Toros
Diego Urdiales: «Luchamos contra la mente de manera constante»
El diestro actúa en la feria de Valdemorillo el día 5 de febrero mano a mano con el sevillano Juan Ortega
No ha salido ni un rayo de sol, pero tampoco ha caído una gota. El pleno invierno sostiene cada jornada al filo para que dé comienzo la preparación de los toreros en el campo. En este caso urge. Queda bastante menos de un mes para que Diego Urdiales inicie temporada en Valdemorillo. Las puertas de Madrid, que siendo las que son, a pesar de ser un pueblo, tienen buenas dimensiones. Lo hará en un mano a mano de categoría con Juan Ortega el 5 de febrero, nada menos, para estoquear una corrida de José Vázquez. Los días pasan y el tiempo apremia. Hace un par de meses, entre unas cosas y otras, las navidades, las lluvias, que el riojano no pisa el campo, no le ve la cara al toro, al animal, a las becerras. Nos vemos por las tierras de Toledo, en la ganadería de El Montecillo. Divisa que fue de Paco Medina cuando vendió El Ventorrillo a Fidel San Román en la misma cresta de la ola y todavía le quedaron fuerzas para fundar otra ganadería en 2005. A su muerte, su nieto, David se encargaría de ella y el año pasado la vendió a la familia Loriente de la Ossa. Víctor Guijarro es el representante, bajo la atenta mirada de su suegro, Jesús. Amabilísima familia que disfruta del campo. Y de lo bravo. Tres vacas aguardan a Diego Urdiales, para la primera puesta a punto de una tempranera temporada. Un buen tentadero. Toreo excelso. «Las sensaciones han sido muy buenas. Hay tantas cosas que uno tiene en la cabeza de poder mejorar que llegas con ansia a la cara de los animales», nos cuenta Diego después.
¿Se necesita un descanso al final de año?
Según te pida el cuerpo. Hay temporadas que he necesitado descansar más y otras menos. Esta lo necesitaba porque físicamente fue quizá la temporada más dura de mi vida por la lesión que arrastré durante meses. Quería desconectar y lo hice durante quince días. Dos semanas sin hacer nada. Después volví a torear de salón, al manejo de los trastos hasta volver al campo.
¿En qué ha consistido esa lesión que tanto le ha buscado las vueltas?
Tengo un problema en el cuello, en las cervicales, que se agravó por la voltereta que me pegó un toro en Valencia, en Fallas en marzo. Caí con todo el peso sobre el cuello y me produjo una braquialgia. Es un pinzamiento que oprime y me produjo un dolor en el cuello y en el codo continuos muy fuertes. No me daba descanso. Estuve a base de corticoides. Primero ingeridos, después inyectados de manera intramuscular y después ya tomaron la decisión de pinchármelos directamente en el cuello. Así he tirado durante toda la temporada. Ha sido dura y dolorosa, pero también me siento orgulloso del resultado.
Jugarse la vida sin estar bien tiene doble mérito
Sin duda. Se añade que no es solo el momento de jugarte la vida, sino que arrastras la dureza del día a día. Es duro convivir con dolores y la medicación tiene efectos secundarios que te dejan hecho polvo.
¿Cómo está ahora de la lesión?
Bastante bien, se me quitaron los dolores nerviosos a final de la temporada anterior. Por el mes de septiembre. Era la predicción que habían hecho los médicos. La recuperación era larga, pero poco a poco disminuiría. Si no hubiera sido así la alternativa era la intervención quirúrgica, pero de momento no es necesaria. Hay que mantener con fisioterapia, ejercicios específicos y muchos deseos de que no vuelva. Los dolores nerviosos son muy caprichosos.
En menos de un mes comienza temporada, ¿preparación exprés?
Sí, en cuanto al tema de ir al campo, pero salvo las dos semanas que paré después de Zaragoza, no he parado en mi preparación.
¿Qué es lo que más le gusta de su profesión tanto tiempo después?
Indudablemente poder emocionarme toreando y a la vez que la gente pueda emocionarse. El resto es secundario.
¿El público es necesario? ¿O una faena en el campo a solas puede tener la misma intensidad que la que se vive en una plaza?
Los sentimientos delante del toro se pueden equiparar, pero la diferencia radica en los previos y eso influye en la emoción. No es lo mismo ir al campo con tranquilidad que vivir la responsabilidad de una tarde de toros importante, donde el estado de tu cuerpo y tu mente tiene una tensión muy grande.
Entonces, ¿se escucha todo?
Para armar una faena tienes que pensar. Cada toro es diferente, cada forma de comportarse te va dando información y te exige estar muy atento. La gran aspiración es llegar a ese momento de éxtasis en el que te puedes evadir de toro, cuando eres capaz de sentir esa emoción interior, te olvidas hasta de pensar. Lo que sientes supera todo, hay esa cosa dentro, esa alma, como lo quieras llamar que arrasa todo... Y entonces ya ni escuchas.
Ahí hablamos de acontecimientos, de días excepcionales.
Sin duda. A lo largo de la vida de cualquier torero se te vienen a la cabeza días contados, son los que quedan de ti. Triunfos hay muchos, momentos así, pocos. Se traspasan barreras.
Son creaciones.
Cuando sucede algo así son obras de arte y el arte es uno de las cosas maravillosas que nos saca de la monotonía. Cuando eres capaz de vivir cosas así no es fácil volver a la vida real, a la rutina de las pequeñas cosas, cuesta centrarse, mantener conversaciones mundanas...
Quédese con una tarde.
Es complicado e injusto. Es curioso porque cuando vives ese momento te olvidas de los demás y ese es el mejor, el único casi. Lo he hecho en plazas como Madrid, Sevilla, Bilbao, en Francia y en otras menores que merecen el mismo respeto. O momentos en el campo a un toro, a una vaca... Ha habido días con sentimientos increíbles. Me acuerdo en plena pandemia cuando pude vivir aquella noche en la ganadería de El Pilar y torear a la luz de la luna. En casa de mis amigos, con la familia Fraile, salía de estar encerrado en casa con la situación tan impactante que todos estábamos viviendo. Era tan único poder volver a torear en esas circunstancias que las emociones las recuerdo como tremendas, tan importantes como haberlas vivido en la plaza más relevante del mundo.
¿Qué le frustra de la profesión?
La injusticia, pero es que la justicia no existe en la vida si partimos de la base de que hay tantos niños que se mueren de hambre o vivimos una guerra en el siglo XXI provocada por los hombres. Partiendo de ahí la justicia no existe. Tampoco en mi profesión. Me molesta que, más allá de que suceda, que haya tantísimos intereses creados que vayan en contra de la esencia de la tauromaquia y de la afición y en vez de generar ilusión la frustre.
¿Se ha sentido maltratado?
Muchas veces. El año que más he toreado han sido 24 corridas y modestamente creo que he dado motivos para haber recibido otro trato, pero me siento reconocido por mis compañeros, la Prensa y por parte del sector. Pero defender una idea tiene su precio.
¿Qué defiende?
La dignidad, los valores, la independencia, que si existiera a todos los niveles la profesión sería más justa. No solo en el toreo, sino en cualquier ámbito de la vida.
¿Se acostumbra a vivir en guerra?
Mas que acostumbrarme he aprendido a convivir. Ha sido mucho sufrimiento y muchos sinsabores. Hubo un tiempo en el que no entendía nada. Ahora intento estar el mayor posible con energía positiva, que es lo que me va ayudar a cuando llegue mi momento que las cosas salgan bien. Lo demás se queda ahí, en una nebulosa.
¿Cuánto es de importante la salud mental para un torero?
Muchísimo. Luchamos contra la mente permanentemente, desde que decides ser torero. Primero para jugarte la vida, para ponerte delante de un toro y superar los miedos, para poner tu cuerpo, tu alma en ese estado mental en el que seas capaz de crear independientemente de las circunstancias que haya y que te hagan exponerte ya sea el viento, que es terrible para poder torear, la crispación del público, o el peligro del toro.
¿Pero hay más?
Luego hay días que no estás, te levantas y andas espeso, nada fluye, ni tan siquiera para hacer las cosas del día a día. Cualquier problema es un mundo. ¿No te ocurre a ti? Al día siguiente lo mismo lo solucionas con absoluta facilidad, pero ese día es una barbaridad. No puedes, te desborda, pero no decides cuál es tu día clave y hay días que te juegas toda tu carrera. Prepara tu cuerpo y tu cabeza para que ocurran cosas el día X a la hora Y es complicadísimo.
¿Cuál es su mayor fantasma?
Pues diría que ese, que no me supere ese mal día y me lo fastidie todo. El sueño por el que llevo luchando meses incluso años se pueda truncar porque el día lo tengo torcido. Poner el cuerpo y el alma en el estado perfecto es lo más difícil.
¿Los miedos solo o acompañado?
Casi que solo porque los trasmito y al final se multiplican. Si hay alguien al lado es porque es muy especial y sabe estar ahí, a veces sin abrir la boca. Y si es así da paz.
¿Se siente comprendido o un bicho raro en esta sociedad?
Comprendido por la gente con sentido común que es capaz de escuchar podamos estar de acuerdo o no. Todas las personas merecemos respeto y de hecho me gusta escuchar la opinión de quienes piensan distinto.
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