La Junta Electoral Central ha amonestado a Canal Sur Televisión por el barniz partidista de un vídeo de tres minutos inserto en uno de sus informativos (¿?). Resulta que habló el locutor, por lo visto, demasiado bien del presidente Moreno, lo que, según el dictamen, «vulneró el principio de neutralidad». Uno no se sorprende del guindo en el que ha permanecido trepado el ponente en el último medio siglo, porque de alguna forma hay que ganarse la vida y a él (o ella) le pagan por fingir que desconoce la inherencia propagandística, con veleidades lacayunas, de todas las radiotelevisiones públicas de España. Lo que en verdad pasma es que el PSOE, ¡nada menos!, sea quien haya interpuesto el recurso tras haber ejercido durante tres decenios un control goebbeliano de la RTVA, donde ninguna sumisión al poder autonómico jamás se reputó suficiente. «¡Qué escándalo, aquí se manipula!», podría haber exclamado un émulo socialista del capitán Renault… mientras le deslizaba bajo mano al comisario sindical de turno la escaleta del próximo telediario. ¿Neutral quiere la JEC que sea Canal Sur? También podía pedir una Feria de Jerez ‘fino-free’, abstemia, y una peregrinación al Rocío sin cohetes para preservar el derecho al descanso de los linces de Doñana. La reverencia del andaluz mandamás, desde antes de los caciques y de los señoritos, está perfectamente descrita en las «Memorias de ultratumba» de Chateaubriand y encuentra correlato contemporáneo en las inminentes elecciones, con la postración ante el líder por un puesto de salida en las listas y el palmoteo de los agradaores mediáticos a sus candidatos favoritos en agradecimiento por la legislatura pasada al cobijo del presupuesto o con la esperanza de que caiga alguna canonjía en el cuatrienio por venir.