Entrevista

Carmen Calvo: «La violencia machista es el peor rostro del fascismo»

En su último ensayo, titulado «Nosotras», señala hitos y espejos donde mirarse las mujeres de hoy en día

Carmen Calvo, frente a la casa sevillana que anteriormente acogió la librería Fulmen
Carmen Calvo, frente a la casa sevillana que anteriormente acogió la librería FulmenKiko HurtadoLa Razón

En su doble militancia de socialista y feminista, Carmen Calvo recuerda que primero fue feminista y luego socialista. En su último ensayo señala hitos y espejos donde mirarse las mujeres de hoy, argumentos para no dar un paso atrás en la conquista de derechos… y en mantener lo conseguido durante siglos «a cuentagotas». Su libro muestra el camino para seguir andando en igualdad.

Acaba de publicar «Nosotras», en plural, para «salir del singular que nos debilita y divide». Últimamente parece que la unidad en el feminismo no pasa por su mejor momento.

Ahora el feminismo cotiza en bolsa política y empieza a importar al tablero político. Pero las feministas hemos tenido siempre corrientes y controversias. Que en algunos lugares se celebren dos manifestaciones no divide, sino que multiplica. No hay ninguna celebración cívico-política más importante que el 8 de marzo. Es difícil encontrar un lugar de España, por pequeño que sea, donde las feministas no hayan salido a la calle. Ni con el 1 de mayo ocurre.

Por una casualidad, esta entrevista ocurre a 150 metros de la Calle Zaragoza 36, en Sevilla.

Sí, una casualidad con mucha causa. La Librería Fulmen era una trinchera de las feministas sevillanas y de las que vivíamos aquí en Sevilla. Un conciliábulo donde hacíamos reuniones con la sexóloga Leonor Taboada y encontrabas de forma clandestina los grandes títulos del feminismo. Era el espacio, en los estertores del franquismo, donde estrechar lazos y poder fortalecernos.

Entre los temas que ya se trataban en esa librería estaba el aborto. Ahora Macron propone que forme parte de la Constitución Francesa y la Carta de Derechos de la Unión Europea. Nada nuevo para usted.

Yo lo había propuesto, al igual que una revisión del lenguaje de la Constitución. Otra vez, Francia ha ejercido de Francia. El faro que desde hace doscientos años guía el desarrollo de lo que llamamos estado constitucional. Y cobra más valor si cabe por el momento histórico, cuando EE UU y algunos países de la Unión Europea, como Polonia y Hungría, están retrocediendo en derechos y libertades. Otra lección, lo propone la derecha, desde el campo político del pensamiento liberal.

Los mismos que están en contra del aborto sí están conforme con los «vientres de alquiler».

Me hace gracia lo de gestación subrogada. No puede haber gestación subrogada igual que no puede haber muerte subrogada. No te puedes morir por otro. Como tampoco puedes estar embarazada en lugar de otra mujer. El Parlamento Europeo ya ha votado que los vientres de alquiler es violencia contra las mujeres.

Resultó muy doloroso ver a condenados que rebajaron sus penas por la primera versión de la Ley del «Sí es Sí». Al rectificar, usted defendió un feminismo «con los pies en la tierra».

Respecto a esta ley los hechos están ahí. Fui la primera que lo advertí, al igual que la Ley Trans, y una vez que se confirmó, la primera en querer resolverlo, rectificar e incluso pedir al Partido Popular su apoyo. He sido consecuente y he pagado el precio que correspondía. En mi doble militancia, tiene más peso el feminismo.

Tanto ruido nos hace perder el foco en grandes temas pendientes como la violencia machista.

Es el peor rostro del fascismo, un ejercicio brutal de poder. Te maltratan porque «tú no haces lo que yo quiero», vuelcan contra la mujer toda la frustración, utilizan toda la violencia sin miramientos… Ni respeto ni piedad hasta el extremo del asesinato. Fascismo puro.

Compañeras de su partido pedían la expulsión de los «puteros» en el PSOE.

Es absolutamente incompatible con ser demócrata y socialista. También el Parlamento Europeo ha dicho que es violencia y espero que los partidos en España se pongan de acuerdo para la prohibición. Y ojo con aquellos que defienden que es un trabajo. A estos siempre les pregunto: ¿Quieres que tu hija estudie? ¿quieres que tu hija pueda ganarse la vida en condiciones de igualdad? ¿le recomendarías que fuese prostituta? «No, la mía no», dicen.