Economía

La crisis bursátil le cuesta a la banca europea 170.000 millones

Acuciados por los tipos de interés bajos, por la carga de la deuda y por la necesidad de obtener más capital, la gran banca se desploma

La crisis bursátil le cuesta a la banca europea 170.000 millones
La crisis bursátil le cuesta a la banca europea 170.000 milloneslarazon

Acuciados por los tipos de interés bajos, por la carga de la deuda y por la necesidad de obtener más capital, la gran banca se desploma

Las cinco principales bolsas europeas se han dejado un 15,7% de su valor en mes y medio, con Milán liderando los números rojos (-22,89%). Detrás de este desplome están, sobre todo, las petroleras y energéticas, como consecuencia de la caída del 75% en el precio del barril de crudo desde mediados de 2014, y los grandes bancos, que en sólo en 30 sesiones han perdido la friolera de 170.000 millones de euros de capitalización en los mercados. En esta ocasión no se trata de un problema que afecte específicamente a la eurozona, ya que las tres principales entidades británicas arrastran un arranque del año envenenado, con Barclays liderando la caída (-28,19%) y HSBC, la mayor entidad de Europa, con pérdidas cercanas al 18%, más del doble que el Footsie, el índice selectivo de la bolsa de Londres, que se deja un 8,57% desde el arranque de 2016.

Entre los más castigados se encuentran los bancos italianos. El sector financiero transalpino navega en la incertidumbre después de que las agencias de calificación como Fitch o Standard & Poor’s hayan estimado que tiene cerca de 200.000 millones de euros en créditos dudosos. Las dudas sobre la solidez de la banca italiana han forzado al Ejecutivo a anunciar la creación de un «banco malo» que permitirá a los bancos titularizar y entregar sus créditos morosos a entidades separadas y gestionadas individualmente. Este «banco malo», que no incluye ayudas estatales aunque sí garantías del Estado, elaborará paquetes de títulos deteriorados, pero de buena calidad, para venderlos a los inversores.

La precaria situación de la economía italiana, que registró el menor crecimiento del PIB de los cinco mayores mercados de la UE (0,6%) tras atravesar siete años de crisis y recesión, ha llevado a la insolvencia a miles de empresas y familias. Desde 2008, han quebrado más de 90.000 empresas, más del 4 % de las familias han sufrido recortes en sus ingresos, la producción industrial es un 20% menor y hay casi un millón más de desempleados.

No es de extrañar que, arrastrada por las pérdidas de Intesa, el mayor banco italiano, que acumula 11.737 millones de euros de pérdida de valor bursátil desde enero (-22,41%), de Unicredit (otros 11.000 millones de minusvalías, -35,93%) y de Ubi Banca (-47%, 2.629 millones), la bolsa de Milán sea la que más pierde del continente (-22,89%).

En el caso del desplome de los títulos de los bancos en la bolsa española las causas son otras. El sector financiero nacional está saneado según todas las agencias crediticias y ha superado los test más exigentes. Sin embargo, su exposición a Latinoamérica, una región en dificultades como consecuencia de su vinculación como fuente de materias primas a China, es elevada. Las dos mayores entidades patrias, Santander y BBVA, tienen fuertes lazos con Brasil y México, respectivamente, y son mercados con un peso superior al negocio español en sus cuentas de resultados. Santander pierde un 22,62% de su valor en 30 sesiones y sus títulos valen 50.261 millones, 14.692 millones menos que el 1 de enero. BBVA se ha dejado algo menos, unos 7.328 millones de capitalización para una caída porcentual del 17,30.

La más castigada es, sin embargo, Bankia por las sentencias favorables a los inversores minoristas en su judicializada salida a bolsa. El coste de las decisiones de los tribunales, más de 1.300 millones, han pasado factura a la entidad nacionalizada en el parqué y pierde un 31,10% de su valor bursátil en lo que va de año. En este contexto, todas las demás se encuentran en números rojos pese a que sus balances están limpios y a que el sector lleva dos años abriendo el grifo del crédito. Según señalan fuentes del Ejecutivo en funciones, no hay motivo de alarma y las pérdidas, en el caso de España, son virales y pasajeras. «España ya ha hecho la reforma bancaria hace casi cuatro años mientras que otros países la están iniciando ahora. Sin embargo, los mercados inicialmente no discriminan entre unos bancos y otros al principio», remarcan fuentes de Economía a LA RAZÓN.

En diferente escenario se mueve la banca alemana y, en particular, su mayor entidad. Deutsche Bank ha perdido un 32% de su capitalización tras anunciar el 21 de enero las mayores pérdidas de su historia (6.800 millones). El gigante alemán, al igual que los grandes bancos franceses, están muy expuestos a las emisiones de bonos convertibles («cocos») que las entidades emitieron para hacer frente a las exigencias europeas que las forzaban a dedicar más capital adicional para hacer frente a futuras crisis.

Con la volatilidad de los mercados, los grandes fondos e inversores institucionales, los únicos que podían comprarlos, han decidido deshacerse de sus «cocos», lo que ha agravado la inquietud sobre la solidez del sistema bancario europeo, que tiene 90.000 millones de deuda colocado en este producto. Algo parecido le sucede a Société Generalé, que el pasado jueves se hundió un 12,75% pese a anunciar una mejora del 67% en el dividendo y ganancias de 4.000 millones en 2015, un 49,3% más. Sin embargo, fue también castigada por la excesiva carga de su deuda.

Al margen de la volatilidad de los mercados por la situación económica global, cuyas perspectivas se ven lastradas por la ralentización de la economía china y de las economías emergentes, y por la caída de los precios del petróleo, los bancos europeos deberán afrontar un año complejo por las nuevas exigencias de la nueva regulación para aumentar su capital para cubrir riesgos y por el escenario de tipos cero que complican su negocio y la rentabilidad de sus cuentas.

Los «cocos» que asustan al mercado

En los tres últimos años, los grandes bancos han emitido deuda a rentabilidades muy elevadas. Los bonos convertibles cangeables (llamados «cocos») facilitaban a los bancos dinero rápido para afrontar las exigencias europeas de capital ante futuras crisis. Eran una buena herramienta pues, llegado un escenario adverso, los cupones perpetuos serían canjeables por acciones a la baja de los bancos. Los inversores institucionales, los únicos que podían comprar «cocos», temen ahora que los bancos se retrasen hasta tres años en el pago de los cupones de esta deuda y que acaben dándoles acciones. Y eso ha disparado la venta de este producto, alimentando las dudas.