Efeméride

Un recorrido por la Sevilla de Bécquer

El poeta está unido a la historia de la capital andaluza: aquí nació, hace ahora 186 años, en uno de los barrios con más carisma de la ciudad, San Lorenzo

Glorieta de Bécquer en el parque de María Luisa de Sevilla
Glorieta de Bécquer en el parque de María Luisa de SevillaAYUNTAMIENTO DE SEVILLALa Razón

Un día como hoy hace 186 años nació en la calle Ancha de San Lorenzo (la actual calle de Barajas) el poeta que cambió el curso de la lírica española: Gustavo Adolfo Bécquer. Y tuvo que nacer en Sevilla. Aunque abandonó su ciudad natal muy pronto, con tan solo 18 años, su obra está repleta de referencias a la capital andaluza.

“Sevilla, con su Giralda de encajes que copia temblando el Guadalquivir y sus calles morunas, tortuosas y estrechas, en las que aún se cree escuchar el extraño crujido de los pasos del rey justiciero; Sevilla con sus rejas y sus cantares, sus cancelas y sus rondadores, sus retablos y sus cuentos, sus pendencias y sus músicas, sus noches tranquilas y sus siestas de fuego, sus alboradas color de rosa y sus crepúsculos azules”. Así recordaba Bécquer su ciudad natal desde Madrid

En Sevilla hay multitud de ubicaciones “becquerianas”, relacionadas con la vida de uno de los mejores poetas españoles de todos los tiempos:

Número 28 de la Calle Ancha: su casa natal

En el número 28 de la antigua calle Ancha, hoy día Conde de Barajas, nació un febrero de 1836 el poeta como se puede ver en una en la placa del edificio. Del original solo queda la fechada pues está totalmente trasformado. A principios del siglo XX, el torero Antonio Fuentes, conocido como el torero de las golondrinas por su gran admiración hacia el poeta, la derribó y construyó otra nueva. En 1975 sufrió la casa un incendio y fue cerrada. El poeta sevillano Rafael Montesinos escribió una carta al rey para que este edificio fuera declarado Monumento histórico-artístico, como sucederá en 1979.

Iglesia de San Lorenzo: su bautizo

En esta iglesia fue bautizado Gustavo Adolfo Bécquer, diez días después de su nacimiento. Junto al altar se encuentra la pila bautismal de mármol donde se bautizó el poeta y se conserva la partida de su bautismo en la parroquia. Su padre don José Bécquer quiso poner a sus hijos nombres de reyes y emperadores. Se eligió para su nombre el del rey sueco, siendo su madrina doña Manuela Monnehay, una niña de 10 años alumna de su padre que moriría de cólera en 1855 y que le facilitó el contacto con su biblioteca para lectura. El apellido Bécquer es de origen flamenco. Los Bécquer habían llegado a Sevilla a finales del siglo XVI procedentes de Flandes. José Bécquer lo adopto porque sabía el cariño que su abuela paterna y madrina, doña Mencía de Tejada Bécquer, sentía por este apellido.

Calle Ana Orantes: la segunda casa

Esta calle antiguamente recibía el no, mbre de calle Potro. Tras la muerte del padre en 1841 se trasladan a una modesta casa en el número 27 de esta calle. Unos años más tarde al morir su madre en 1847, se trasladan al número 37 dela Alameda de Hércules para vivir junto con a sus tías maternas María y Amparo. De este periodo son los dibujos y algunos autógrafos que Gustavo hizo en el Libro de Cuentas de su padre. Solía comentar que cuando apagaban las velas, las noches de luna, él y su hermano Valeriano dibujaban iluminados por ella.

Colegio San Francisco de Paula

En 1842 el poeta ingresa en el Colegio San Francisco de Paula que se encontraba en la calle de Jesús del Gran Poder.

Calle Mendoza Ríos: su último domicillio en Sevilla

En esta calle vivieron los hermanos Bécquer desde 1852. Será además el último domicilio de Gustavo, ya que de aquí se trasladará a Madrid en otoño de 1854

Paseo de las Delicias y el Río Guadalquivir: sus paseos

En las noches de agosto del año 1853, junto a su amigo recién llegado a Sevilla el cronista Julio Nombela, gustaba Gustavo de realizar esta excursión y pasear a orillas del Guadalquivir, donde recorriendo los jardines recitaba sus rimas y futuras leyendas en compañía de su amigo. En sus paseos por las Delicias solían detenerse algunos instantes delante del paraje donde había manifestado su deseo de que al morir le enterrasen allí y que describía así: “Naranjos, sauces, álamos y palmeras, flores silvestres, bajo un cielo sereno diáfano, de bellos crepúsculos y que al regresar a la ciudad ofrece un grandioso espectáculo de estrellas temblorosas como ricos brillantes el manto de la noche”. Gustaba de surcar el río en barcas con sus amigos relatando alguno de sus primeros poemas épicos sobre la conquista de Sevilla del que solo llegaron a ver la luz 3 cantos.

Museo de Bellas Artes: el retrato más famoso

El Museo de Bellas Artes de Sevilla, establecido en 1839 con fondos provenientes de conventos e iglesias tras la Desamortización de Mendizábal, guarda entre sus muros colecciones de obras maestras de diferentes épocas y conserva el retrato más famoso de Gustavo Adolfo Bécquer realizado por su hermano Valeriano. Dicho retrato fue durante muchos años la efigie del billete de cien pesetas. Bécquer no era tan atractivo como aparece en el retrato al óleo que le realizó su hermano. Era más bien moreno y bajo, y sufría una bizquera que le había producido la sífilis.

Convento de Santa Inés: el órgano de Maese Pérez

Este convento situado en la calle Doña Maria Coronel alberga el famoso órgano que el poeta inmortalizó en la leyenda “Maese Pérez el Organista”. El interés de esta leyenda es triple: se trata de una evocación de la Sevilla del Siglo de Oro, es una rima en prosa a la música de órgano y supone una maravillosa transposición literaria del lenguaje popular sevillano. De la misma manera aprovecha para hacer un guiño a sus antepasados flamencos cuando habla de los caballeros veinticuatro, ya que ellos lo fueron. Llama la atención en esta leyenda el valor quele da Bécquer a la interpretación de la música.

Altar de las Santas Justa y Rufina: una capilla propia

En este templo gótico se encuentra el Altar de las Santas Justa y Rufina donde los Becker, nobles flamencos que llegaron a Sevilla a finales del siglo XVI o comienzos del siglo XVII para comerciar, rápidamente alcanzaron una prospera situación entre las familias sevillanas de clase alta y tuvieron capilla propia en la catedral hispalense, donde fueron enterrados los antepasados del poeta, Miguel y Adam Bécquer, fechada en 1622.

Venta de los Gatos, un amor de leyenda

En la actual avenida Sánchez Pijuan muy cerca del cementerio, se encontraba esta Venta que fue escenario de una leyenda de amor entre el hijo del Ventero y una joven. Bécquer desempeña el papel en nuestra poesía moderna el de crear una nueva tradición. El Libro de los Gorriones se reveló como el hito que marcaríapara la posteridad el nacimiento de la poesía española contemporánea. Bécquer fundirá en el siglo XIX el lied y la soleá, el Romanticismo alemán y la mejor poesía popular española

Iglesia de San Vicente: capilla ardiente

En 1884 la Sociedad Económica de Amigos del País, abanderado por José Gestoso a la cabeza, solicita a las autoridades el traslado de sus restos a Sevilla. En 1912 la Real Academia decide también que regrese su hermano Valeriano. El 9 de abril de 1913 se exhumaron los restos en la Sacramental de San Lorenzo de Madrid y fueron llevados en carroza de tiro de cuatro caballos a la Estación de Atocha. El 10 de abril llegaron a Sevilla, donde fueron recibidos por el alcalde, Antonio Halcón. Se instalaron en una improvisada capilla ardiente con dosel de terciopelo negro en la estación. Por motivos de la lluvia el traslado al Panteón de la Universidad no se realizó y los restos fueron trasladados a esta Capilla de las Siete Palabras en la iglesia de San Vicente.

Panteón de Sevillanos Ilustres: entierro a orillas del Guadalquivir

Se encuentra en la Iglesia de la Anunciación, aunque se accede a través del patio de la Facultad de Bellas Artes. Aquí llegaron los restos que fueron trasladados al Panteón en 1972, cumpliendo el sueño de Bécquer de ser enterrado a orillas del Guadalquivir. Ese mismo día de llegada de los restos se decidió construir un monumento en el panteón que sería costeado por el marqués de Casa Dalp. En el memorial aparece un Ángel de los Recuerdos que lleva un ejemplar en las Rimas y el símbolo del arte de la pintura.

Palacio de San Telmo, el colegio para huérfanos

Alrededor de 1846, Gustavo Adolfo ingresa en Real Colegio de Humanidades de San Telmo. El Palacio de San Telmo fue mandado construir en 1681, bajo el reinado de Carlos II, para albergar al Colegio de San Telmo cuya función era la de recoger 150 muchachos pobres de las calles de Sevilla a poder ser huérfanos entre los 8 y los 14 años de edad y darles acceso a una educación. Gustavo Adolfo ingresa en la época de decadencia de este colegio en 1846 con diez años, donde conocerá a su amigo y compañero Narciso Campillo, y juntos empezarán a escribir juntos, por vez primera, el drama “Los Conjurados” y la novela jocosa “El bujarrón en el desierto”.

Parque de Maria Luisa: una calle en su nombre

No fue hasta en 1881 cuando rotuló con su apellido una calle en Sevilla. Situada frente a la Barqueta, lugar al que era asiduo en su adolescencia y que evoca en Cartas desde mi celda. No obstante, la ubicación no fue del gusto de sus defensores y en una crónica local “El Baluarte”, se califica como desafortunada. Antiguamente la calle estaba rotulado con su nombre completo. Fueron numerosos los intentos de realizar un monumento a Bécquer que por uno u otro motivo se fueron al traste y que eran expuestas en las exposiciones de bellas artes, concretamente una de las crónicas hizo un repaso cómico en 1901 por Luis Gabaldón: “Volverán las oscuras golondrinas, de tu balcón los nidos a colgar, pero le que es el monumento a Bécquer, no lo levantarán "