José María Marco

Incrédulos y degenerados

Nadie dudará que hemos empezado apenas a salir de una tremenda crisis económica, política, institucional y moral al mismo tiempo. Una crisis que ha hecho temblar los cimientos de las naciones, las democracias liberales, el capitalismo e incluso (¡incluso!) el bipartidismo. Todavía corremos el peligro de retroceder a otros tiempos, particularmente siniestros, cuando el caciquismo, la oligarquía y el turnismo carcomían la España real, llena, entonces como ahora, de la vitalidad primaveral y las promesas sonrosadas propias de la siempre homérica eterna juventud.

El caso es que, como ha analizado Jesús Martín en estas páginas, un estudio del INE (Instituto Nacional de Estadística) recién publicado y correspondiente al año 2013, es decir, en plena crisis, permite matizar esta perspectiva. Resulta que ese año, los españoles nos fumamos (en tabaco, se entiende) 14.216 millones de euros. Es la mitad de lo que nos gastamos en vestirnos y calzarnos (27.369 millones) y bastante más de lo que nos gastamos en educación (10.852 millones). Se dirá que la educación corresponde al Estado, y es cierto, por lo que a esa cifra habría que añadir la que se gastaron las administraciones en el mismo apartado. No deja de ser curioso, sin embargo, que los españoles prefiriéramos gastar en tabaco antes que en educación, cuando todos sabemos, porque nos lo han repetido sin tregua, que la educación es una de las pocas formas de salir de la crisis. El caso es que antes de una clase siempre viene bien un cigarrillo. País de descreídos. La felicidad: humo, ceniza...

Si los gastos en educación palidecen comparados con los que se lleva el tabaco, aún más interesante es lo que nos gastamos en ocio y espectáculos: 44.948 millones, más de cuatro veces lo que dedicamos a formarnos. Y si a eso se le suma el gasto en hoteles, cafés y restauración (96.440 millones) –y por mucha glosa que sin duda necesita este apartado–, comprobamos que las prioridades de los españoles van por un lado, y la urgencia de cambiar las cosas, por otro. Al tabaco se le pueden añadir los apartados de bebidas no alcohólicas (6.361 millones) y alcohólicas (4.985 millones). Se comprobará entonces, como informaba Jesús Martín, que entre las copas y el tabaco se nos va más dinero que el que dedicamos al automóvil, o incluso al pan y a los cereales... Total, que en España se vive mal, muy mal. Este país, señores, no tiene solución. ¿Otra ronda? ¿Y un pitillo, no tendrá usted?