El estado de alarma decretado en marzo en España por la crisis sanitaria de la covid hizo tambalearse los cimientos de muchas empresas. Ocho meses después y con un nuevo estado de alarma vigente por el golpe aún más duro de la pandemia, el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Javier González de Lara (Málaga, 1963), avisa del drama social en ciernes si se produjera otro confinamiento total.
¿Qué sensaciones tiene después de estos ocho meses, que están siendo duros para todo el mundo, pero especialmente para quienes tienen un negocio y no saben lo que va a pasar?
Esto es una pandemia que se ha presentado sin libro de instrucciones. Estábamos en 2019 creciendo en Andalucía un 1-1,5 por ciento y de manera inaudita a finales de marzo nos hemos visto sometidos a una presión brutal, con una pandemia que nos ha obligado al confinamiento durante 99 días en la primera alarma nacional, condicionando la supervivencia de las empresas. A fecha de hoy el daño está siendo enorme: de aquí a final de año puede haber una pérdida cercana a las veinte mil empresas, casi un 5% del tejido productivo andaluz. Y en esas pérdidas, habrá sobre todo pymes, y dentro de ellas las pequeñas. También es verdad que es una pérdida que no debe ser definitiva porque hay mucho cese de actividad y empresas en hibernación condicionadas por las restricciones horarias y por los ERTE. Vamos a ver cómo recuperamos ese músculo empresarial.
Cuando hablamos de empresas, parece que se despersonaliza, pero detrás hay proyectos personales y familias. El cálculo en estas dos semanas de cierre de noviembre es que se perderán mil millones, según la Junta. Y no sabemos si van a ser solo dos...
Sí, sí. Nosotros entendemos las empresas desde una visión social y lo reivindico permanentemente, estamos muy lejos de la visión meramente mercantilista de los negocios. Casi 70.000 empleos pueden estar en peligro. Ojo, el daño social es muy importante.
¿Se han entendido las medidas últimas de la Junta, con el cierre total en Granada de comercios y bares y desde las seis de la tarde en el resto de la comunidad?
Son medidas duras y difíciles, que tienen una afección muy directa para empresas, autónomos y la sociedad en general. Los empresarios las estamos acatando con responsabilidad y confiamos en que sirvan para reducir los contagios. Pero hay una sensación de hastío, sobre todo porque llevamos desde el 14 de marzo. No ha habido tiempo para recuperar la facturación. Por lo tanto, ahora corresponde rescatar a esos sectores más afectados, con especial incidencia en la hostelería y el comercio, pero también a otros muchos porque no se puede entender la industria turística sin otros sectores no esenciales como el ocio, las agencias de viajes, el transporte...
Al final todos se han visto afectados.
Porque ha habido una definición entre esencial y no esencial muy discutible. Hay empresas que han hecho una labor en la pandemia extraordinaria porque sus sectores eran esenciales, pero por ejemplo el turismo, al no ser declarado esencial, se ha visto obligado a cerrar y no se sabe cuándo abre. El ERTE ha sido una consecución del diálogo social para intentar evitar el perjuicio mayor. La delimitación de ser esencial o no es la que delimita el propio daño en tu facturación.
Las restricciones más duras han sido ahora, pero una vez que no se podía salir del municipio –desde finales de octubre en Granada y una semana después en la mitad de Andalucía– el perjuicio se estaba produciendo.
Tampoco nadie tenía la posibilidad de prever la duración de esta pandemia. Cuando se levanta la alarma nacional y se hace la famosa desescalada, poco más o menos el Gobierno decía que habíamos vencido a la pandemia, seguramente con buena fe. La sorpresa es cuando en julio comienzan a repuntar los contagios y en agosto tuvimos malas noticias de otros países de la Unión Europea, sobre todo de Reino Unido. A partir de ahí empezamos a pensar que hay que inyectar ayudas, no van a ser suficientes con las que se han puesto en marcha. Somos conscientes de que las administraciones también tienen sus limitaciones presupuestarias, pero habrá que ayudar..
¿Hasta cuándo deberían mantenerse los ERTE?
Son un gran alivio, si no hubiéramos tenido la herramienta de los ERTE habríamos tenido muchos problemas sociales. Han sido una fórmula potente para que las empresas sigan funcionando y las que no lo han podido hacer tener cubierta su propia subsistencia. No ha habido una desvinculación, la nómina del desempleo no se ha disparado y se van recuperando en base a la actividad miles de trabajadores. Si la alarma nacional se amplía hasta el 9 de mayo, por pura coherencia los ERTE que tienen un vencimiento a 31 de enero deberían ampliarse como mínimo hasta ese 9 de mayo. Tener que financiar un desempleo nos abocaría a una cifra absolutamente dramática. Por lo tanto, siempre mejor los ERTE que los ERE.
¿Qué cálculo tienen del porcentaje de ERTE que se convertirán en ERE?
Es muy difícil de saber. Estamos a la espera de ver qué decisiones se adoptan por el Gobierno de la Nación, no solo respecto a esa ampliación de plazos, también de un decreto que garantizaba que hasta el 31 de diciembre las empresas no entraran en causa de disolución por estar incursas en pérdidas. Esperamos que ese decreto se prorrogue porque si no muchas a partir de enero podrían estar en causa de disolución y pasarían a ERE.
La previsión de la Junta es que se va a alcanzar una tasa de paro del 30%.
Son cifras bastante probables. Si al final desaparecen 18.000 o 19.000 empresas en Andalucía y afecta casi a 70.000 trabajadores la cifra se puede disparar. En Alemania, desde el mes de septiembre la canciller Angela Merkel decidió, de manera inteligente, prorrogar los ERTE hasta finales de 2021, señal de que sabían lo que les podía venir.
Tendríamos que mirar un poco más a Alemania para tener previsión...
Por supuesto, alzar la mirada, que nos falta, siempre estamos mirando un poco hacia abajo. Aquí dijimos enero porque pensamos que no podíamos negociar en plenas navidades con una tensión social importante la prórroga de los ERTE. ¿Qué pasa? Que nos vamos a encontrar en enero debatiendo temas que ya se han debatido en dos prórrogas. En Alemania se han saltado esa cuestión.
¿Sería lógico que se dijera que si se mantienen las condiciones del estado de alarma que los han provocado se extienden automáticamente?
Correcto. Si quiere lo mandamos para el Boletín Oficial del Estado (risas). Ya verá, ojalá me equivoque, cómo habrá mesas de negociación, acabaremos todos exhaustos para ver si quitamos los ERTE de rebrotes, de fuerza mayor... ¿Pero qué me está contando si estamos todos en una situación dramática?
¿Cuánto cuesta tener abierta ahora una empresa pequeña?
Tenemos una fiscalidad perniciosa en nuestro país. Un contrato tiene un 40% de coste social: si le pagas mil euros a una persona, a la empresa le cuesta 1.400, ahora súmale la repercusión del IBI, los impuestos directos e indirectos... Al final la brecha fiscal está por encima del 50-52 por ciento. No ha habido piedad fiscal en este tiempo porque solo ha habido aplazamiento o fraccionamiento en el pago de tributos, pero ninguna exoneración fiscal, como ha ocurrido en Alemania, Francia o Italia. Hay empresarios que se han tenido que buscar la vida a través de créditos ICO ¡para pagar impuestos!, no para mejorar su fortaleza y su liquidez. Tener que pedir créditos ICO para pagar impuestos es muy duro. Subir impuestos no es la solución, no hay ningún país que esté en la línea de subir la presión fiscal. Aún estamos esperando un plan de rescate de la industria turística.
En Andalucía, acaba de presentarse el proyecto de ley de los Presupuestos de 2021, no sé si ha tenido oportunidad de tratar ese tema con la Junta.
Estamos en conversaciones con toda la cuestión presupuestaria. Evidentemente, en esos 40.000 millones que tiene Andalucía siempre querremos inversiones productivas los empresarios porque todos sabemos que dos tercios se van a sanidad, a educación y a servicios sociales. Tenemos la esperanza en los fondos europeos de recuperación, hay muchas empresas a la espera de instrucciones.
Pero tienen que mantenerse para poder pedirlas.
Correcto. Se supone que 72.000 millones van a venir a España a fondo perdido. Ese dinero podría cubrir muchas necesidades de rescate y de apoyo al tejido productivo, que necesita ser sostenido. E insisto: me sigue sorprendiendo que a estas alturas la industria turística no esté en el centro de la toma de decisiones. Porque no hablo del 14% del PIB, hablo de un 14% directo más cerca de otro 14% de actividades indirectas. Es decir, que casi el 30% del PIB español está al albur de la toma de decisiones.
No sabemos el cierre decretado cuánto va a durar. De momento, son 15 días, pero parece que podamos ir a más en ciudades como Sevilla o Jaén.
Hay que ser muy respetuoso. Estamos viviendo un punto de inflexión en Andalucía y lo que decidamos hoy, sobre todo en lo sanitario, va a ser fundamental para superar esta prueba de fuego. Tenemos que intentar conseguir no pasar más allá del 23 de noviembre, pero honestamente me considero incapaz de saberlo. Todos somos responsables de una autorregulación suficiente para evitar contagios. Las próximas fechas van a ser determinantes. Estamos intentando conciliar economía y salud, si no, nos confinamos, y no estaremos hablando ya de ERTE, hablaremos de ERE y hablaremos de una catarsis económica sin precedentes.
¿Tiene confianza en llegar a Navidad sin restricciones?
Si somos capaces todos de hacer que esa curva vaya descendiendo y en el puente de la Constitución las cifras sean aceptables, intentaremos tener una Navidad lo más normalizada posible, que no lo va a ser, para que todos los sectores no esenciales que han estado más perjudicados puedan facturar. Cualquier año normal, la Navidad significa un 40% de la facturación del comercio minorista, pero es que del turismo también. La Navidad es estratégica y tenemos que intentar salvarla, porque luego enero y febrero no son precisamente meses buenos. Para el empleo y para la actividad económica son mucho más gélidos por razones obvias. Habrá provincias que estén más o menos afectadas y se deberá actuar con microcirugía, también por distritos sanitarios.