Historia
Así era la Hispania Bética de Ptolomeo
Se trata de "uno de los mapas de la Edad Moderna más conocido de Andalucía sobre temática histórica"
Ptolomeo fue un astrónomo, astrólogo, químico, geógrafo y matemático griego, que, entre otras cosas por las que ha pasado a la posteridad, describió el mundo de su era. Así, utilizó un sistema de latitud y longitud que sirvió de ejemplo a los cartógrafos durante muchos años. El griego llegó hasta la Bética.
En la "Bética antigua según el sistema de Ptolomeo (1752)" de Enrique Flórez se señala que "uno de los mapas de la Edad Moderna más conocido de Andalucía sobre temática histórica, concretamente de la época romana, es el realizado por el historiador, teólogo, geógrafo, arqueólogo… Enrique Flórez. Este religioso agustino, cuyo nombre completo era Enrique Fernando Flórez de Setién Huidobro y Velasco, nació en la localidad de Villadiego (Burgos) en julio de 1702 y murió en mayo de 1773 en Madrid. Cuando todavía no había cumplido los 16 años toma el hábito en el convento de San Agustín de Salamanca a principios de 1718. Aquí comenzó sus estudios de Filosofía y Artes, residiendo en el colegio agustiniano de Valladolid y posteriormente, en Salamanca, donde terminó su aprendizaje en Teología en 1725. En 1729 se doctoró y luego fue catedrático en la Universidad de Alcalá. Escribió diversas obras dedicadas principalmente a los estudios de teología e historia eclesiástica".
El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) recoge uno de estos mapas de Ptolomeo. El IECA señala que "los primeros mapas del ámbito andaluz son representaciones de la provincia romana de la Bética cuyo origen se remite a la Geographia del astrónomo y geógrafo del siglo II Claudio Ptolomeo y a los mapas relacionados con su obra más antiguos que se conservan, elaborados a fines del siglo XIII en talleres bizantinos por el clérigo Maximus Planudes. Si las copias iniciales de estos manuscritos griegos solo contienen imágenes del conjunto de la Península, otras versiones algo posteriores ofrecen una auténtica primicia: el mapa individualizado de la Bética, delineado con tal precisión e intención cartográfica que puede considerarse como la primera representación conocida de Andalucía de carácter netamente geográfico".
El de la imagen que se estudia en el IECA "se halla en un códice de fines del siglo XIV, junto con otro mapa de la Lusitania en la mitad inferior de la misma hoja. Una cuadrícula con las referencias de latitud, graduada a partir del ecuador, y longitud, desde un meridiano de origen situado en las Canarias, enmarca el dibujo del territorio. Las costas se perfilan mediante una línea ocre reforzada por gruesos trazos azules y en el interior se señalan los cursos de los ríos principales (en azul), áreas montañosas (con manchas ocre) y numerosas ciudades, situadas mediante iconos rectangulares. Pese a sus evidentes deformaciones y desviaciones de posición, la región bética está trazada con una exactitud, rigor científico y nivel de detalle que tardarían más de mil años en superarse".
"La imagen que ofrece C. Ptolomeo de la Bética es la de una región densamente urbanizada, en la que identifica cerca de un centenar de localidades. Con un icono distinto, rematado por tres torres, se resaltan dos ciudades: Korduba, la capital provincial, e Íspalis, ambas a orillas del Betis, el río que atraviesa la provincia.
La rica toponimia del mapa incluye también los principales accidentes geográficos (mares, cabo de Gata, estrecho de Hércules, ríos Betis y Anas, algunos montes,…) y los pueblos (turdetanos, bástulos, túrdulos,…) que habitaban diferentes áreas", indica el IECA.
"La imagen cartográfica de la Península, y de la Bética, acuñada por Ptolomeo tuvo una dilatada circulación que se prolongó hasta bien entrada la Edad Moderna a través de incontables ediciones manuscritas e impresas. La traducción al latín hacia 1406-1409 de la Geographia por Jacopo Angeli, quien le dio el título de Cosmographia, y la subsiguiente versión latina de sus mapas, acometida en los círculos humanistas de Florencia por F. di Lapacino y D. Buoninsegni, abrió las puertas a la difusión de la obra, que pronto se convirtió en una referencia fundamental en el proceso de renovación del saber que se estaba produciendo en la época", explica el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía.
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