Andalucía
Rebelión laboral en el Bellas Artes de Sevilla
Denuncian falta de personal que provoca que no se cobren entradas. La Junta admite «carencias» y apunta a la «falta de planificación» de los ejecutivos socialistas anteriores
El Museo de Bellas Artes de Sevilla, que fue fundado como «Museo de pinturas» en 1835, está ubicado en la plaza del mismo nombre de la capital hispalense, ocupando el antiguo Convento de la Merced. La acogedora edificación esconde en su interior una plantilla entre la que se ha extendido un «malestar» cuya gestación nada tiene que ver con técnicas pictóricas y es «muy real». Fuentes sindicales han aseverado a LA RAZÓN que los trabajadores «están cansados de que no se cubran las bajas por enfermedad, permisos o vacaciones; de que se cierren salas porque no hay personal; o de que una sola persona en la puerta de entrada tenga que controlarlo todo y hacer labores que le corresponderían, como mínimo, a cuatro». Y hay más. El Gobierno andaluz ha anunciado recientemente que cobrará unos tres euros por la entrada a los museos y enclaves patrimoniales bajo su gestión en la comunidad a partir de 2020 y que destinará ese dinero a «mantener y rehabilitar» el patrimonio cultural autonómico. Si bien, en algunos como el Bellas Artes, los ciudadanos extracomunitarios que lo visiten ya tienen que abonar para poder hacerlo una entrada media que cuesta 1,5 euros. En ese contexto, las misma fuentes avisan de que en el caso de la pinacoteca sevillana, «no siempre pagan porque en ocasiones no hay nadie en taquilla para que puedan hacerlo». Así lo confirman a este diario también desde el museo. La categoría laboral de los conocidos como taquilleros es la de expendedores y «a veces no hay ninguno en sus puestos». «Casi todas las semanas desde hace mucho tiempo ha habido jornadas en las que no se ha cobrado a los visitantes por ese motivo», insisten. Una circunstancia que, de acuerdo al criterio de las fuentes sindicales, podría ser delictiva, porque «no es un negocio particular que el dueño cierra cuando le parece, es un sitio público y podría tratarse de administración desleal», lanzan.
«Hay mal ambiente de trabajo, la gestión del museo es un desastre, se obliga a los empleados a llevar a cabo funciones que no son las suyas, y algunas ubicaciones de la plantilla no son las adecuadas. Los taquilleros, por ejemplo, son cuatro en dos metros cuadrados», resumen, para apostillar: «Así no se puede dar un buen servicio público».
Anotan, por último, que «llevan tres años pidiendo una reunión» con la dirección del museo y exigen «unas normas por escrito para lograr un mejor funcionamiento» de la institución.
Fuentes de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico admiten que cuando el nuevo Gobierno andaluz desembarcó en la Junta se «encontró, en efecto, con problemas de personal» de distinta naturaleza que incluían «carencias» en los museos que «se están analizando». La intención de Cultura es presentar un plan a la dirección de Función Pública para «poder paliarlas lo antes posible en la medida en que se pueda». Atribuyen las anomalías en parte a la crisis económica, que impidió cuestiones como que se cubrieran las jubilaciones, pero ponen el foco también en la «falta de planificación» de los ejecutivos socialistas anteriores. Aseguran que la propuesta en la que se afanan se negociará con los sindicatos y quieren dejar claro que en la consejería tienen «las puertas abiertas» para tratar este asunto, como está siendo habitual.
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