
Reflexión
Hemos olvidado la voz del silencio
Recuperar el silencio es imprescindible, nos permite pensar con claridad y volver a lo esencial

El silencio es una de las realidades más subestimadas de nuestro tiempo. vivimos en una época que lo desprecia, lo esquiva, lo llena de ruido y distracción. El ser humano moderno parece huir de él como si se tratara de algo trivial e intrascendente, cuando en realidad es el lugar donde florecen la creatividad, la sabiduría y el verdadero conocimiento de uno mismo. Hemos llegado a un punto en el que cualquier instante sin estímulos nos incomoda, como si enfrentarse al propio pensamiento fuese una amenaza.
Pero, ¿cómo encontrar silencio en una sociedad que lo ha exiliado? Basta con observar lo cotidiano. Hace unos días, en el transporte público, me percaté de una escena que resume bien esta pérdida: cada pasajero llevaba cascos puestos, sumergido en su propio universo artificial de música, vídeos o podcasts. El silencio mental ha sido reemplazado por un zumbido constante de distracción. Vivimos en una cultura que ha confundido el silencio con el aburrimiento, y que lo desprecia como si fuera una perdida de tiempo.
Sin embargo, grandes figuras de la historia han exaltado su valor. Pitágoras decía: “Guarda silencio, o di algo mejor que el silencio.” Y Goethe sostenía que “el talento se forma en la soledad; el carácter, en la tempestad el silencio se ha ido perdiendo porque la sociedad actual nos empuja a estar siempre ocupados, a no dejar ni un momento sin aprovechar y a vivir rodeados de estímulos. Todo esto nos aleja de la calma y de nosotros mismos. Por eso, recuperar el silencio es imprescindible: nos permite pensar con claridad, descansar de verdad y volver a lo esencial.”
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