Cine

Eduardo García Maroto y la etapa dorada de Hollywood

La Casa del Cine de Almería acoge una exposición con más de 40 fotografías sobre la producción del cineasta andaluz

Eduardo García Maroto mirando por el visor de la cámara
Eduardo García Maroto mirando por el visor de la cámaraLa RazónLa Razón

Con motivo del Festival de cine de Almería, FICAL, clausurado hace unos días, se inauguró en la Casa del Cine de esta capital una exposición sobre el cineasta andaluz Eduardo García Maroto, que tuvo un papel decisivo en las grandes producciones de Hollywood rodadas en España desde mediados de los años 50. La exposición se podrá ver hasta finales de enero, pero debido a las restricciones horarias, sólo los sábados y domingos, de 9 a 14 horas. Está producida por el Festival de Málaga e incluye más de 40 fotos de gran tamaño en las que se pueden ver fotogramas de algunas de las películas dirigidas por García Maroto, fotografías de rodaje y, especialmente, de su colaboración con la industria de Hollywood, junto a actores de la talla de Peter Lorre o directores como Stanley Kramer, Jean Negulesco y Robert Rossen.

Eduardo García Maroto nació en Jaén el 14 de diciembre de 1903. Comenzó a trabajar como ayudante de cámara en algunos largometrajes durante la etapa del cine mudo. Intervino en varias de estas películas con pequeños papeles como actor.

Con Miguel Mihura escribió el guión de sus primeros cortos como director, “Una de fieras”, “Una de miedo” “Y ahora... ¡una de ladrones!”. Muchos críticos de cine consideraron que inventó un género nuevo y que renovó por completo el cine español de esa década. Además de los innumerables elogios de la crítica por estos trabajos en los que parodiaba diversos géneros cinematográficos, como el cine de aventuras, el de terror y el policíaco, logró el respaldo del público. De hecho fue tan buena la acogida por parte de la crítica y el público que el más importante productor de la época, Vicente Casanova le llamó para proponerle producir una película. Así surgió “La hija del penal”, con la que también logró un gran éxito comercial y de crítica, confirmando su valía y talento. Fueron estos trabajos los que influyeron en la decisión de un joven Luis García Berlanga para dedicarse al cine y más concretamente a rodar comedias.

Se encontraba en el mejor momento de su carrera, pletórico por los elogios y preparando su siguiente largometraje, cuando estalló la Guerra Civil. Al concluir ésta no pudo seguir haciendo las películas con las que triunfó durante la II República porque la censura rechazaba sistemáticamente sus guiones. Ya nunca dispuso de la libertad creativa para afrontar sus siguientes trabajos y no le quedó otra que aceptar proyectos de encargo que poco le satisficieron artísticamente. Asimismo tuvo muchísimos problemas con Millán Astray, que quiso vetar su penúltimo largometraje, “Truhanes de honor” al no aceptar que sus “caballeros legionarios” fueran denominados “truhanes”, que en una secuencia se disfrazaran de mujer y que se incluyese un fusilamiento.

A pesar de la censura, consiguió dirigir buenas comedias como “Los cuatro Robinsones” y “Mi fantástica esposa” junto a otras, que lograron un gran éxito, pero que pueden ser consideradas “alimenticias”, como “Canelita en rama”, protagonizada por Juanita Reina. También fue autor de dos largometrajes de gran éxito en Portugal, “A mantilha de Beatriz” y “Nâo ha rapazes maus”. En su última película, “Tres eran tres” volvió a sus orígenes al parodiar de nuevo a varios géneros cinematográficos, como el western, el terror y la “españolada”, pero se encontró de nuevo con la incomprensión más absoluta de los censores. Tampoco encontró muchos apoyos en su último empeño como director, la adaptación al cine infantil de “Don Quijote” en seis episodios de 30′, de modo que esta obra quedó inconclusa y supuso el final de su carrera como director.

Aunque García Maroto no llegó a trabajar en Estados Unidos, sí lo hizo al servicio de algunos de los más importantes estudios americanos (United Artists, Universal, 20th. Century Fox y Paramount). Cuando su carrera como director llegaba a su fin emprendió una nueva como responsable de producción de las grandes producciones del cine norteamericano que comenzaron a rodarse en España a partir de la década de los años 50. Su papel fue decisivo en “Orgullo y pasión”, “Salomón y la reina de Saba” y “Patton”, entre otras muchas. Trabajó a las órdenes de Stanley Kubrick, King Vidor, Stanley Kramer, Franklin Schaffner y Robert Rossen, entre otros. También hay que destacar que su labor fue muy importante para que los productores de Hollywood fueran confiando cada vez más en los profesionales españoles, lo que propició que a mediados de los años 70 fuera la primera vez que dos españoles, Gil Parrondo y Antonio Mateos, consiguieran el Oscar, por su trabajo en “Patton”.

Residió los últimos años de su vida en Marbella pero falleció en Madrid el 26 de noviembre de 1989.

Además de su debilidad por el humor y la comedia. Eduardo García Maroto tuvo una estrecha relación con la literatura, como se puede apreciar en su cercanía con algunos de los escritores de la denominada “Otra Generación del 27”, como Jardiel Poncela, Antonio de Lara, Tono o Miguel Mihura. Además, adaptó a Pedro Muñoz Seca, Calderón de la Barca era uno de los personajes de “A mantilha de Beatriz” y su proyecto más ambicioso fue adaptar para los niños la obra magna de Miguel de Cervantes.

Asimismo, destacó por su carácter emprendedor (fue productor de varias de sus películas) y por buscar siempre fórmulas alternativas a la producción, como una cooperativa de cine, la primera en España, o una fundación para hacer cine infantil.

A mediados de la década pasada, Luis Mamerto López Tapia y Javier Caballero dirigieron un documental sobre García Maroto, “Memorias de un películero”, disponible en youtube.

Miguel Olid es el comisario de la exposición