Tribuna

El bulo del Impuesto de Patrimonio en Andalucía

Antonio Saldaña señala que «sin barreras fiscales mucha gente querría vivir en Andalucía y pagaría impuestos aquí»

Antonio Saldaña
Antonio SaldañaEuropa Press

Durante muchos años cualquier familia española con cierto patrimonio familiar terminaba fijando su residencia fiscal en Madrid fundamentalmente por dos razones: las bonificaciones del impuesto de sucesiones y donaciones y el de patrimonio. Familias que acababan desarrollando gran parte de su vida y su actividad empresarial en la comunidad capitalina y contribuyendo, por tanto, de forma indirecta a las arcas públicas madrileñas a través del consumo e incluso de forma directa, vía renta. A Madrid le resultaban rentables estas bonificaciones porque multiplicaba sus ingresos públicos generando actividad y empleo. Bonificar, hasta su práctica eliminación los impuestos a los bienes, patrimonio y sucesiones, le suponía un saldo positivo vía renta, actividad económica y consumo.

Los no residentes, comúnmente llamados extranjeros aunque no necesariamente existe correlación entre nacionalidad y residencia fiscal, siempre han considerado que Madrid no era el mejor sitio para descansar y disfrutar de nuestras playas y evitaban fijar su residencia fiscal en España, normalmente en Andalucía, para no ser saqueados por su patrimonio y renta universal. Esto ha sido una situación asumida por lustros y sin que nadie se revolviera. Desde que Madrid bonificara patrimonio en el año 2008 a nadie se le había ocurrido ningún «impuesto de solidaridad».

Sin embargo, en el momento en el que Andalucía ha optado por la competitividad fiscal se ha instalado el nerviosismo en determinados sectores de nuestro país y se han enarbolado las banderas contra la competitividad fiscal bajo la consigna y el engaño de que sólo se buscaba favorecer fiscalmente a los ricos y que no paguen impuestos. No se lo crean, es un movimiento contra la propia Andalucía y su progreso porque es algo obvio que, si eliminamos barreras fiscales, mucha gente desde cualquier parte de España y del mundo, querría venir a vivir a Andalucía y pagaría impuestos aquí. Es evidente que no pasaría lo mismo en Cuenca, Soria, Baracaldo o Helsinki, con el mayor de los respetos, pero en Andalucía sí. Y con un poco de lógica es fácil de entender.

Un acaudalado andaluz con posibilidades de adquirir una vivienda en Madrid seguía haciendo su vida en las costas de Cádiz, Málaga o Almería a pesar de que su declaración de la renta y patrimonio se fijaba en Madrid porque los límites de la residencia fiscal en nuestro estado no eran fáciles de determinar y los controles eran y siguen siendo laxos. Un acaudalado no residente, reiteramos su común e imprecisa denominación de extranjero, con segunda vivienda en la Costa del Sol, en Sotogrande o en Mojácar , evitaba pasar más de 183 días en Andalucía huyendo de la residencia fiscal española y del saqueo a su renta universal. Y durante todos esos días que no pasaba en nuestro territorio, ni pagaba IVA porque no consumía aquí, ni pagaba impuesto de hidrocarburos porque no repostaba sus vehículos aquí, y por supuesto no pagaba renta si su trabajo era en otro país. En resumen, si no fijaba su residencia fiscal en Andalucía, disfrutaba hasta 183 días de nuestra tierra, pero ni pagaba patrimonio, ni pagaba sucesiones, ni impuesto sobre la renta, pero tampoco pagaba IVA, ni impuestos especiales, por todos los días que tenía que mantenerse en el «exilio fiscal» obligado, con frío y lluvias torrenciales lejos de Andalucía.

Con este análisis podemos afirmar que, decir que la decisión de bonificar el impuesto de patrimonio en Andalucía es para favorecer a los ricos es sencillamente un bulo. Para que los ricos paguen impuestos lo primero que hay que conseguir es que pasen el mayor periodo de tiempo posible en nuestro territorio fiscal y lo segundo que trasladen su centro familiar y de operaciones a nuestra tierra y permanezcan más de 183 días en Andalucía. Es entonces cuando, incluso con la bonificación del impuesto de patrimonio y de sucesiones, comenzarán de verdad a pagar impuestos en nuestro país de forma directa e indirecta. Si le ponemos una barrera fiscal que los ahuyente a que se conviertan en residentes fiscales andaluces, ni cobraremos patrimonio, ni cobraremos sucesiones, pero tampoco cobraremos impuestos indirectos ni renta.

No se olvide, para que los ricos paguen impuestos en Andalucía y en España, lo primero que tenemos que conseguir, por muy obvio que parezca, es que pasen el mayor tiempo posible en Andalucía y en España. Todo lo demás son bulos de algunos políticos para engañar a la gente, que como usted y como yo, nunca pagaremos impuesto de patrimonio ni trabajando tres vidas.

Antonio Saldaña Moreno es ingeniero, abogado y periodista. Actualmente es Diputado del Grupo Popular en el Parlamento de Andalucía.