Méritos e infamias

Malaguitis

“Si Sevilla pierde su conexión directa con Nueva York no tienen la culpa ni en la Junta, ni en Málaga, ni la estatua del cenachero”

El alcalde de Sevilla Antonio Muñoz
El alcalde de Sevilla Antonio MuñozFrancisco J. OlmoFrancisco J. Olmo

A Antonio Muñoz le escuece que no haya avión directo desde Nueva York a la Plaza Nueva. Y es una pena, la verdad, porque te puedes plantar en la capital del mundo en dos siestas largas para pasar el fin de semana. Lo que se pierden los tíos de Nueva York que se han quedado con las ganas de meterse en este ombligo hispalense repleto de gatitos en la barriga. Allí saben que Garmendia tenía razón en todo y le enseñan a los niños cómo el viejo sabio del Traga disfrutó del aterrizaje en San Pablo. «Lo mejor del viaje». Porque como nuestra vieja dama no hay nada, no nos gana nadie por mucho que se empeñen en pincharnos el resto de provincias envidiosas de la esencia hispalense.

Ahora que los aviones volarán del JFK a Málaga se darán cuenta de que esa birria de ciudad fenicia que lidera Andalucía no es más que un espejismo, un decorado falso de polo tecnológico puntero y que la Costa del Sol ya no le interesa a nadie. Porque la ciudad que dirige Paco de la Torre va a la vanguardia de la comunidad sólo por una invención de los políticos que mandan en San Telmo. Malagueños malos como ellos solos que solo miran para su tierra y que en cuanto pueden chinchan a los sevillanos. Víctimas de su maldad traicionera. Por eso al alcalde de Sevilla no se le quita de la boca la palabra Málaga y resucita los peores enfrentamientos entre catetos para ver quién tiene el mejor pueblo. Si Sevilla pierde su conexión directa con Nueva York no tienen la culpa ni en la Junta, ni en Málaga, ni la estatua del cenachero.

De lo que sí son responsables los munícipes sevillanos, de ahora y hace dos décadas, es del marasmo que sufre la capital de Andalucía, repleta de proyectos y anclada en un modelo de ciudad que no se adapta al siglo XXI. Solucionen todos los problemas de movilidad que tenemos aquí y luego ya veremos cómo nos vamos a Nueva York.