Andalucía

Howard Jackson, «la fuerza de la risa y el derecho»

De niño soldado en Liberia a vendedor en los semáforos y estudiante de Derecho: «España es un país bueno»

Howard Jackson con estudiantes de Derecho y de Filología, y Ruth Rubio, catedrática de Derecho Constitucional
Howard Jackson con estudiantes de Derecho y de Filología, y Ruth Rubio, catedrática de Derecho ConstitucionallarazonLa Razón

«Howard Jackson: la fuerza subversiva de la risa y del derecho. De niño soldado en Liberia a vendedor ambulante y estudiante de Derecho en Sevilla» es el título y subtítulo de una actividad en cuya organización ha colaborado la Asociación Iniciativa Sevilla Abierta (ISA) celebrada en el aula 103 de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, con entrada libre, y en un formato ágil y ameno a partir de preguntas planteadas por estudiantes universitarios. Para iniciar la conversación, Howard Jackson explicó quién es como persona. No solo alguien que, para sobrevivir, ha tenido el ingenio de convertirse en Sevilla en un personaje popular vendiendo pañuelos de papel, ataviado con mil y un disfraces, a los conductores de vehículos que transitan junto a Plaza de Armas, sino en un ejemplo de superación y supervivencia. «España es un país bueno», señaló, «incluso para quien llega como inmigrante ilegal». «La Policía da buen trato, te ayudan para tener abogado a través de asociaciones como Sevilla Acoge, que además te ayudan a tener ropa o medicinas», apuntó.

Jackson narró sus vivencias en 1996, cuando entró en la cárcel y dentro vio que había «300 adolescentes negros como yo, de diversos países africanos». No tenían quién le atendiera «cuando no habían hecho nada malo, sólo querían llegar a Europa», expuso. Howard Jackson propone que Naciones Unidas promueva una gran red de abogados por todos los países africanos y que hagan de «lobby» para defender los derechos y las vidas de las personas que se desplazan. Un día pensó que «iba a morir», en el desierto, tras cinco días sin comer, sin agua. Pensar en su madre le dio fuerzas «para no rendirme en la desesperación». La embajada de Liberia en España le rechazó «tres veces» cuando el Gobierno español quería que le dieran el reconocimiento de persona nacida en Liberia. Esta actividad estuvo coordinada por Ruth Rubio Marín, catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla y socia de ISA. Para su realización participó el alumnado de las áreas de Lingüística (Facultad de Filología) y Derecho Constitucional (Facultad de Derecho). Así, conjuntamente, llevaron a cabo una sesión del ciclo «Derecho y Transformación Social». De ello es un ejemplo paradigmático Howard Jackson. El pasado 16 de octubre obtuvo al fin la nacionalidad española. Nacido en Jamaica, siendo niño su familia cruzó el Atlántico para trasladarse a vivir a Liberia, el país natal de su padre. Con 16 años de edad huyó de la terrible guerra civil que asoló Liberia, y tras múltiples penurias en otros países africanos llegó a Sevilla en 1997 a través de Melilla, y ha pasado por etapas en las que ha sido considerado inmigrante ilegal y en otras refugiado.

Subsistir en Sevilla no le ha sido nada fácil. Ahora está estudiando asignaturas de la carrera de Derecho a través de la sede de la UNED en Sevilla. «En tiempos en los que se demoniza a los extranjeros pobres (nadie aboga por cerrar las fronteras a los extranjeros ricos, sea cual sea el origen de sus fortunas), Howard Jackson es un ejemplo de superación y de supervivencia», señaló la convocatoria. Su perspectiva sobre la sociedad sevillana resultó «muy interesante, por toda la mundología que atesora a pie de calle cuando va disfrazado y cuando pasa desapercibido». El director y guionista Alejando González Salgado realizó sobre él un documental que, con el título «Entre pañuelos y sueños», se hizo con el III Premio Europeo de Cine Universitario al Mejor Documental, tras ser proyectado en el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2010. La capacidad de supervivencia y superación de Howard Jackson lo ha llevado a la facultad a dar charlas donde, por si acaso, se llevó los pañuelos que vende en los semáforos donde regala sonrisas.