Entrevista
Manuel Jabois: «El periodismo es estar en los sitios y con la pandemia no hemos podido»
El periodista y escritor presenta «Miss Marte», una novela ambientada en la Costa da Morte
Curtido en sus inicios en el periodismo local gallego, Manuel Jabois (Sanxenxo, Pontevedra, 1978) y ahora periodista de «El País», se dice acostumbrado a «mirar en los márgenes» para encontrar historias, reales o de ficción. En su última novela, «Miss Marte» (Alfaguara), una periodista investiga una desaparición en la Costa da Morte.
¿Los pueblos son más proclives para escribir historias truculentas?
No, no, creo que hay historias truculentas en cualquier lugar en el que haya más de dos personas. En un pueblo es más fácil que haya una conmoción cuando llega una persona nueva.
Hay ahora series de televisión en esa línea, como «Hierro» o «El desorden que dejas», con ese clima de «todos nos conocemos y alguien ha hecho algo malo» difícil de conseguir en una ciudad.
Sí, en mi caso es más cómodo porque conozco bien la lógica interna en que se mueven los pueblos. Es interesante que todo el mundo crea conocerse, uno de los ejes de la novela es que nunca se conoce a nadie del todo.
¿Cómo lleva la alternancia del periodismo con la ficción?
Tengo los días divididos, generalmente la novela la escribo de noche. Puedes contar más cosas de ti mismo en una ficción, el periodismo no es para contar nada de ti mismo salvo que tengas una columna.
Hace muchos años que cuenta cosas de sí mismo en sus columnas... que también serán un poco ficción, ¿no?
Sí, pero al final no es lo mismo escribir a solas en tu casa pudiendo disfrazar y mezclarlo todo en otros personajes que acarrearlo con tu firma. Tienes más cuidado, en la novela puedes ir más a tumba abierta.
¿El periodismo local tiene más riesgo que cualquier otro?
Si es el de guerra no, desde luego, pero el periodismo local más que riesgo lo que supone es una escuela fantástica para escribir de lo que sea. Eso es lo que hace cualquier periodista local: escribir en cualquier sección y cambiar de tema en cuestión de horas porque la actualidad lo demanda.
¿El romanticismo del periódico se ha perdido?
Sobrevive todavía entre muchos lectores una identificación con su periódico para discutir con él, no para aplaudirlo.
¿Hasta cuándo? ¿El papel tiene caducidad?
No tengo ni idea, llevamos como 15 o 20 años enterrándolo. Evidentemente se está diluyendo pero no me atrevo a ponerle un punto final, no se si lo habrá ni si se reordenará todo para dejarlo una edición semanal o algo así. Pero del todo no va a desaparecer.
¿Es de los que vive pensando en escribir sobre lo que le está ocurriendo?
Sí, eso es algo que tiene el narrador de la novela, Nico: durante la historia él acompaña a una periodista para reconstruir una boda y la desaparición de una niña y sabe que todo lo que está pasando o pasó hace 25 años es susceptible de ser contado. En mi trabajo pienso igual: cosas que me pasaron hace diez años o que leí hace quince y que de repente recuerdo pueden ser utilizadas.
Ha contado alguna vez que empezó varias carreras pero nunca la de periodismo. ¿Qué hace falta para ser periodista?
Saber mirar y saber contar.
¿Estudiar no?
No, no. Es útil, pero no es imprescindible.
¿Se debe opinar de todo?
Se debe opinar de las cosas de las que uno está informado. Una de las ventajas que tengo en el periódico es que solo tengo que opinar un día a la semana, y eso me da mucha libertad para no opinar de cosas de las que no tengo ni puta idea o de las que no puedo informarme. Incluso cuando opino de algo intento hacer ver al lector que tampoco es que mi opinión sea palabra de ley. Es bueno escribir con dudas, y transmitirlas, porque tenemos un sobre exceso de seguridad en uno mismo.
¿La radio es ese lugar donde hablar resulta más liviano porque las palabras tienen menos peso que las escritas?
No, yo creo que con internet eso de que hablas y se lo lleva el viento ha quedado bastante viejo. Todo queda, lo cual añade una presión extra porque cuando hablas piensas menos que cuando escribes. Así que es conveniente también dejar un segundo de silencio antes de abrir la boca. En la radio y en la vida.
¿Cuándo se ha sentido más libre en aquellas primeras columnas en Galicia o ahora?
Son distintas libertades, y no tienen que ver con el periódico en el que fueron escritas, tienen que ver con la edad. En veinte años uno, esté donde esté, tiene otro sentido de la libertad a la hora de escribir. Tampoco tengo las mismas obsesiones ni las mismas preocupaciones, por lo tanto la escritura cambia, pero la libertad sigue siendo la misma.
¿Cuáles son esas obsesiones?
Jo... pues las de cualquiera de cuarenta años.
Bueno, hay gente de 40 a la que que le preocupa que no tiene trabajo o es precario...
Me preocupan mucho más los temas sociales que cuando tenía veinte años; me preocupa más la vida de los demás, que haya un cierto orden y me preocupa la política. Y cuando hablo de política no hablo del Congreso de los Diputados, sino de nosotros, de nuestros cuidados, de cómo somos y qué tipo de orden y gobierno queremos en el mundo. Supongo que a cualquiera de veinte años le parecerá más aburrido, pero es muchísimo más excitante pensar en eso que pensar en ti mismo y en tus placeres individuales.
¿La pandemia qué le ha quitado y qué le ha dado al periodismo?
Le ha quitado algo muy grave que es lo presencial, es lo más jodido, no hemos podido estar en muchos sitios. Es mucho mejor hacer las cosas a la cara, es esencial. El periodismo es estar en los sitios. Y nos ha dado una situación extraordinaria que contar. El periodismo es bastante cruel: las grandes crónicas del siglo pasado son las de la II Guerra Mundial. Cuando hay una situación tan trágica que afecta a todo el mundo y que necesita ser contada y analizada, además de forma urgente, el periodismo es imprescindible. Nos ha dado la condición como informadores de ser un servicio para que la gente sepa lo que está ocurriendo.
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