Coronavirus
“He cogido vacaciones para no exponer al Covid-19 a mi hijo de tres años y con una enfermedad neurológica”
Los trabajadores transfronterizos de Gibraltar se quejan de la “dejadez” en la toma de medidas por parte de las autoridades británicas y lamentan que el confinamiento “llegue tarde”
El confinamiento se aplicará en Gibraltar durante al menos un mes a partir de hoy, pero para trabajadores transfronterizos que prestan sus servicios en la colonia, la medida “llega tarde” y en la Roca “han estado demasiado tiempo como si nada”, según aseveran algunos de ellos a LA RAZÓN. A Rafael G. la preocupación ya le había sobrepasado, lo que le llevó a tomar la iniciativa. Trabaja desde hace tres años en una empresa de electricidad y mantenimiento del Peñón y vive en Algeciras, Cádiz. Cada día tiene que recorrer unos 30 kilómetros para ir y volver a su domicilio donde lo esperan su mujer, su hija de seis años y su hijo, con tres y “una enfermedad neurológica”.
“El jueves pasado”, relata, “tomé la decisión de coger vacaciones y hablé con mi jefe para hacerlo porque, si para cualquiera una complicación respiratoria puede ser grave, en el caso de mi hijo, el riesgo se multiplica”. Luego se ha enterado de que no ha sido el único. Tenían previsto “hacer viajes a Madrid y a Barcelona” ligados a la salud del menor, pero han tenido que cancelarlos, así es que optó por las vacaciones. “No puedo estar expuesto al Covid-19 para que él no lo esté. Necesita cuidados diarios. Mi mujer dejó de trabajar y es la que se encarga de llevarlo a médicos o terapias, además de ocuparse de la niña, que la semana que viene cumple siete años”, explica, e insiste: “No puedo poner en peligro la vida de mi hijo y mi mujer necesitaba un respiro”.
Confirma a este periódico que “mientras en España se había decretado ya el Estado de alarma”, en Gibraltar, “se ha seguido manteniendo contacto con la gente”. Se han sentido “muy desprotegidos” y desprovistos “de información por parte de las empresas gibraltareñas”. Él mismo estuvo “instalando en un apartamento de un inglés un sistema contra incendios” antes de que se activara en la Roca el Estado de emergencia y a un compañero “prácticamente lo echaron a patadas de un banco privado al que fue para hacer tareas de mantenimiento”. Han intentado protegerse “con guantes y mascarillas” propias, aunque “cada vez son más difíciles de conseguir en la zona”, se lamenta.
“Entramos y salimos de Gibraltar y podemos llevar el coronavirus o traerlo para casa”, condensa. Afirma que saben que el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, “ha estado en permanente contacto con las autoridades españolas y ha ido tomando ciertas medidas”, pero el ritmo lo ha marcado el Reino Unido y, en opinión de este colectivo de trabajadores, ha sido demasiado lento. Ahora no saben si "todos” están “infectados”.
La sombra del Covid-19 no es sólo sanitaria, también económica. Rafael G. asevera que les han trasladado que las autoridades gibraltareñas “están proponiendo a las empresas lo que ellos llaman una pausa de trabajo”, similar a un expediente de regulación de empleo temporal (ERTE), en concreto de “30 días”. “Vienen a ser unas ‘vacaciones’ patrocinadas por el Gobierno español, ya que sería darnos los papeles necesarios para poder solicitar el paro aquí y, cuando todo esto pase, volver con los mismos privilegios”, expone. Les parece una opción razonable, pero avisa: “Estuve en paro unos 15 días cuando trabajaba en otra empresa hace unos años y tardé mes y medio en conseguir esos documentos. Tienen que ir al Reino Unido, allí ser sellados por la autoridad competente, volver a Gibraltar, ser sellados otra vez, y después te los entregan a ti”, detalla. “No sé cómo lo van a hacer, pero muchos padres de familia necesitamos trabajar para llevar la comida a casa”, cose. El parón les permitiría esquivar colas que ya se están produciendo “a las 6:30 horas de la mañana” para acceder al Peñón y por la tarde para regresar a territorio andaluz.
Para Rafael G. el futuro es una amenaza que se hace muy presente. “Si son 30 días sin actividad, procuraré llevarlos lo mejor posible, pero si son más, tendré que volver a Gibraltar a trabajar y no a mi domicilio", se adelanta. Volverá a actuar por su cuenta. Se aislará, dice, en “una pequeña casa en un campo” que tienen sus padres en el también municipio gaditano de Chiclana de la Frontera. “No quiero exponer a mi familia”, martillea. Y apostilla que no está solo: “En el campo de Gibraltar somos muchos padres con niños con necesidades especiales. Si el parón se hubiera hecho antes, quizás las cosas hubieran podido ser de otra manera, pero nos hemos quejado de la dejadez que ha habido respecto a nosotros”, remata. Son en torno a 15.000 las personas que cruzan a diario la Verja para trabajar, la mayoría de ellos españoles, y entre las que hoy se cuela un doble temor: por su empleo y por su salud.
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