Espanya ens roba

Sabemos desde niños, gracias al magisterio de Alfonso Azuara, que «entre el honor y el dinero lo segundo es lo primero», de modo que no cometeremos la ingenuidad de extrañarnos por la actitud pesetera de Juanma Moreno, quien redujo a la economía la cumbre bilateral (¡ésta sí!) mantenida con Pedro Sánchez el jueves en La Moncloa. Uno esperaba mayor gallardía del presidente de la región más poblada del país, y exportadora de mucha simbología nacional, en defensa de eso que los cursis llaman «proyecto común» y que antes se despachaba con la bellísima, cuartelera, palabra Patria. Pero las querencias mediterráneas, la raíz fenicia, deben propender al mercadeo igual que la cabra tira al monte, así que los gabinetes se encargaron de filtrar la cuenta de la vieja con la que un señor con pinta de interventor de sucursal bancaria de pueblo le hizo a otro con aspecto de encargado de planta de caballeros de El Corte Inglés. En la política francesa, es recurrente preguntar qué fue o dónde están los grandes hombres (où sont les grands hommes?), esos que aquí también brillan por su ausencia desde hace, por lo menos, una generación. El rollo de la financiación autonómica ni siquiera es original, pues ha sido históricamente empleado por los socialistas en San Telmo como herramienta para la confrontación cuando en Madrid mandaba un Gobierno conservador. Como un vulgar Artur Mas, Moreno ha soslayado la ardiente cuestión nacional para entonar un miserable «Espanya ens roba» de quita y pon, pues el reparto le parecía de maravilla cuando él pacía del presupuesto a las órdenes de Rajoy. La renuncia a la batalla ideológica es el primer paso para la desmovilización de la derecha. Téngase en cuenta ahora que el PSOE de Andalucía vuelve a contar con un candidato votable.