Salud
Quirónsalud advierte de que la pandemia ha empeorado los síntomas en los pacientes con la párkinson
El 66 por ciento de las personas que padecen esta enfermedad experimentó un empeoramiento de sus síntomas durante el confinamiento
Según afirma el doctor Antonio Parralo, Jefe de Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Huelva, la pandemia ha empeorado los síntomas en los pacientes con la enfermedad de Parkinson (EP), y es que las conclusiones de un estudio realizado por la Sociedad Española de Neurología (SEN) entre más de 600 españoles con Parkinson y publicado en el mes de septiembre de 2020, arrojan que el 66% de los pacientes experimentó un empeoramiento de sus síntomas durante el confinamiento y que un 33% presentó problemas cognitivos y trastornos del comportamiento. Además, un 70% de los pacientes consideraban que la pandemia les había afectado negativamente.
El pasado domingo, 11 de abril se celebró de Día Mundial del párkinson, para dar visibilidad y concienciar sobre la importancia de esta enfermedad que se estima afecta actualmente a entre 160.000 y 300.000 personas en España de los cuales aproximadamente 22.000 son andaluces. Se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente tras la enfermedad de Alzheimer.
El doctor Parralo explica que la edad media de inicio es 55 años, encontrándose el 80% de afectados entre 40- 70 años y un 5-10% menos de 40 años. Aunque “el aumento de la esperanza de vida actual ha contribuido a incrementar su prevalencia siendo más frecuente en personas de más edad”, aclara el especialista.
La enfermedad se suele presentar con temblor, lentitud o dificultad de movimiento, rigidez y alteraciones de la postura y de la marcha, los cuales se conocen como síntomas clásicos o motores. Sin embargo, existen otras manifestaciones clínicas, denominadas no motoras, entre las que se incluyen trastornos del olfato, del sueño, anímicos, cognitivos, digestivos o genitourinarios, entre otros.
El neurólogo apunta que “aunque existen algunos casos, aunque muy pocos, de EP genética, la gran mayoría de casos se debe a la combinación de múltiples factores causales que actúan a la vez, siendo los más destacables el envejecimiento, la vulnerabilidad genética y las exposiciones ambientales”. Todo ello “conlleva a una degeneración o muerte de neuronas dopaminérgicas, es decir se produce una disminución de dopamina en el cerebro, que conlleva el abanico sintomático descrito”.
El tratamiento de la enfermedad se inicia con fármacos en monoterapia, pero cuando la enfermedad va progresando el doctor indica que es necesario asociar fármacos para controlar los síntomas. El mecanismo fundamental de éstos insiste Parralo “es optimizar la dopamina que aún no se ha perdido o bien aportarla directamente”. No obstante, “durante el progreso de la enfermedad pueden surgir complicaciones y efectos adversos de estos fármacos, por lo que necesitan de una vigilancia estrecha por parte del neurólogo, advierte, siendo en muchos casos necesario el uso de técnicas más avanzadas, como las formulaciones en parche, inyectadas, intranasales o la perfusión continua de la medicación mediante bomba subcutánea o sonda intragástrica”. Si con todo ello no es posible el control sintomático, Antonio Parralo explica que “hay técnicas aún más novedosas como la cirugía funcional, denominada Estimulación Cerebral Profunda, consistente en la implantación de un electrodo en el cerebro que estimula directamente a esas neuronas dopaminérgicas que aún quedan vivas; o bien la aplicación de ultrasonidos, conocido por sus siglas en inglés HIFU, siendo ésta la más novedosa de todas y especialmente eficaz en el tratamiento del temblor”.
Como conclusión positiva, en palabras de Parralo “vemos que el arsenal terapéutico es muy amplio, adaptado a cada paciente y siempre en constante cambio y avance para conseguir cada vez una mayor calidad de vida en nuestros pacientes”.
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