Sequía
La falta de agua aumenta un 30% los sacrificios en la ganadería
Asaja alerta de que la sequía propicia el avance de enfermedades como la tuberculosis
La falta de agua está poniendo en jaque también a la ganadería andaluza, una actividad que supone el 10% de la producción nacional y que genera casi 1.500 millones de euros anuales. La grave sequía que asola a todo el país está dejando sin agua ni pastos a la cabaña ganadera, disparando los gastos de alimentación. Además, está incrementando los vectores que transmiten enfermedades infecciosas y complicando su erradicación, por lo que han aumentando los sacrificios un 30%, según apunta Asaja-Sevilla.
Para abordar los principales problemas de sanidad animal que preocupan al sector la organización agraria reunió a diferentes expertos y profesionales. Eduardo Martín, secretario general de Asaja-Sevilla, mostró su preocupación por el avance de enfermedades como la EHE o tuberculosis. En este sentido, el catedrático de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Córdoba Antonio Arenas puso el acento en la pérdida de rentabilidad de las explotaciones, cifrando en un 40% lo que dejan de percibir cuando aparece esta enfermedad. «La tuberculosis no es una dolencia normal y esto implica que no hay una técnica de diagnóstico adecuada al cien por cien», subrayó Arenas, quien remarcó que la enfermedad no es detectable hasta los diez días y el animal infectado no la transmite hasta los cuatro meses. El jefe de servicio de Sanidad Animal de la Consejería de Agricultura, Manuel Fernández, instó a los ganaderos a estar «bien preparados» y remarcó la necesidad de potenciar la «detección precoz». El porcentaje de incidencia de la tuberculosis en el rebaño de Andalucía es del 6%, una prevalencia baja aunque «la enfermedad va a durar unos años más». Por su parte, el presidente de la Federación Andaluza de Agrupaciones de Defensa de la Sanidad Ganadera, Francisco Javier Fernández, destacó que se ha conseguido eliminar la viruela ovina «en un tiempo récord», aunque alertó de la situación límite que sufren agricultores y ganaderos. «El campo no lo aguanta todo, la situación es cada vez peor y la gente está abandonando», denunció, no sin antes instar a las administraciones a acabar con el «exceso de burocracia que asfixia al ganadero». Junto a ello, pidió que se distingan distintos sistemas de explotación a la hora de tratar una enfermedad. «No es lo mismo las explotaciones de intensivo que las de extensivo, donde hay que trabajar más y mejor».
La ganadería ha venido sufriendo ataques desde diversos sectores. Incluso desde el Gobierno, cuando el ministro de Consumo, Alberto Garzón, pidió no comer tanta carne. La industria ganadera se ha resentido por estas campañas, que crean falsos mitos en torno a un producto que cumple escrupulosamente con los estándares de calidad. En este sentido, el veterinario Juan Pascual apuntó que «hay una minoría exigua que ha conseguido dominar el relato, una clase política que cree representar a un pensamiento dominante, pero no es así». Pascual aseguró que en varios países europeos «se han impuesto menús veganos en las escuelas, hospitales y edificios públicos», a pesar de que diez asociaciones médicas desaconsejan estas dietas bajas en hierro y otros nutrientes básicos. Además, según apuntó, el 84% de las personas que dejan de comer carne vuelven a hacerlo en pocos meses y el 50% de los veganos no respetan su propio compromiso y consume productos animales.
Pascual hizo una encendida defensa de la industria ganadera, frente a mitos y ataques que intentan desprestigiar a sus profesionales. «El ganado no sólo da carne, también limpia el monte, da estiércol –el 50% de los fertilizantes del mundo–, no genera microplásticos, apenas produce desperdicio alimentario, recicla, ayuda a evitar incendios, evita enfermedades al ganado y se protege la fauna». También desmintió que la ganadería consuma recursos necesarios para los humanos, ya que el 86% de lo que come el ganado no es digestible para las personas, como paja o piel de cítricos. ¿Comer carne produce cáncer? «El riesgo está demostrado sólo con procesada y el consumo de lácteos tiene efectos protectores».
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