Turismo
Otra “sablazo” a turistas: 120 euros por tres perritos calientes y un sándwich en Roma
Otra familia de turistas fue víctima de un exceso en los precios de su cuenta.
Ir de turismo a un lugar desconocido tiene muchas ventajas, pero también tiene sus desventajas. Cada vez hay más casos de turistas que se quejan de los excesos en los precios de su cuenta cuando acuden a un bar o a un restaurante. El último suceso, una familia a la que le cobraron casi 120 euros por tres perritos calientes, un sándwich de jamón y queso y algunas bebidas.
La imagen del recibo no deja lugar a dudas. Solamente por el servicio, la familia tuvo que pagar 17.34 euros; los tres perritos fueron 66 euros (22 cada uno) y el sándwich siete euros; una botella de agua de un litro 5 euros, y las coca colas, 24 euros, costando seis euros cada una. En total, 119.34 euros.
Según cuenta Il Messagero, se trataba de un matrimonio con sus dos hijos, de once y quince años, que eran procedentes de Puglia y fueron a un establecimiento de la vía de la Conciliazione, que una la plaza de San Pedro y el castillo de Sant Angelo.
Los “sablazos” se están normalizando a los turistas
Ya son varios casos en los que los turistas han sido víctimas de los sablazos. El pasado mes de septiembre, dos japoneses denunciaron haber pagado 430 euros por dos platos de spaguettis y dos botellas de agua también en Roma en la zona del Castillo de Sant Angelo. También en Italia, el pasado enero de 2018, cuatro jóvenes japoneses se quedaron boquiabiertos al pedir la cuenta en un restaurante del centro de Venecia y tener que pagar la friolera cifra de 1.143 euros por cuatro filetes y un plato de pescado.
En Manchester, un turista australiano pagó más de 60.000 euros por una cerveza y, aunque posteriormente reclamó, no sirvió para nada. Y mismamente en Madrid, cuando turistas ingleses invadieron la ciudad a principios de junio con motivo de la final de la Champions, unos de ellos tuvieron que pagar 30 euros por dos cañas de cerveza.
Son algunos de los ejemplos donde los hosteleros aprovechan la inocencia de los turistas e inflan los precios, llegando a puntos tan surrealistas que no parecen normales.
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