Sevilla F.C.
Un trago de su propia medicina
Lo que Bordalás le hizo al Ajax. Julen Lopetegui recupera crédito al maniatar al Getafe y humillarlo en su campo (0-3). Ocampos, Fernando y Koundé fueron los goleadores del Sevilla
De fútbol no entiende ni el balón, valga la frase tópica para (no) explicar lo que ocurrió ayer en el Coliseum Alfonso Pérez. Porque, pásmense, el cadavérico Sevilla de Rumanía, con el único cambio obligado del lateral izquierda, apisonó al triunfante Getafe, que venía de pintarle la cara al Ajax. Julen Lopetegui, a quien el foco de la crítica iluminaba con insistencia, le planteó a José Bordalás el mismo partido que el alicantino suele recetar a sus rivales. ¿Resultado? 0-3 y ninguna ocasión local digna de quedar reseñada.
Que un plan salga perfecto no significa necesariamente que sea un buen plan, y eso debería haber rondado por la cabeza de Julen Lopetegui al descanso de un partido que planteó como la última docena, en casa o fuera, ante el Real Madrid, el Cluj o Mirandés... El deseo del entrenador guipuzcoano era que no pasase casi nada, valga la salvedad del adverbio para desear un golito de los suyos, el que pudo marcar Fernando nada más empezar o el que marcó Ocampos a punto de terminar el primer periodo.
Esas dos ocasiones llegaron como consecuencia de dos errores de los locales, un fallo de marcaje en una estrategia combinada con un mal despeje en la ocasión del brasileño y una caída al pisar el balón de Etebo al borde mismo de su área en la acción del argentino, quien remató a placer la asistencia de Reguilón. Se enriquece igual un empresario que da trabajo a miles de personas que un usurero miserable, sí, pero no es lo mismo. Una ventaja idéntica gozaba el Sevilla en Vigo, también como consecuencia de un obsequio local, y la obsesión por defenderla acabó costando un disgusto. Era necesario mostrarse más amenazante a la vuelta del vestuario.
Seguramente, al sevillista se le reaparecieron muchos fantasmas cuando se volvió a sentar ante su televisor tras la «pausa pipí». En el intermedio, el lesionado (crónico) Vaclik había tenido que ser sustituido. Y no es que el guardameta checo sea una máquina de salvar ocasiones, desde luego, pero se está mostrando esta temporada razonablemente fiable. No sólo eso: es que los cuatro partidos sin compromiso que había jugado su reversa, Bono, habían llevado a la conclusión de que sería una pésima noticia que tuviera que actuar mucho. Sobre todo la tarde del Bergantiños, el marroquí se había mostrado muy por dejabo del nivel requerido para un club de las aspiraciones del Sevilla. Gracias al buen trabajo de sus compañeros, se marchó inédito de Getafe.
La defensa de cinco de Lopetegui, con Gudelj incrustado entre los centrales, permitía algún vuelo de los carrileros. No andan Navas y Reguilón como al principio del curso, ni mucho menos, pero con menos responsabilidad defensiva y el rival volcado pueden explotar los espacios. Fue Fernando, sin embargo, el jugador ofensivo clave en la segunda mitad. Al brasileño también lo favorece la presencia de tres zagueros puros porque le permite descolgarse de cuando en cuando. Marcó el segundo gol y asistió en el tercero.
Cuando el Getafe, a falta de otros recursos, apelaba al tremendismo para su arreón final, sentenció el Sevilla en una cuidada acción de estrategia. Suso la puso de cine en el segundo palo, De Jong recentró en caída y Fernando la empujó en la línea. El asistente levantó la bandera, corrigió el VAR y los azulones, rotos por el esfuerzo entre semana, se rindieron.
Lopetegui quiso reforzar su defensa con la inclusión de Sergi Gómez para cambiar al 4-5-1 con Koundé de lateral derecho, Gudelj de pivote y Fernando en la media punta. El joven francés, que ya mostró contra el Cluj sus buenas condiciones para actuar en banda, detectó la diagonal del «Pulpo», quien hizo una pausa antes de ponérsela al espacio para que fusilase a David Soria de tiro cruzado. Redondeó de este modo el Sevilla una goleada que le permite recuperar la tercera plaza y, sobre todo, ofrecer una prueba de vida a su gente, que lo creía inmerso en una espiral negativa como la de las dos últimas campañas.
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