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«Millennium»: hay vida después de Larsson

La familia del fallecido superventas sueco eligió a David Lagercrantz para dar continuidad a la serie narrativa protagonizada por Lisbeth Salander, cuya cuarta entrega se publica el jueves

Noomi Rapace dio vida a Lisbeth Salander en una de las adaptaciones al cine
Noomi Rapace dio vida a Lisbeth Salander en una de las adaptaciones al cinelarazon

Once años después de la primera novela de lo que fue la trilogía «Millennium», de Stieg Larsson, aparece la obra que convierte esa serie –compuesta por «Los hombres que no amaban a las mujeres», «La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» y «La reina en el palacio de las corrientes de aire» (publicados en España por Destino)– en tetralogía. Se titula «Lo que no te mata te hace más fuerte» y aparecerá, de nuevo en Destino, con gran pompa, y tras semanas de secretismo para que no se filtre ni piratee su contenido en medio mundo, el próximo jueves. Sin embargo, su autor no es el malogrado Larsson, que murió de un infarto a los cincuenta años, el 9 de noviembre de 2004, al poco de entregar el tercer volumen a su editor y después de verse obligado a subir siete pisos de un edificio cuyo ascensor se acababa de estropear. En verdad, se dice que el escritor llevaba una vida contraria a los hábitos saludables: fumador empedernido, abusaba tremendamente del café a diario y se alimentaba de comida rápida: todo un perfil de personaje de novela negra.

En ese género disfrutó de uno de los éxitos más rotundos de lo que llevamos de siglo XXI. Se calculan en ochenta millones los ejemplares vendidos de su trilogía, y además, recibiendo los parabienes de lectores exigentes y de críticos literarios y colegas de reputación contrastada. Ejemplo de ello son las líneas que Mario Vargas Llosa dedicó a la protagonista de la serie, Lisbeth Salander, tras devorar las dos mil cien páginas de los tres libros; el Nobel hispano-peruano reconocía en un artículo que no se trataba de una prosa de demasiada calidad narrativa, pero que sus tramas llenas de sorpresas y aventuras y la nitidez de sus personajes eran absorbentes e imborrables; todo en pos de recrear, y con ello componer una implacable crítica a nuestra civilización, una sociedad llena de maldad, corrupción y falsedades en la que, como no puede ser de otra manera, no se salvan las instituciones, ni los políticos, ni los empresarios, ni los policías, ni los banqueros... Sólo el mundo del periodismo parece abrir una esperanza a la justicia, con la revista mensual «Millennium» a la cabeza, comandada por valientes profesionales en busca de la verdad.

Para el propio Larsson investigar asuntos candentes y peligrosos (se especializó en el funcionamiento de grupos de extrema derecha en Suecia) y el conocimiento de casos criminales reales serían las fuentes para levantar su ficción. Realidades a pie de calle y vertidas en periódicos que contrastaban con otras fuentes de inspiración; la más llamativa sin duda, la de un personaje celebérrimo para varias generaciones de europeos gracias a su adaptación televisiva: Pippi Långstrump, de la también sueca Astrid Lindgren.

Una «Pippi» adulta

Así, en la única entrevista que concedió Larsson, señalaría a la niña de las trenzas pelirrojas estiradas hacia arriba que iba acompañada de «Pequeño tío», su caballo a lunares, y de su mono tití, al que llamaba «Señor Nelson», como la inspiración de su heroína Lisbeth Salander: «Pensé en Pippi Calzaslargas... ¿Cómo sería hoy en día? ¿Cómo sería si fuera adulta? ¿Cómo llamaríamos a una persona como ella... una sociópata? ¿Hiperactiva? No, no creo. Simplemente vería la sociedad con una luz diferente. Decidí hacerla veinticinco años más mayor, y la convertí en una “marginada” social. Sin amigos, y con ciertas deficiencias en el terreno social. Recuerdo que eso fue lo primero que pensé a la hora de crear a Lisbeth Salander».

Por otra parte, Larsson se inspiraría en otro personaje de su compatriota, el niño detective Kalle Blomkvist, para las pesquisas del periodista de investigación Mikael Blomkvist. Éste y la «hacker» son protagonistas, otra vez, de «Lo que no te mata te hace más fuerte», la cuarta parte de un «Millennium» para el que se confió en un escritor popular en Suecia; de este modo, los herederos (el padre y hermano de Larsson) eligieron a David Lagercrantz para mantener el interés de los incondicionales del autor y atraer a nuevos lectores –para ello, se ha dispuesto un operativo publicitario extraordinario, en veintiséis países al mismo tiempo– con una historia que se asienta, precisamente, en el mundo de los hackers y el tráfico ilegal de información confidencial. A este respecto, Casa del Libro y Ediciones Destino han organizado un maratón de lectura nocturna en Madrid y Barcelona, la noche del 26 al 27 de agosto, en la que veinte personas podrán empezar a leer en primicia el ya denominado «Millennium 4».

Las aproximadamente 500 páginas de «Det som inte dödar oss», como así verá escrito el lector sueco en la portada que lanzará la editorial Norstedts, las firma, pues, otro periodista y narrador al que le avala una notable trayectoria, conocido fuera de su país gracias al libro que publicó en 2011 «Soy Zlatan Ibrahimovic», una biografía del futbolista. Lagercrantz ha declarado haberse sumergido durante un año y medio en la narrativa de Larsson y en la escritura de una obra que ya nace con gloria y promoción asegurados al más alto nivel. Sin complejos ante tamaño desafío, aunque escribiendo muy lentamente, como confesó el autor a un periódico sueco, «Lo que no te mata te hace más fuerte» pone a la joven pirata informática en asuntos que tocan el servicio de Inteligencia norteamericano en un contexto periodístico nuevo, pues la revista ha cambiado de dueños. Pero, obviamente, ni este argumento ni la elección de Lagercrantz satisfará a todo el mundo; para empezar, a la que fuera novia de Larsson desde 1974, la escritora, arquitecta y activista política Eva Gabrielsson, que ha criticado duramente todo lo relacionado con esta resurrección que, a sus ojos, responde solamente a una cuestión monetaria.

Gabrielsson pasó los años posteriores a la muerte de Larsson metida en una dura lucha con los que herederos consanguíneos del escritor. Ella, según la legislación sueca, no podía percibir nada de la multimillonaria herencia literaria de su pareja al no estar casados, pese a compartir vida durante treinta y dos años. Sobre esa injusticia y una existencia común, desde que se conocieran sin haber cumplido los veinte en un mitin contra la guerra de Vietnam, habló en su día en el libro «Millennium, Stieg y yo» (Destino, 2011), donde recordaba el enamoramiento instantáneo que sintieron, yéndose a vivir juntos pronto, cómo sortearon dificultades económicas al comienzo y la forma en que se enfrentaron a las amenazas de grupos neonazis que querían vengarse de las investigaciones y denuncias que la pareja desarrollaba desde las páginas de una revista.

Justamente, Larsson no querría casarse con Eva, según ésta contó en un programa de la televisión sueca, para que no fuera tan fácil relacionarla con él y quedar algo más protegida. En aquella entrevista en la pequeña pantalla, Gabrielsson también afirmó que Larsson tenía el proyecto de escribir un total de diez libros, y que los beneficios por ellos a partir del cuarto volumen irían a parar a organizaciones sin ánimo de lucro cercanas a sus ideales. Ahora «Millennium» suma una cuarta historia, su autor original lleva más de una década sin haber disfrutado ni un instante de las aclamaciones por su obra, y encima serán otros, como todo parece indicar, quienes tendrán la ocasión de alcanzar ese número de novelas –ahora Lagercrantz, mañana algún otro tal vez distinto–, si la fórmula obtiene el clamor esperado.