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El PSOE evita ratificar su «no» a Rajoy

El partido no recoge su negativa al PP en una resolución, como sí hizo en diciembre.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), junto al secretario de Organización y Acción electoral, César Luena (c), y el secretario de Acción Política y Ciudadana, Patxi López (d), durante la reunión hoy del Comité Federal del PSOE
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), junto al secretario de Organización y Acción electoral, César Luena (c), y el secretario de Acción Política y Ciudadana, Patxi López (d), durante la reunión hoy del Comité Federal del PSOElarazon

El secretario general no se salió del guión: reiteró su “no” a Mariano Rajoy, al que exigió que forme gobierno cuanto antes, y desechó la posibilidad de presentarse a la investidura.

El PSOE ha quemado su primera etapa, aunque sin arrojar luz sobre la gobernabilidad de España. El Comité Federal socialista despachó ayer en una larguísima reunión –de más de seis horas– la que será su posición si Mariano Rajoy se aviene a someterse a la investidura. «De las tres opciones: abstención, voto a favor o voto en contra, los socialistas votaremos en contra», anunció Pedro Sánchez en su intervención inicial, sin aclarar si el veto será definitivo. Como si de su tocayo de perfil bíblico se tratase, el líder del PSOE negó por tres veces la posibilidad de facilitar un ejecutivo popular: «No a la gran coalición, no a apoyar un gobierno del PP desde fuera y no a apoyar la investidura de Mariano Rajoy a la Presidencia del Gobierno». Sin embargo, la triple negativa quedó simplemente en eso, un compromiso, meras palabras al pairo del viento, sin oficializarse por escrito como sí ocurrió tras el 20-D, cuando el partido rubricó un rotundo veto a Rajoy y al PP. El PSOE evitó así recoger en una resolución de su máximo órgano entre congresos la postura que mantendrá de aquí en adelante, dotando de cierta interinidad a la decisión asumida ayer. «Éste es el ‘‘no’’ de este Comité Federal», reconocía una dirigente afín al secretario general, sin ocultar que el criterio puede cambiar en una próxima convocatoria, según se desarrollen los acontecimientos.

El principal avance que se sustanció en el cónclave fue la vuelta de Sánchez a la vida pública. 13 días después, rompió su silencio. Tras casi dos semanas en un exilio informativo autoimpuesto en el que diferentes dirigentes territoriales ocuparon el espacio que había dejado vacante, el líder del PSOE reapareció para exigir a Rajoy que forme gobierno cuanto antes y desechar la posibilidad de presentarse a la investidura si este fracasa. «Los socialistas somos y seremos la oposición y la alternativa al PP». Sánchez descartaba así la hipótesis –alimentada por varios barones afines– que le animaban a dar un paso al frente para intentar ser presidente si Rajoy no lo consigue, esas voces volvieron a repetirse ayer y también fueron contestadas por presidentes autonómicos que definieron la posibilidad como «una pesadilla» –Susana Díaz– que debía «quitárselos de la cabeza» –Javier Fernández–.

La vehemencia en la postura postelectoral de «no» a Rajoy contrastó con la tibieza en el diagnóstico tras el peor resultado histórico del PSOE en unos comicios. El nivel de autocrítica de Pedro Sánchez raspó el cero, limitándose a mostrar su «insatisfacción» por no ganar las elecciones. «No estaré satisfecho hasta que el PSOE vuelva a ser la primera fuerza del país». El líder socialista se excusó en que –en los casi dos años que lleva al frente del partido– se han producido «hechos insólitos», entre los que figuran la aparición y consolidación de nuevas fuerzas políticas o la «virulencia con la que la crisis ha afectado a la política europea». En este contexto, el partido ha «asumido grandes retos» y ha sido capaz de «mantener el timón» y la hegemonía en el espectro de la izquierda. La crítica de la que adoleció su discurso en clave interna, Sánchez la proyectó en Podemos, de cuyo recorrido hizo un minucioso análisis. Para el líder socialista, Pablo Iglesias ha encadenado un «triple fracaso» en los dos últimos años, desde las municipales y autonómicas, pasando por el 20-D, hasta el 26 de junio. Su único «logro histórico» durante este tiempo ha sido «evitar un gobierno socialista, preservando un gobierno de Rajoy» y «debilitar a la izquierda». Sánchez se felicitó por que fallara la «operación sorpasso» –la obsesión del líder emergente– y apuntó a que estamos asistiendo al «declive electoral de Iglesias y al fortalecimiento del Partido Socialista». «Estoy muy orgulloso del PSOE. Porque en las peores condiciones, y contra una confluencia poderosa de intereses, ha demostrado fortaleza», destacó.

Esa fortaleza es la que permitió al partido asumir una «campaña difícil», aunque no fue suficiente para convertirles en primera fuerza. Por ello, corresponde al PP articular una mayoría parlamentaria. En este sentido, el líder socialista urgió al presidente en funciones a movilizarse y contactar con sus afines ideológicos, entre los que no está el PSOE, «porque la alternativa del PP no puede ser la solución del PP». «Depende de usted, no cuente con los socialistas para ello», atajó. Desde la oposición, los socialistas aspiran a ser «el cauce sobre el que fluirán las fuerzas del cambio» para «derrotarle» en el Congreso y revertir las políticas lesivas de la pasada legislatura.

En su turno de réplica, tras las 50 intervenciones a puerta cerrada, Sánchez reivindicó que «por coherencia» y para «no pervertir lo que los españoles han mandatado» en las urnas el PSOE tiene que mantenerse como alternativa y en la oposición. Esa fórmula –la de que exista un gobierno del PP al que hacer oposición– pasará por que los socialistas adopten una postura activa o pasiva en la investidura de Rajoy. El «no» hasta las últimas consecuencias, que pocos se atreven a augurar, abocaría irremediablemente a unas terceras elecciones. Un escenario que diversos dirigentes califican como «lo único descartable», pero que Sánchez no mencionó siquiera en su intervención. El líder socialista no excluyó esta posibilidad, algo que genera cierta incertidumbre en los territorios. «Si malo es un Rajoy en minoría, peor sería un Rajoy con mayoría absoluta», lamentaba un presidente autonómico, que en su intervención a puerta cerrada advertía sobre lo beneficiosa que sería para el PP la repetición de los comicios.

En cualquier caso, nadie duda de que otro Comité Federal se convocará entre la primera y la segunda votación de la investidura de Rajoy o tras su fracaso, si el PSOE mantiene el «no» en ambas. «Será necesaria una agenda de gobierno sobre la que negociar la abstención», apuntaba un dirigente. De momento, la presión y la pelota está en la calle Génova.