesanía más exquisito del Algarve lleva el nombre de Vilalara
Situado en una de las costas más lujosas de Portugal, desde los años sesenta, el lugar ya era el refugio de personajes famosos y miembros de la realeza
Un punto energético donde la vida fluye. Un espacio para desconectar, soñar, enamorarse y disfrutar con todos los sentidos. Esto es, en pocas palabras, la experiencia en Vilalara Gran Hotel Algarve.
A menos de una hora del aeropuerto de Faro, situado en una de las playas más sigilosas y exclusivas del sur de Portugal, el complejo hotelero reposa en frente de una roca en medio del mar Atlántico, elemento que ilumina sus aguas cada noche y embellece sus playas durante el día. Sin duda, son muy pocos los puntos en Europa que gozan de sus privilegiadas vistas y su brutal magnetismo. En este enclave portugués, la sutileza se mezcla con el buen gusto de un recinto de más de 11 hectáreas de jardines, donde la calidez portuguesa se siente al primer contacto más allá del clima favorable. El hotel, con 130 suites y residencias de diseño curvilíneo, está rodeado de áreas verdes y caminos que crean un ambiente de tranquilidad, perfecto para desconectar.
Aunque todo huele a nuevo, producto de su reciente reforma, la historia del hotel se remonta a los años sesenta, cuando George Ansley, un financiero inglés, levantó este sueño al quedar enamorado de la zona, Alporchinhos (Porches).
En un principio, Ansley se inspiró en la lujosa Cerdeña, pero fue su yerno, el pintor, escultor y fotógrafo José Harry Günsburg de Almeida Araújo, quien diseñó las primeras formas del hotel más al estilo portugués. El alojamiento fue nombrado como Vilalara en honor a la nieta de su creador, es decir, la hija de Araújo. Años después, el arquitecto Ramiro Laranjo completó el proyecto para darle ese toque más de exclusividad que la alta sociedad demandaba. El hotel pasó por varios dueños, incluso fue un exclusivo club privado, famoso por sus glamurosas fiestas. Así, Vilalara fue también refugio de famosos, desde personajes de Hollywood hasta miembros de la realeza como Carolina de Mónaco, el heredero alemán, Fritz Gunter Sachs (exmarido de Brigitte Bardot), Eva Gabor o la familia Goldsmith.
En esta época se cultivó el gusto por la gastronomía y la cocina con producto exquisito que hoy día se mantiene y domina las cartas de sus restaurantes.
El sentir del huerto a la mesa
Entendiendo que el lujo no son solo pantallas, Vilalara ha personalizado cada mínimo detalle, donde la artesanía local y la oferta gastronómica acaparan todos los focos. El hotel alberga dos restaurantes principales, un «all day» y un nuevo concepto de cocina. En primer plano, encontraremos las delicias de «Coral, Edén Do Mar», un espacio gourmet especializado en los productos del mar. Dirigido por el chef Diogo Pereira, el menú de Coral enriquece la propuesta marina, haciendo del entorno una parte integral de la experiencia con ingredientes como ostras de la Ría de Alvor y langosta azul, con los cuales eleva los productos locales a través de distintas técnicas de cocción. Además, la carta de vinos presenta 200 referencias centradas en vinos de baja intervención, orgánicos y biodinámicos.
Entre los postres, el Soufflé de licor de naranja, introducido en Vilalara en 1978 por el chef Grégoire Renaud, es una opción icónica, conocida por su esponjosidad y toque cítrico de Grand Marnier. De hecho, la receta es parte de la historia del hotel, desde que llegó Vilalara en 1978 gracias al chef Grégoire Renaud. Este soufflé es famoso por su esponjosidad y su delicado toque cítrico de Grand Marnier. Además, otras creaciones como la Tangerina en distintas texturas y el clásico pastel de nata también destacan entre las opciones dulces.
Ya que Vilalara tiene cierta influencia italiana, el chef Ricardo Lucas presenta la esencia de Italia en la «Trattoria Pantaleone». Cuentan también con «A Costa», el restaurante donde se encuentran las clásicas delicias portuguesas y está disponible a cualquier hora del día.
Por si no fuera esto suficiente, la cocina de «Raizes» rompe todos los estereotipos de un espacio gastronómico y propone un plan sin igual, donde se unen la alta gastronomía con el placer de compartir. Aquí, los comensales, sentados junto a desconocidos, comparten más que una cena exquisita, mientras intercambian historias y experiencias en un ambiente íntimo, acogedor y rústico. El espacio enclavado en un huerto de vegetales y hierbas frescas tiene aforo para 30 comensales, a quienes se encarga de regalarles un momento memorable con sabores de leña en la mesa, exclusivamente preparados durante días para este encuentro. El chef Telmo Pires diseña un menú cambiante que celebra la riqueza de los productos locales, adaptando los platos a la estacionalidad de los ingredientes. Desde camarones a la parrilla hasta cordero cocido a fuego lento, cada plato captura la esencia de la región, impregnado con un sutil ahumado que solo el fuego puede lograr. Son solo dos fechas a la semana donde los huéspedes pueden disfrutar de esta experiencia, por lo que es recomendable reservar con antelación. Su proyecto, apenas en fase inicial, continúa teniendo gran aceptación porque sin duda el encuentro le regala a los viajeros algo que podrá conservar toda la vida, amistades y nuevas conexiones.
Las camaleónicas playas
Vilalara se ha convertido en un destino destacado de bienestar, ofreciendo cinco espacios wellness distribuidos en sus jardines. Cada piscina es sinónimo de relax único, una de ellas situada en un acantilado, da la sensación de que el agua se funde con el Atlántico.
En los alrededores, los huéspedes pueden disfrutar de experiencias culturales del Algarve, como visitas a bodegas locales o los municipios que se encuentran alrededor. En esta parte de Portugal, las playas no defraudan, pues son perfectas, tanto para el turista que quiere descansar y ponerle color a la piel, como para el que busca romper olas matutinas.
Si los mares nos dan vida, cerca de Vilalara encontraremos a la famosa Praia de Benagil, que nos invita a adentrarnos por sus misteriosas cuevas, si es en bote o kayak, aún mejor. Y si tenemos más tiempo, Praia do Carvalho y Praia de Carvoeiro serán el fondo cristalino para una postal fotográfica que quedará en nuestra memoria y, por qué no, en nuestras redes.
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