Entrevista

Carlos Sobera: «Nada hay más gratificante que repartir amor»

En sus memorias «A contracorriente» (Espasa) confirma que solo acertó cuando los demás creían que se equivocaba

Carlos Sobera
Carlos SoberaEsteban PalazuelosLa Razón

Hijo de electricista y ama de casa, sus ídolos junto a John Wayne y Clint Eastwood, Carlos Sobera acaba de publicar «A contracorriente» (Espasa). Unas memorias donde el popular presentador y actor asevera y confirma que solo acertó cuando los demás creían que se equivocaba.

Fue un alumno brillante, aunque el acoso escolar le hizo ver las dos caras del miedo: lo mejor y lo peor de ti.

Sufrí buylling en el colegio, era el gordito. Pero para defenderme, y como ataque preventivo, creo que también acabé haciéndolo a otros. Tomé conciencia y paré, la violencia genera violencia. Aprendí que es mejor no tomarse la justicia por la mano, nunca mejor dicho. Cambié radicalmente y volví a ser un niño normal.

La tele le ha abierto a las puertas del Star System, aunque en sus comienzos podemos decir que tuvo algún que otro tropezón.

Comenzando por mi primera aparición en la pequeña pantalla. Debuté a lo grande, vestido de smoking y haciendo una especie alfombra roja con Caterhine Deneuve. Al final de la pasarela esperaba en el plató Anne Igartiburu. Ella, que se adelantó a mí, con la cabeza alta no vio un escalón y la caída fue tremenda. Estudié inglés y no francés, pero entendía perfectamente los «sapos y culebras» que salían de su boca.

Luego le ha ido de «campanillas y sonoros campanazos», le invitaron a irse de TVE por no ser un «Ramón García».

Efectivamente. Estaba haciendo «PCadictos» y tuve una oferta muy interesante. Todo el mundo me decía que no me fuese porque acabaría con el programa y lo que conllevaba. Hablé con el máximo responsable de La 2 para defender mi marcha. «Puede estar tranquilo, haz lo que desees… ni que fueses Ramón García», me espetó (risas).

Se desquitó de los sinsabores justo «Al salir de clase». Aparecieron los niños de San Ildefonso.

Fue mi primer gran éxito como actor… y como profesional. Cobraba 40.000 duros como profesor universitario y cuando me reúno con el productor de la serie para fijar mi sueldo, lo hace echándome una bronca para advertirme que me pagaría 800.000 pesetas. Innegociable. Y eso a mí me sonó a lotería de Navidad y al canto de los niños. «Carlos Sobera, ochocientas miiiiiillllllllllllll pesetas», no me lo podía creer.

Se vino arriba porque en la serie le hizo la «cobra» a la mismísima Elsa Pataki.

Que conste que eso lo hice porque venía en el guión (risas).

Tenía muy buena relación con un casting. Incluido Rodolfo Sancho, que ahí tendría casi la edad de su hijo. Qué palo.

Rodolfo me sigue pareciendo el crío que yo conocí con veintidós años, le tengo mucho cariño. Pasados los primeros días de la noticia de su hijo, le mandé un mensaje para decirle que entendía la situación de horror por la que estaba pasando y me puse a su disposición, lo agradeció. Me solidarizo con el padre al que le han clavado un puñal en el corazón.

Teatro, cine, series… pero se queda con los concursos «porque te acercan a la calle».

Me gustar estar cerca de la gente y eso es una ventaja. Disfruto con el contacto personal y se nota, es mi ambiente. Cuando se ponen delante de una pantalla son frescos, espontáneos y son capaces de desbaratarte con una chorrada. Y eso me encanta.

Por eso «el flechazo» con First Date. Suenan pajaritos.

He repartido millones en los concursos, pero no hay nada más gratificante que repartir amor. Sobre todo con colectivos especiales, como las personas mayores. En concreto las mujeres con más de ochenta años, que cuando les presentas a hombres de menos edad dicen que son muy viejos.

Se te ha caído del programa Pedro Sánchez, que confiesa estar «muy enamorado». Pero con eso de la «soledad de la Moncloa»…

Tiene las puertas abiertas, cuando quiera. Faltaría más. Quedaría bien un «dating» con Cuca Gamarra.