PSOE
El valido de Ferraz frente a la «operación Vara» de Susana Díaz
La lideresa andaluza, que prosigue en un perfil bajo frente a Pedro Sánchez, mantiene el pulso a los críticos para pelear por la Junta de Andalucía
La luna, según los astronautas que estuvieron allí, huele a pólvora quemada. Como la sede de la calle San Vicente la noche oscura del alma en la que el PSOE-A se vio despojado del poder de San Telmo tras casi cuatro décadas. La vicepresidenta del Gobierno eludió el debate –«En Andalucía soy militante de base y no hablo sobre mi partido»– este viernes en Sevilla, donde compartieron escena varios de los actores del serial. Con todo, dejó algún haiku a la manera Calvo, subrayando que el PSOE, como partido con más de un siglo, «leemos bien la realidad». De los primeros en llegar al acto fue el diputado jiennense Felipe Sicilia, quien esta semana en «Sur» no descartó disputar el liderazgo del PSOE-A a Susana Díaz y quien fue incluso protagonista en el Parlamento. «Yo estoy con Felipe... Con Felipe González. No voy a sembrar la discordia», le soltó Juanma Moreno a la jefa de la oposición. «Es un compañero muy válido. Un chaval con mucho potencial», le definió la lideresa andaluza en 7TV.
De «válido» a «valido» va un acento y mucha carga semántica. Sicilia es de Jaén, una de las agrupaciones más poderosas del PSOE pero su secretario general Francisco Reyes no ha levantado el pulgar –el símil de la espada desenvainada en Roma– al movimiento. Los posibles padrinos, y madrinas, de Sicilia están en Madrid. En la disputa interna del PSOE-A hay varios sectores: una serie de críticos andaluces agrupados en la plataforma Hacer+PSOE, conformada por lo que el aparato andaluz considera «viejas glorias» venidas a menos y en disgusto con Susana Díaz; los movimientos de Ferraz; y la estrategia orgánica. Todos se han ido moviendo sibilinamente, menos los primeros, cuya táctica consiste precisamente en hacerse notar. Los sables, no obstante, se manejan en silencio y silban en la noche cuando se desenvainan. En la anterior crisis económica, Griñán, que por acciones así jamás controló el aparato, bajó los sueldos casi una cuarta parte. La semana pasada la Diputación de Sevilla, dirigida aún por Fernando Rodríguez Villalobos –cuya presidencia salvó Susana Díaz en los acuerdos de paz con Pedro Sánchez y cuya cabeza llegó a pedir públicamente dirigentes del círculo de Sánchez como Kiko Toscano– llevó a Pleno una subida de las retribuciones de altos cargos por motivo del aumento de la carga de trabajo con la pandemia. Movimiento causal o casual, de cara al congreso regional, que se celebrará a finales de 2021 o en 2022, coronavirus mediante. Más movimientos orgánicos: la defensa en el plenario del portavoz socialista José Fiscal a los diputados de Adelante. Tendiendo puentes, ahora que la coalición implosiona entre Podemos, IU y Anticapitalistas y cada vez está más despejada la desaparición como cabeza de cartel de Teresa Rodríguez, a la que Susana Díaz le profesa tanta simpatía como Felipe González a Pablo Iglesias; y viceversa.
En el acto en Sevilla, Felipe (Sicilia) y Susana (Díaz) se saludaron en la distancia, sin mediar palabra. También estuvieron Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, cada vez con más porte de padrino y posible candidato también a la secretaría del PSOE-A, y Ángeles Férriz, diputada de Jaén, ex portavoz del grupo, defenestrada por Díaz como el onubense Mario Jiménez. Espadas, el que parecía como tapado en la terna hasta que dio un paso al frente para después dar un paso al lado evitando aparecer como «pato cojo» en la Alcaldía, venía de vuelta de la Supercopa de Europa. Tampoco estuvo María Jesús Montero, posible alfil de Pedro Sánchez.
Ferraz sigue mirando de reojo a Díaz, ahora «enemiga necesaria» al menos hasta que se confirme la ruta de las especias que emprendió el presidente del Gobierno siguiendo los cantos de sirena de Pablo Iglesias, cual Magallanes y Elcano. Díaz ya no tiene capacidad ni potestad para echar pulsos a Ferraz y el PSOE andaluz hasta la pandemia vivía en permanente estado de shock por la incertidumbre interna y las sentencias judiciales externas. Susana Díaz ha descartado ser europarlamentaria, presidenta del Senado o ministra de Defensa. Se atribuye al canciller Schröder el aforismo: «Tengo pocos principios, pero, eso sí, flexibles». Susana Díaz ha hecho un arte de uno de los momentos cumbre de Unai Emery, en la cuerda floja antes de conseguir tres títulos europeos: «Yo no voy a morir con mis ideas». Díaz no ha puesto un «pero» a la gestión de Sánchez de la pandemia ni a los pactos con filoetarras e independentisas. «Para ser dragón, hay que tragar muchos sapos». La ex presidenta de la Junta se aferra al cambio de talante y al mito del pebetero olímpico para sobrevivir.
La noche del 25 de julio de 1992 pasadas las 22:38, un arquero paralímpico, Antonio Rebollo, lanzó una flecha en llamas en el Estadio de Montjüic. Milésimas de segundo después, el pebetero ardió. El mito y la inocencia defienden que efectivamente Rebollo alcanzó a acertar, con su flecha en el momento y el lugar exactos, su objetivo. La razón, que guarda una relación filial con la malicia, atribuye a la técnica mecánica aquella proeza. Se pulsó un botón y el pebetero ardió mientras la flecha se perdió en el vacío y unos operarios la buscaron allende la montaña mágica de Montjüic. Por entonces, «Quién sabe dónde» era un programa de gran éxito. El botón en las últimas elecciones fue la fábula de Pedro y/o el lobo. Al final, pudo más que el «efecto Vox» su contraefecto. «El defecto Vox». Susana Díaz defenderá que en Andalucía ella lanzó la flecha en llamas y ardió el pebetero, porque entonces «contuvo» a Vox y sólo la unión de lo que denomina «trifachito» la despojó del poder, lo que provocó una situación que sirvió de «alerta» para el resto del país. Susana Díaz «se inmoló» por España. «De no haberse producido la pérdida de la Junta y la llegada del Gobierno de PP y Cs con Vox, no se habría producido la gran movilización. «Hemos contribuido para que no ocurriera lo mismo, como Pedro Sánchez no se ha cansado de repetir», señaló el secretario de Organización del PSOE-A, Juan Cornejo. La contralectura del mito del pebetero olímpico es que habría sido suficiente con que la flecha pasase por encima para que la llama prendiese (y se conservara la Junta). De cara a las posibilidades electorales de Susana Díaz, su aparato se agarra al posible descalabro de Cs a corto plazo, que puede propiciar su particular «operación Vara», el presidente extremeño al que la lideresa pone como ejemplo en la recuperación del poder tras el mandato de Monago.
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