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Coronavirus

Un alcalde “en primera línea” contra la pandemia

El Puerto de Santa María (Cádiz), con casi noventa mil habitantes, registra la tasa más baja de fallecimientos por coronavirus en ciudades andaluzas. Su regidor, Germán Beardo, ha alternado la actividad institucional con labores sociales

El alcalde portuense (d) ha colaborado activamente en tareas sociales como la descarga de camiones con alimentos
El alcalde portuense (d) ha colaborado activamente en tareas sociales como la descarga de camiones con alimentosAyuntamiento del Puerto de Santa María

“¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad?”, se preguntaba Rafael Alberti años después de abandonar su Puerto de Santa María natal para recalar en Madrid. Algo similar debieron pensar muchas de las quince mil personas que tienen su segunda residencia en el municipio gaditano, ejemplo de contención del coronavirus: con casi noventa mil habitantes solo se habían producido 63 casos y tres fallecidos hasta el pasado martes. “Somos la ciudad de Andalucía con menor tasa de fallecimientos por cien mil habitantes”, dice su alcalde, Germán Beardo, como carta de presentación. Debido a su alto porcentaje de segundas viviendas se adelantaron a limitar los accesos para impedir el éxodo de ciudadanos procedentes de otras provincias y comunidades, llegando a interceptar en un solo fin de semana a casi un centenar de vehículos, a los que obligaron a volver a su lugar de origen. Para detectar la entrada de foráneos han recurrido incluso al seguimiento de los contadores de agua, para saber si el inquilino llegó después del estado de alarma, obligando a regresar a cuatro familias, según revela el alcalde.

“Cerramos las playas, los parques y pinares y llamamos al confinamiento de la población el jueves y el viernes (previos al primer decreto del estado de alarma) e implantamos medidas de control de acceso esos primeros días. Eso ha provocado que hayamos podido controlar la penetración del coronavirus”, relata Beardo, que ha alternado en esta crisis su labor institucional con su presencia en los controles policiales, repartiendo productos de primera necesidad o colaborando en la descarga de camiones de suministro. “La responsabilidad de un alcalde es liderar la ciudad en los malos y buenos momentos, en los malos si me apura aún más -asegura-. Si la Policía estaba en primera linea y los sanitarios o los cajeros, el alcalde también tenía que estarlo”, concluye.

Beardo cumplirá su primer aniversario al frente del Ayuntamiento casi al mismo tiempo que celebre sus 35 años. Estos dos últimos meses le han obligado a afrontar una situación excepcional: “Yo no me podía quedar tranquilo en casa estando el Puerto con una crisis sanitaria. Si tocaba montar el servicio de alimentación municipal o supervisar los controles de acceso se hacía”, dice, una actividad que ha alternado con sus obligaciones en el despacho oficial. Los ayuntamientos han sido los grandes olvidados de esta pandemia -los municipios no supieron oficialmente sus contagios hasta hace una semana-, pero al mismo tiempo son el nexo más cercano con los ciudadanos. Como en toda España, con el confinamiento han aflorado las desigualdades sociales. El político cuenta cómo esas medidas han estado entre las prioridades, creando “una oficina de emergencia social que coordinase toda la acción”, desde un albergue a la entrega de bolsas de comida o tarjetas con saldo para gastar en supermercados “para no estigmatizar”. El “Chef del Mar”, Ángel León, también ha colaborado elaborando 240 menús diarios para llevarlos a personas a las que la Covid-19 está llevando a atravesar por dificultades económicas. Su último movimiento en este sentido ha sido reclamar que el remanente positivo de tesorería, que calcula será de entre 15 y 17 millones de euros, pueda destinarse “a poner en funcionamiento El Puerto otra vez”, una operación que debe autorizar el Gobierno. “Antes que pagar a los bancos y amortizar deuda prefiero ayudar a la gente. Lo que no puede pasar es que el dinero de los portuenses no revierta a la ciudad y vaya a pagar anticipadamente a los bancos. Yo me niego en rotundo”, mantiene. Es “mucho dinero”, insiste el alcalde, que ha visto cómo en la ciudad se ha incrementado cuatro puntos la tasa de paro, alcanzando en marzo el 31%, según la EPA.

El regidor portuense tomó la decisión de posponer la apertura de las playas hasta conocer oficialmente el impacto del coronavirus en el municipio, pero ahora se muestra dispuesto “a ponernos en el mapa como ciudad que inicie la desescalada” con la mirada puesta en el turismo del verano. “Abriremos con aforos limitados y manteniendo la distancia social, pero no volviéndonos locos con medidas imposibles”, aclara sobre las múltiples opciones que están barajando a lo largo del litoral andaluz, como la de dividir las playas en cuadrículas. “Quienes vengan a la Costa de la Luz verán que es imposible por las bajadas y subidas del agua, eso no hay cuadrícula que lo resista -dice con cierta sorna-, ni tampoco los aforos estables porque las playas se reducen” a lo largo del día por las mareas. Por las singularidades de las costas españolas, Beardo cree que “el Gobierno debe descentralizar los criterios de desescalada en las comunidades autónomas para que adapten su realidad a las necesidades de cada municipio” y no duda de que “El Puerto va a tener verano. Tendrá el mejor verano que nos permitan las autoridades sanitarias. No renunciamos a nuestras playas y hemos empezado a montar el dispositivo para el momento en que nos autoricen a abrirlas y a que nos visiten”. Pero también tiene muy claro que la seguridad debe primar: “Un aperturismo total sin control de la movilidad provocaría un rebrote de los contagios. No habría ese miedo si se estuvieran haciendo test de manera masiva y rápida”.