Reyes Monforte
Erotizar la opresión
«Cuando una mujer alcanza el orgasmo con un varón, está colaborando con el sistema patriarcal y erotizando su opresión». Son palabras de la académica activista feminista, Sheila Jeffreys. Lo de sobreactuar viene a ser tan dañino como lo de sobrecargar. Pero más allá de un efecto estético, cuando los temas aludidos son graves y trascendentales, la impostura pancista entra en un terreno peligroso donde el matiz puede dañar el resultado. Los grandes conceptos e ideas no admiten palabras huecas, fáciles y prefabricadas. La actriz Cynthia Nixon, que quiere convertirse en gobernadora de Nueva York, denunció que «la refrigeración de los espacios cerrados es notoriamente sexista», abriendo el debate sobre si el aire acondicionado es machista. La tenista Selena Williams se encaró con el juez de silla tras penalizarla por su juego, recriminándole que era un machista.
Cuando frivolizas lo importante por un afán demagógico y oportunista, haces retroceder a todos y corres el riesgo de deshacer y erosionar los logros y méritos conseguidos con argumentos serios, que es la manera de perpetuarlos en el tiempo. Enarbolar una bandera digna ensuciándola con argumentos pueriles, vulnera la lucha y la causa más digna. Es como quien, al abrigo de la libertad de expresión, se abandona a la difamación, la injuria y la calumnia.
Y mientras esto ocurre en la parte jauja del mundo, en el andén de una estación de metro de Irán, una mujer se encara a un clérigo que le reprocha no llevar velo, gritándole que a ella nadie le dice qué ropa usar, y menos los que han arruinado su país. Hablando de activismo feminista...
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