La inflación
Los costes de los alimentos básicos se disparan
La economía andaluza paga las consecuencias de la espiral de precios: el aceite de oliva ha subido un 52%, el arroz un 22%, las patatas un 18% y la leche un 14%
Los precios no dan un respiro a las familias andaluzas. La cesta de productos básicos sigue estándo más cara y no hay perspectivas de que vuelva bajar. Un reciente estudio de la Universidad Loyola apuntaba que la inflación subyacente –aquella que excluye los precios de la energía y de los alimentos no elaborados– «sigue preocupantemente elevada, principalmente a causa de los elevados precios de los alimentos y de las bebidas». De hecho, las previsiones que maneja este informe, en sintonía con otros gabinetes de estudios económicos, es que el IPC podía crecer un 3,8 % en 2023 y un 2,6% en 2024.
Según el Instituto Nacional de estadística, en el mes de agosto de 2023, entre los productos que más han subido sus precios con respecto al mismo mes de 2022 se encuentran el aceite de oliva (52%), el arroz (22%), las patatas (18%) y la leche (14%). Son ejemplos de productos habituales en la cesta de la compra, pero que se extiende a todo el grupo 1, el de los Alimentos y bebidas no alcohólicas, que en el caso de Andalucía ha experimentado una variación anual al alza del 10,7%, por encima incluso de la media española que se sitúa en el 10,5%.
Se trata del grupo de productos que ha asumido una mayor subida de precios, con mucha diferencia con respecto al segundo. De hecho, el grupo 2, el de Bebidas Alcohólicas y el tabaco es el segundo que se más ha subido en Andalucía con un 7,9%. El tercero de esta estadística es el grupo 11, el de Restaurantes y Hoteles que se ha incrementado un 6,7%.
La subida de los precios en las provincias andaluzas también incluye diferencias. Los alimentos y bebidas alcohólicas se han incrementado más en Cádiz y Almería, con un 11,5 y un 11,4% más respectivamente y en Huelva (11,2%).
Por el contrario, en Málaga (10%), Granada (10,3%), Jaén (10,5%) y Córdoba (10,6%) se sitúan por debajo de la media de la comunidad. La provincia de Sevilla está justo en la media (10,7%).
Las causas de esta situación son complejas. Todas las organizaciones agrarias se manifestaron hace más de un mes advirtiendo a la Unión Europea de que sus políticas iban en la dirección contraria a lo que se necesita para garantizar la seguridad alimentaria. Entre otras cuestiones, organizaciones como ASAJA, COAG, UPA y Cooperativas Agroalimentaria advertían de que el incremento del precio de fertilizantes, fitosanitarios, plásticos, gasoil o electricidad provocó un aumento de los costes de producción superior al 35% en 2022, según datos de Eurostat.
El problema, a juicio de los agricultores y ganaderos, es que si bien este ascenso se tradujo en un incremento del valor de los alimentos en su origen (por encima del 25%), ellos siguen trabajando «en una situación ruinosa, que ha empujado a muchos de ellos a abandonar sus explotaciones».
Hay otra cuestión que afecta especialmente a Andalucía: la sequía, persistente desde el año 2017 y agravada en los dos últimos años. La falta de agua está provocando una caída de la productividad del campo andaluz y no existe una política hidrológica adecuada a la situación climática que permita hacerle frente. Las obras había que haberlas realizado hace muchos años.
Los agricultores han señalado que la pérdida de cosecha por la falta de precipitaciones y las elevadas temperaturas es especialmente preocupante en sectores como el aceite de oliva. De hecho, este producto básico en la dieta mediterránea ha sido puesto como ejemplo del incremento de precios. Los datos así lo confirman: en un solo ejercicio llegó a disminuir su producción en un 49% -al pasar de los 1.151 millones de toneladas molturados en la campaña 2021-2022 a las 587.000 toneladas, en la 2022-2023-.
Ayer mismo, se anunció la previsión para la campaña actual. La producción de aceite de oliva en Andalucía para la temporada 2023-2024 será de 550.600 toneladas, lo que supone un aumento del 7,4 por ciento con respecto a la producción final de la pasada. El aumento es poco relevante, porque la del año de referencia fue una de las peores cosechas de lo que va de siglo, con un descenso de en torno al 45% por ciento con respecto a la media de los últimos diez años. Lo más grave es que con estas previsiones ya se encadenan dos campañas consecutivas en esta línea.
El aceite de oliva no es la excepción. Hay sectores como el de los cereales, en el que se estima una pérdida del 52% de la cosecha, y la ganadería, donde se han disparado especialmente los costes de producción ante la falta de pastos para alimentar a los animales y el encarecimiento de las materias primas por el conflicto bélico. De hecho, hay ganaderos que han tenido que sacrificar en torno al 30 por ciento de su ganado al no poder alimentarlo.
Toda esta situación de los precios, unido a la subida de tipos de interés que afecta al coste de la financiación de administraciones, empresas y familias, hace que el año 2024 se presente con mucha incertidumbre económica, aunque la previsión es que, pese a todo, la economía andaluza crezca en torno al 1,4%.
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