Sociedad
Los últimos ganaderos trashumantes
La falta de relevo generacional y el cambio climático son sus principales amenazas del oficio
A sus 40 años, Jorge Morcillo ha realizado ya cerca de una veintena de trashumancias, un desplazamiento estacional del ganado y una forma de pastoreo que acaba de ser inscrito por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad tras su declaración en 2017. La falta de relevo generacional y el cambio climático son sus principales amenazas.
Morcillo, que simboliza uno de los pocos casos de relevo generacional, llegó este lunes con sus 800 ovejas a una finca de Linares desde La Matea, en la Sierra de Segura de Jaén. “Esto es algo puramente vocacional, si no sería imposible mantenerlo”, asegura a EFE este ganadero trashumante que ha heredado esta tradición familiar. Morcillo ha pasado de los -8 grados de La Matea en los últimos días a los 8 grados de media en la finca de Cerro Pelao.
Cuando llegan los primeros fríos del otoño, el ganado trashumante abandona las zonas de montaña del país (muchos de ellos procedentes de Castilla y León y otras comunidades del norte) y pone rumbo a dehesas y zonas cálidas como el valle de Alcudia en Ciudad Real, Extremadura o la zona de El Condado en Jaén.
Un itinerario que realizan a través de cañadas, cordeles y veredas y que repiten, pero en sentido contrario, en la primavera, cuando vuelve a brotar el pasto en las sierras.
Antes que Jorge Morcillo, los hermanos García Rico, conocidos como “Los Carlillos”, tardaron ocho días en desplazar su rebaño de 2.200 ovejas y 100 cabras trashumantes desde Santiago de la Espada (Jaén) hasta las dehesas de la comarca de El Condado, en la Sierra Morena más oriental.
Santiago de la Espada, un pueblo fundado en el siglo XVI por pastores de Cuenca, es hoy el principal referente de la ganadería trashumante en Andalucía, y eso a pesar de que su censo ganadero se ha reducido en más de la mitad en las tres últimas décadas a consecuencia de la crisis estructural que viene sufriendo el sector ganadero.
“El reconocimiento de la Unesco es un gran paso pero las principales amenazas de la trashumancia son la falta de relevo generacional y que cada vez hay menos hierba para el pasto debido a los efectos del cambio climático”, señala el veterinario Francisco López, hijo de pastores trashumantes de La Matea, en Santiago-Pontones (así se llama desde 1975 el municipio nacido de la fusión de Santiago de la Espada y Pontones).
Antonio Punzano, un ganadero de 49 años de la pedanía de El Cerezo, ha recibido este año, como responsable de Ganadería de COAG-Jaén, el Premio Conservación, Medio Natural y Desarrollo Sostenible de la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta de Andalucía por mantener el oficio de pastor trashumante.
Un oficio que, como indicó el jurado del premio, “resulta fundamental a nivel de empleo, de cuidado del medio ambiente y de fijación de población en el territorio especialmente en los municipios más pequeños, además de ser clave para la prevención de incendios”.
Desde la Fundación Savia, su presidente, Francisco Casero, lamenta que cada día son más las invasiones de vallados, cancelas y apropiaciones indebidas de los caminos públicos a las que se tienen que enfrentar los ganaderos trashumantes. “La Administración tiene que evitar estas tropelías y preservar una actividad que es fuente de riqueza y biodiversidad”, señala.
La veterinaria Mari Carmen García, coordinadora de la Agencia de Gestión Agraria en Granada, ha realizado varias trashumancias con su otra pasión, la fotografía. “La ganadería extensiva y la trashumancia son bellas en imágenes, pero lo son aún más, en todo lo invisible que nos ofrecen”.
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