Méritos e infamias
Autoritarismo
«La ecuación es bastante simple y siempre se repite: banalización del discurso político, apropiación de los símbolos nacionales y una simplificación de los problemas y sus soluciones»
Anne Applebaum acaba de publicar un demoledor ensayo donde muestra las raíces del autoritarismo en las sociedades democráticas. Para la periodista norteamericana las causas del auge de este movimiento son varias, pero se asientan en una serie de pilares bien definidos y comunes a los distintos ejemplos del ascenso de los modelos totalitarios en la Europa continental. Ha pasado en Grecia, Polonia, Hungría y también en nuestro país. La ecuación es bastante simple y siempre se repite: banalización del discurso político, una constante apropiación de los símbolos nacionales, la utilización masiva de las redes sociales y una constante simplificación de los problemas y por ende de sus soluciones. Acuérdense también de aquel señor con el flequillo naranja señalando la frontera mejicana con el dedo índice y vayan luego al gallinero de las tertulias políticas donde se habla mucho y no se dice nada o pasen un rato en las redes sociales, verdaderos mataderos del sentido crítico y la opinión ponderada. Ahí tienen la criatura y el huevo que la parió.
En «El ocaso de las democracias», calificado como mejor libro del año por The Washington Post y The Financial Times, Applebaum alerta del recorrido de ida que este tipo de movimientos generan en los espacios políticos y de la fragilidad de un sistema que permite engendrar partidos que pueden desarrollarse en su seno aunque el fin sea acabar con este modelo. Cuando se cocinan los indultos a los políticos del «procés» o se utiliza una crisis diplomática para romper la baraja en Andalucía, la tesis planteada en este ensayo casa perfectamente con lo que nos está pasando a los españoles en 2021. Un sufrimiento paralelo a la de la covid-19, que se llama populismo, y al que como un monstruo alimentamos cada día desde la comodidad «ideológica» de las redes sociales. Pensamos que nada sucederá en nuestras acogedoras casas, pero lo primero que hace el autoritarismo es colarse en su cocina y en su alcoba, antes ya lo hizo en su cabeza.
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