Entrevista

Daniel Fopiani: «La desinformación es la religión de nuestro tiempo»

En «El linaje de las estrellas» tienen cabida la sectas, el ocultismo como arma de guerra y el enfrentamiento entre ciencia y religión

Daniel Fopiani
Daniel FopianiLa RazónLa Razón

Daniel Fopiani es sargento primero de la Armada y capitán general del thriller. Sobre sectas, el ocultismo como arma de guerra, la desinformación como comodín y la dupla ciencia/religión, arma una novela («El linaje de las estrellas», editorial Espasa) que comienza con un baño de sangre y termina en el abismo del cielo nocturno.

Qué alegría encontrar una novela donde el «territorio comanche» de la trama se desarrolla en Andalucía.

Me gusta escribir desde la verdad que conozco. Quizás desde el punto de vista comercial, por aritmética de lectores, es más rentable situar la trama en Madrid o Barcelona. Pero yo soy de Cádiz y aquí hay que… narrar.

Concretamente, «El linaje de las estrellas» te lleva a San Fernando.

Me apetecía escribir sobre ciencia y religión. Y qué mejor sitio que esta ciudad militar por excelencia. Que cuenta, por un lado, con el Panteón de Marinos Ilustres, el centro espiritual de la Armada. Pero también en el mismo enclave está el Real Observatorio de la Armada, uno de los centros astronómicos más importantes del país.

El sitio donde es más fácil llegar tarde a una cita es el «más puntual» de España.

Cierto (risas). Desde ahí se distribuye la hora oficial al resto de España. La que marcan nuestros relojes, los móviles, los ordenadores o la «picada» de entrada/salida de los trabajos. La Puerta de Alcalá ve pasar el tiempo que se marca desde San Fernando.

Manejar los tiempos es lo que pretendían los nazis, protagonistas en su novela. Buscaban en el cielo lo que en la tierra no encontraban: un linaje, una casta. Una raza superior con la que fundar una nueva religión que acabara con la cristiana.

Estaban obsesionados con el ocultismo, con la astrología y con esa religión pagana relacionada con los dioses del norte. Estuvieron en Montserrat buscando el Santo Grial; en Islas Canarias situaron la Atlántica, el continente perdido. Igualmente consideraban a los canarios como los primitivos de la raza aria por tener los ojos claros y el pelo rubio. Un disparate.

Llegaron a crear un ejército de «Médiums».

Las Vril eran mujeres que se dejaban crecer el pelo hasta los tobillos porque decían que así tenían una mayor conexión con las estrellas. Puede parecer una historieta de la Edad Media pero lo cierto es que despachaban con los altos gerifaltes nazis. El propio Hitler tenía su carta astral para tomar decisiones.

Información privilegiada para la Victoria Final.

No perdamos la perspectiva de que esto tan solo hace 80 años que ocurrió. Creían contar con una tecnología desconocida para generar ventajas en el campo de batalla.

En cierto sentido, se adelantaron a la utilización de la desinformación como arma de guerra. Se les volvió en contra.

La desinformación es un poco la religión de nuestro tiempo. Muy efectiva porque recorta nuestra capacidad de atención. Estamos enganchados de manera directa o indirecta al teléfono móvil, a la gran cantidad de información que recibimos. La actualidad es el opio del pueblo. Un algoritmo te abre la puerta a un laberinto que siempre lleva a los que quieres leer, visualizar, escuchar. No hay escapatoria para el pensamiento crítico, por eso hay tanta polarización. Divide y vencerás.

En la novela, un campesino alemán habla de que en todo esto está el origen de la Tercera Guerra Mundial.

Predice que mientras la sociedad está distraída en cosas sin importancia, como pueden ser los móviles o las redes sociales, sigilosamente se está colando otra Gran Guerra. Y cuidado porque quizás levantes la cabeza o acabes una discusión banal y te la encuentres de frente.

¿Le han chivado algo de Inteligencia? ¿Esto puede ser así?

Algo sabría, pero no me han comentado nada (risas). Pero no hay que perder la batalla de la atención porque no seremos dueños de nuestro destino.

También la novela hace referencia a los militares extranjeros.

El militar brutalmente asesinado, sin un ojo y con una cruz gamada en el abdomen era venezolano. He trabajado durante nueve años contra la inmigración ilegal y sé por lo que pasan aquellos que vienen a buscar mejor fortuna, aunque sean víctimas de engaño. Nadie se ve en la piel negra del otro.