Tradición

Comienza el ancestral rito del descorche en Los Alcornocales

Un total de 48 fincas del parque natural han logrado la autorización para extraer corcho, una actividad marcada este año por las altas temperaturas

Tareas de descorche en el parque natural de Los Alcornocales
Tareas de descorche en el parque natural de Los AlcornocalesLa RazónLa Razón

Finaliza en los copos de las almadrabas gaditanas la temporada de captura del atún rojo y tierra adentro, en uno de los espacios naturales más extraordinarios y singulares de Europa, el Parque de los Alcornocales, se inicia otra faena milenaria: el descorche. El calor es sofocante, desacostumbrado para estas fechas, y el paso lento de las cuadrillas de corcheros rompe el silencio de unos montes en los que, hasta mediados de agosto, se escenificará una de esas liturgias ligadas a la raíces del territorio. Rito artesanal que ha resistido al paso del tiempo y que nos habla del aprovechamiento de los recursos naturales cuya gestión ordenada y racional son fuente de valiosos y fundamentales materias renovables para el hombre.

Poco a poco, los afilados rayos de sol van atravesando la espesura de los bosques de alcornocales (Quercus suber), de sus frondosos y espectaculares cañones y, como ya hicieran sus padres, abuelos y bisabuelos, estos jornaleros de las alturas comienzan a extraer a golpe de riñón y con precisión quirúrgica las enormes planchas de corcho.

Tareas de descorche en el parque natural de Los Alcornocales
Tareas de descorche en el parque natural de Los AlcornocalesLa RazónLa Razón

Hachas corcheras, escaleras, piedras de afilar, navajas y burjas (palanca de madera resistente con la que se despega la corteza del alcornoque) son las herramientas empleadas por los corcheros gaditanos para, en fincas públicas y privadas, «desabrigar» a los alcornoques (se hace en periodos de 9 a 11 años en ejemplares mayores de 20 años) de una «piel» que los arrieros, con sus experimentados burros, transportarán monte abajo. La faena, muy especializada, consta de tres pasos: «trazar», hacer con el hacha un corte horizontal en la corteza, denominado trazado, redondo o cinturón; «abrir», realizar cortes verticales siguiendo las fendas naturales de la corteza de cara a optimizar el aprovechamiento de las láminas de corcho y «ahuecado», tarea que consta de varias fases y que consiste en, haciendo uso del mango del hacha y de la burja, ir separando las planchas de corchos para, finalmente, proceder a su extracción. La calidad y el calibre de las láminas determinarán su uso, siendo las mejores piezas para la producción de tapones.

«Aunque nos encontramos en los primeros días de la campaña y, por tanto, habrá que esperar a que esta evolucione para determinar el dato final de lo que se va a descorchar, hemos otorgado casi 50 autorizaciones (48 fincas, con un total de 8.710 hectáreas), localizadas mayoritariamente en las zonas de Alcalá de los Gazules, Jimena, Cortes de la Fronteray Los Barrios», comenta el director conservador del parque, Juan Manuel Fornell.

Y es que, debido a las consecuencias perjudiciales de la lagarta peluda (Lymantria), el descorche exige que se desarrolle bajo una intensa vigilancia de los agentes de Medio Ambiente al objeto de no poner en peligro la vida de los ejemplares afectados por este lepidóptero a través de dicha actividad. «La realidad es que, pese a que este año hemos actuado con técnicas mucho más eficaces contra la lagarta (aún se están aplicando en algunas fincas y es pronto para saber los resultados definitivos), sigue existiendo defoliación. De ahí que estemos desarrollando un seguimiento finca a finca, ya que es importante saber que la lagarta, una vez que se come la hoja, el árbol rebrota sin problema». «El problema –subraya– es si a esa defoliación se le une un descorche».

«Hasta el momento –concreta– fruto de esa vigilancia, hemos tenido que parar cuatro o cinco descorches. Esperemos que no tengamos que frenar muchos más, pero, como digo, ese dato no lo tendremos hasta el final de una campaña en la que, como corresponde, vamos a realizar un gran seguimiento sobre el terreno».

Aunque solo se hable del descorche en estos meses, Fornell recuerda que «estamos ante la actividad fundamental del parque. Es lo que le da sentido, ya que hay que tener en cuenta que para que el monte se pueda mantener tiene que ser productivo. Por suerte, nuestros montes son muy productivos y, de hecho, esta actividad supone el sustento de casi todas las fincas que están en el parque. Además, a nivel social, aunque el descorche se dé en una época muy concreta, requiere de una serie de trabajos previos (veredas y preparación de los suelos del campo) que hacen que exista actividad ligada a este más de la mitad del año».

Esta tradición, que en los últimos años se ha convertido en una nueva herramienta turística para la zona (se organizan visitas guiadas a los descorches), también se caracteriza por la gastronomía que tiene aparejada, consistente en platos con «cuerpo», como las migas, destinadas a reponer el enorme desgaste físico al que se someten los corcheros y arrieros. Platos que son compartidos en la modalidad de «cucharón y paso atrás».

En España se produce en torno al 30% del total del corcho mundial, aportando Andalucía el 80% de la cuota nacional. La mayor aportación es del Parque Natural de los Alcornocales, 170.000 hectáreas repartidas entre las provincias de Cádiz y Málaga, en un total de 18 municipios (Alcalá de los Gazules, Algar, Algeciras, Arcos de la Frontera, Benalup-Casas Viejas, Benaocaz, Castellar de la Frontera, El Bosque, Jerez de la Frontera, Jimena de la Frontera, Los Barrios, Medina-Sidonia, Prado del Rey, San José del Valle, Tarifa y Ubrique y Cortes de la Frontera).