Entrevista

«A la Inteligencia Artificial hay que ponerle límites»

María de León, experta en comunicación, lamenta que «el algoritmo» le esté ganando «la batalla al ser humano»

María de León
María de LeónÁlex Rivera

Han pedido una «tregua» para que no hagan con la Inteligencia Artificial experimentos con gaseosa.

Me parece que a la Inteligencia Artificial y a la ciencia hay que ponerles límite o, de lo contrario, acabaremos aniquilando nuestra naturaleza humana y convirtiéndonos en enemigos de nosotros mismos. Y aquí no debería tenerse en cuenta solo el ámbito legal sino también el ético y bioético.

Como solución, usted aboga por el humanismo tecnológico.

Con mi proyecto formativo de «Humanismo Digital» ofrezco otra forma de usar las redes sociales para evitar las terribles consecuencias que se están generando -depresión, crisis de ansiedad y autoestima, suicidios-. Creo que el algoritmo está ganando la batalla al ser humano.

¿Cómo navegan los jóvenes en estas aguas?

Pues como en todo, unos bien y otros no tanto. Pero no solo afecta a jóvenes, hay personas con edad madura que también sufren presión y ansiedad por el uso de las redes sociales.

Usted que fue una de las primeras influencers, ¿evoluciona o involuciona este concepto?

Quizás el término influencer está muy desvirtuado. Solo se relaciona con chicos jóvenes que muestran su vida íntima, su ropa y sus platos de comida en las redes. La apuesta pasa por profesionalizar la actividad. Convertirlos en «referencers» que utilicen las redes para inspirar, enseñar algo nuevo, motivar para alcanzar metas positivas. Con un propósito vital definido y formación humanista, que es la base de todo.

Hoy los jóvenes aspiran a ser youtuber o tiktokers, incluso más que a funcionarios o autónomos.

Porque se quedan tan solo en la superficie, en la parte fácil, en el disfrute y en los beneficios. Pero influir en las personas es un tema serio que implica tener presentes valores como la responsabilidad, autenticidad o generosidad. Para ser influencer la primera regla es no buscar ese fin sino centrarte en formarte en una especialidad para luego compartir tu experiencia y conocimientos con los demás.

Tiran por la borda la cultura del esfuerzo, se prima la recompensa inmediata.

Así es. Esta sociedad «paliativa» que diría Byung- Chul Han parece está educada para conseguir las cosas con la ley del mínimo esfuerzo y para huir del dolor que es una dimensión que, nos guste o no, forma parte de la naturaleza humana. Y es fundamental para nuestra evolución personal y, por eso, es importante dotarlo de un sentido.

¿Cómo hacerles ver que la realidad es distinta, que como los futbolistas solo llegan unos pocos a vivir de eso?

Lo primero trabajando el autoconocimiento. Somos únicos, cada uno vale para lo que vale y puede aportar algo especial al mundo. Además, deben reflexionar sobre lo que los japoneses llaman «Ikigai» o «La Razón de Ser». También tener la cabeza bien amueblada. Las redes sociales se nos vende un mundo idílico que, en muchas ocasiones, está lejos de la verdad.

Quizás tengan que pisar más tierra, viajar para ensanchar la mente.

Viajar siempre es importante para conocer otras culturas y realidades y así poner en valor la nuestra.

Y toparse de cara incluso con peligros, dificultades. A usted casi le cuesta un oído.

Sí, por un viaje al Congo que hice para colaborar en un centro de maternidad de Goma. Me tomé una vacuna para evitar la malaria que, presuntamente, me provocó hipoacusia. Y, desde entonces, vivo con dos audífonos que mejoran mi vida exponencialmente. Me siento afortunada de que exista esta solución.

Le deseamos una pronta recuperación. Y a los demás recordarle que peor es no querer oír.