Entrevista
José María Arenzana: «El marxismo lleva un siglo pervirtiendo el lenguaje»
El periodista echa a pelear a palabras y letras en un diccionario de ficción
José María Arenzana echa a pelear a palabras y letras en un diccionario de ficción para comprender la más pura realidad. Un glosario escrito «entre las líneas» del sarcasmo, la fina ironía y la provocación como estante. El periodista se pone ante el espejo de imágenes auditivas como terapia de una enfermedad que le ha hecho olvidar el silencio.
Se dice que hace tiempo la realidad supera a la ficción, ¿de ahí este «Ficcionario»?
Surgió de una necesidad perentoria de comunicarme, pero enseguida entendí que detrás había una reivindicación por la vía de la hilaridad para exigir respeto a las palabras, como pedía Giovanni Sartori.
Fue la ausencia de sonidos lo que provocó hacer este libro, una sordera sobrevenida. Se agarró usted a nuevas palabras para no perder el hilo de la realidad.
He olvidado lo que es el silencio: tengo acúfenos permanentes, incluso cuando duermo, tan ruidosos que a veces me despiertan. Quise construir un mundo aparte donde comunicarme conmigo mismo.
Echa usted a pelear una letras con otras pero más allá de la destrucción masiva genera palabras nuevas.
La lengua es la expresión más sencilla, radical y sincera del concepto democracia. Y no paga impuestos. Nadie impone nada y todos los miembros de la comunidad pueden aportar de su cosecha. Si la comunidad la acepta, comenzarán a usarla y se extenderá.
Fantasea usted con un universo infinito de palabras...
A mi amigo Luis Rull, QEPD, catedrático de Física Teórica, le propuse calcular cuántos términos de dos, tres o cuatro sílabas quedarían aún libres de significado en cualquier idioma del mundo... ¡Sería la tralla averiguar qué vocablos, o «palabros», no se han usado jamás y siguen vírgenes!
¿Cómo sonaría el «big bang» de la primera palabra?
Es el gran enigma de la Humanidad y no se resolverá jamás, cómo nació el primer idioma. Por eso todos los libros iniciáticos de casi todas las civilizaciones o religiones le otorgan ese papel al Hacedor, «En el principio fue el Verbo...» o a un innominado ilocalizable como Adán, que «puso nombres a todas las cosas», dice el Génesis en la Biblia.
¿Se maltrata el lenguaje hoy?
El peor maltrato no es el del ágrafo, el ignorante o de los autocorrectores, sino el intencionado, sobre todo los políticos. El marxismo lleva un siglo manipulando y pervirtiendo el lenguaje porque no puede, no sabe y no quiere cambiar la realidad. Pero la realidad no se inmuta por cambiar los nombres a las cosas: no son «fijos discontinuos», sino parados o desempleados, ¡coño!
No se me enfade.
Van a seguir ejercitándose en el marxismo depredador con el vocabulario para adocenar a la sociedad y manipular las mentes. Fíjese que todas las repúblicas marxistas se apellidaron siempre «popular» o «democrática», que es, justo, lo que no son. Ahora llaman «nueva normalidad» y «no tendrás nada y serás feliz» al comunismo de toda la puñetera vida o «cambio climático» a una torpe y lamentable excusa para crujirnos a impuestos. Le pondría mil ejemplos...
¿Ve alguna solución?
Son unos estafadores que denominan «salud reproductiva» a abortar, «igualdad» a leyes diferentes por razón de sexo, raza o condición social, etc.
Me gustaría ver en su trabajo palabras de rabiosa actualidad. ¿Le parece si le buscamos sinónimos en su Ficcionario? Comencemos por «investidura».
Será «embestidura», de embestir, con más peligro que un Miura. Tengo ya una para el próximo Ficcionario: «Legitimar: estafar o engañar con leyes».
Elecciones.
Si en lugar de una elección hubiese una selección, no quedaba casi nadie en el Congreso de los Diputados.
Franja.
Comparte fonema-raíz con un dictador moderno. Terreno inundable, cerril y peligroso.
¿Alguna segunda acepción a «nacionanismo», además de como «individuo extremoso y fanático de sí mismo»?
Dudé si escribirlo mejor con «z». Sin Sánchez y sus mariachis, el ‘nacionanismo’ sería solo anécdota y folclore.
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